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El aumento de remuneraciones que se auto-adjudicaron por amplia mayoría, en la semana recién transcurrida, las/los integrantes de la Cámara de Senadores de la Nación, fue un “golazo” político para Javier Milei y para todo el régimen de ultraderecha que él encabeza.
La decisión del cuerpo parlamentario provocó la indignación generalizada de la población, y reforzó una vez más las percepciones negativas que tiene gran parte de la sociedad respecto de la dirigencia política.
La palabra “casta”, en la acepción que se le otorga hoy dentro de los discursos políticos en Argentina, fue un hallazgo de Milei durante la pandemia, especialmente desde comienzos de 2021. En ese momento él se lanzó a la política institucional y a la disputa por cargos electivos (primero para diputado y después presidente), luego de desempeñar a lo largo de varios años el personaje de economista mediático que hacía propaganda ideológica contra el Estado y a favor del capitalismo salvaje extremo, aunque todo disfrazado bajo conceptos ligados a la “libertad”.
El éxito y la eficacia del hallazgo, tanto para su propia carrera política individual como para los intereses del bloque de poder que representa, son superiores a los muchos éxitos obtenidos por la cadena Clarín y otros conglomerados mediáticos para implantar socialmente formas de nombrar a determinados fenómenos públicos -que traducen, a su vez, modos de pensar y concebir a la realidad-, como el caso de la palabra “grieta”.
(El tema fue analizado hace casi cinco años en un artículo que publicó con el título “’Grieta’, ‘guerra’, ‘cepo’, ‘dinero K’ y más inventos de Clarín”. Nota del 15/07/2019).
Además, el otro gran invento propagandístico del actual presidente fue la tramposa consigna de la “dolarización”, en base a la cual millones de ciudadanas/os creyeron que mágicamente pasarían a cobrar en dólares lo mismo que ganaban en pesos por su actividad laboral.
Para conseguir en ambos casos los propósitos que buscaba el entonces candidato, se conjugaron varios factores que supo aprovechar. Uno de ellos fue la predisposición existente en las sociedades de esta época en el mundo para internalizar creencias, sentimientos, ideas y terminologías que sostienen y reproducen al sistema capitalista: hoy es fácil predicar contra el Estado y lo “público” en general, y es difícil y arduo hacerlo contra los propietarios de grandes volúmenes de capital y las corporaciones privadas que dominan la vida de las personas.
Un segundo factor, pero derivado del anterior, radicó en el hecho de que para hacerse conocido y realizar propaganda subliminal, tuvo como plataformas a las principales cadenas mediáticas porteñas y a famosos/as figuras televisivas que impregnan el sentido común en todo el territorio nacional. A la vez, sobre esa base, se organizaron los aparatos de difusión en las redes y plataformas digitales y, dentro de esa estrategia, los algoritmos que determinan la reproducción de contenidos.
(Aclaración: “subliminal” está definido por la Real Academia Española, RAE, como un concepto de la psicología que puede significar “que está por debajo del umbral de la consciencia” o, en otra acepción, “dicho de un estímulo: que por su debilidad o brevedad no es percibido conscientemente, pero influye en la conducta”. Ver diccionario de la RAE).
Asimismo, un tercer elemento que se conjugó para que Milei pudiera instalar su imagen y su perfil en la opinión pública, estuvo constituido para la desidia, indiferencia e inacción de las dirigencias democráticas y populares, que en ningún momento generaron discursos “de contra-ofensiva” para oponerse al surgimiento de un dirigente extremista y violento. Le dejaron pasar todo lo que hacía y decía. Recién intentaron deslegitimarlo con críticas -y lo hicieron muy tibiamente- en los últimos meses o semanas de la campaña electoral del año pasado, particularmente después de las elecciones primarias (PASO), cuando ya era tarde.
Nunca, por ejemplo, algún dirigente relevante o medio de comunicación influyente con ideologías contrarias a la derecha y la ultraderecha, se dedicaron a aclarar, informar, concientizar, mostrar y/o predicar que la supuesta o real existencia de una “casta política” carece de significación económica como para causar los problemas que sufre el país.
La “casta” que determina la injusticia social se encuentra en las clases capitalistas dominantes, pero nadie siquiera lo menciona en los discursos públicos.
Condiciones propicias
En el trasfondo del proceso que determinó el ascenso de la extrema derecha al gobierno de la Nación, existieron factores como los mencionados -predisposición en la sociedad, poderío de las cadenas mediáticas dominantes e inacción de las dirigencias que debían oponerse- y también otros que contribuyeron a crear las condiciones propicias.
La altísima inflación que se agravó durante el gobierno del Frente de Todos y la consiguiente pérdida de poder adquisitivo en las economías familiares de la mayoría de la población, provocaron un hartazgo y malestar generalizado que potenciaron la prédica “mileísta”.
Y el mismo efecto produjeron ciertos procederes de representantes políticos de las más diversas tendencias y orientaciones ideológicas, incluidos/as muchos/as de quienes se reivindican como expresión de los intereses nacional/populares, los/las cuales disfrutan de las comodidades que implica ejercer cargos públicos -entre ellas las buenas remuneraciones y posteriores excelentes jubilaciones- pero son indiferentes o cómplices ante los sufrimientos y angustias del pueblo.
El reciente aumento que se otorgaron a sí mismos/as los/las miembros del Senado se produce al mismo tiempo en que los sueldos, jubilaciones, asignaciones familiares y universales, y en general el dinero que consiguen para vivir las clases populares y también gran parte de las clases medias, pierden su valor de forma violenta día tras día frente a la inflación, como jamás había ocurrido antes.
(Estimaciones provisorias, que próximamente deberán cotejarse con otras evaluaciones y con diferentes reportes estadísticos y fuentes de información, indican que los salarios perdieron casi el 24 % de su poder de compra en los primeros tres meses de la gestión de Milei, analizando desde el comienzo de diciembre hasta febrero inclusive. El cálculo fue realizado por el economista Sebastián Vitelli. Información del portal Ámbito, nota del 12/04/24).
Los argumentos a favor de que los/las legisladores/as deben ganar mucho dinero porque así corresponde a sus altas responsabilidades públicas, podrían ser razonables si no fuera porque el conjunto de la población tiene sus ingresos congelados, y por lo tanto recibe el mismo o similar pago que hace unas pocas semanas o un par de meses, mientras los precios se disparan siempre de manera alevosa.
Simultáneamente, la discusión acerca de las remuneraciones de senadores/as o diputados/as de la Nación, o de parlamentarios/as de las provincias, deja afuera un gasto significativo de los presupuestos estatales que sin embargo el discurso dominante se encarga de ocultar: cuánto cobran los/las integrantes de los respectivos poderes judiciales, tanto en su etapa activa como en su edad de retiro laboral (o sea cuando se jubilan).
Esto último constituye otra operación de propaganda ideológica subliminal (concepto antes mencionado en este mismo artículo), ya que el más oligárquico de los poderes del Estado -el Judicial- queda a resguardo de las críticas de la sociedad. De eso no se habla.
En última instancia, y gracias a un entrecruzamiento de factores, Milei sigue reforzando la prédica que le dio tan buenos resultados, festeja el éxito político que significa para él la conducta descarada de la mayoría del Senado, y además genera mística sobre el eventual resultado de los comicios que deberían realizarse dentro de un año y medio para renovar -según establece la Constitución- un tercio de esa Cámara y también la mitad de la Cámara de Diputados.
“Así se mueve la casta”, escribió -y con mayúsculas- en la red X (antes llamada Twitter) refiriéndose al incremento que se auto-otorgaron los/las senadores/as. Y en el mismo mensaje, refiriéndose a la elección legislativa venidera, vaticinó: “2025 será paliza histórica”. (Artículo del diario La Nación, nota del 17/04/24).
Una parte muy grande de la ciudadanía vive como una pesadilla cada momento que transcurre bajo el actual régimen gobernante. Otra parte, también muy grande, sufre las consecuencias del accionar del gobierno pero cree que hay motivos para seguir apoyándolo.
Si fuera un partido de fútbol podría decirse que el resultado sigue abierto y que las hinchadas están muy parejas, pero uno de los equipos, por una pésima jugada del contrario, acaba de meter un “golazo”.
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