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Columnistas
12/11/2023

Aguafuertes del Nuevo Mundo

Energía extraterrestre para un mundo asimétrico

Energía extraterrestre para un mundo asimétrico | VA CON FIRMA. Un plus sobre la información.

Países poderosos desarrollan proyectos para recoger energía en el cosmos con satélites, transmitirla por microondas a la Tierra y convertirla en electricidad. Argentina no podrá participar de estos avances sin el aporte científico y técnico de sus universidades y de una empresa estatal como Invap.

Ricardo Haye *

Desde hace unos cuantos años, un sector de la humanidad tomó conciencia acerca del agotamiento de algunas fuentes de energía o de los efectos negativos que provoca su explotación.

El mayor cuestionamiento está depositado en la utilización de aquellas que son de carácter natural, como los combustibles fósiles. El petróleo, el carbón y el gas natural son algunas de ellas y su regeneración se produce en forma muy lenta.

Pongámoslo en cifras: el proceso de descomposición de la materia orgánica y la formación del petróleo tarda entre 10 y 100 millones de años. En los hechos esa limitación implica que bien puede definírselos como “fuentes no renovables”.

A lo largo del tiempo hemos procurado utilizar fuentes alternativas, como la energía eólica, la hídrica o la solar. Pero es tan colosal la cantidad de energía que el mundo consume a diario, que esos recursos no alcanzan por sí mismos a abastecerla.

También se ha buscado una opción a través de la producción de biocombustibles, que provienen de fuentes orgánicas como la biomasa y los residuos orgánicos. Esta iniciativa contribuye a reducir las emisiones de dióxido de carbono que provocan el fenómeno del calentamiento global. Pero también tiene desventajas ya que la producción requiere grandes cantidades de agua, genera menor cantidad de energía que los combustibles fósiles y compite con las superficies de cultivo destinadas a la alimentación. Como consecuencia, el desarrollo de esta alternativa no solo provoca deforestación, sino que también trae aparejado un incremento en los precios de los alimentos.

Existen individuos y grandes conglomerados empresariales que no se inquietan o que niegan estas situaciones. Pero también contamos con personas y con iniciativas que buscan soluciones integrales a estos dilemas.

Una de las vías que se están explorando es casi un proyecto de ciencia ficción.

Consiste en que satélites geoestacionarios recojan energía en el cosmos y la transmitan a la Tierra a través de microondas. Ya en la superficie de nuestro planeta, las antenas convertirían esas ondas electromagnéticas en electricidad.

El proyecto viene siendo desarrollado por varios países a la vez. Entre ellos se encuentran Japón, China, los Estados Unidos y el Reino Unido.

El sitio argentino de Internet “portalsolar.com.ar” señala que esta forma de aprovisionamiento energético viene siendo considerada desde hace alrededor de 20 años y que podría volverse realidad antes de que finalice esta década.

Captar energía en el espacio permitiría una disponibilidad que no se vería afectada por factores climáticos o por la llegada de la noche.

Desde Japón, la Universidad de Kioto anunció que el primer panel solar nipón sería puesto en funcionamiento en 2025. En los Estados Unidos confían en hacerlo antes. El Instituto de Tecnología de California ya anunció que tiene previsto lanzar el prototipo de prueba a principios del año próximo. Esa misma organización científica transmitió entusiasmo mediante un comunicado en el que asegura que “la energía solar podría estar disponible continuamente en cualquier lugar de la Tierra”.

Lo que no sabemos es si las naciones que tomaron la delantera en este tipo de proyectos irán a compartir solidariamente su cosecha energética o si la convertirán en otro objeto de mercado que venga a agravar las asimetrías globales del mundo.

Pero hay algo de lo que podemos estar seguros: la Argentina no podrá participar de estos avances si no es con el aporte científico y técnico de sus Universidades y de una empresa estatal como INVAP, que ya le permitió ingresar al círculo reducido de las naciones con capacidad de desarrollar satélites.

En plena dictadura cívico-militar-eclesial, un secretario de Comercio de ese régimen criminal pronunció aquella disyuntiva irracional de “acero o caramelos”. Quiso decir que daba lo mismo una cosa que otra porque, al final, la decisión la tomaba el mercado.

El integrante de aquel gobierno de facto repetía un ideario neoliberal que hoy está en su apogeo. Para esa concepción política la planificación estatal y el auspicio de una política industrial son tan horribles como la educación pública, la salud pública o la justicia social. Una buena prueba de ese desprecio es que el candidato libertario que dentro de unos días competirá por la Presidencia de la Nación decidió ignorar la invitación de la Unión Industrial Argentina para mantener un encuentro con los directivos de esa asociación empresaria.

Podrán cambiar los nombres, pero el pensamiento retrógrado de hoy es el mismo de los que violaron la Constitución en 1976. El dato nuevo es que ahora se manifiestan desembozadamente, con dosis intolerables de irritación, cólera y violencia.



(*) Docente e investigador del Instituto Universitario Patagónico de las Artes.
29/07/2016

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