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29/10/2023

Aguafuertes del Nuevo Mundo

En ruta hacia la segunda vuelta

En ruta hacia la segunda vuelta | VA CON FIRMA. Un plus sobre la información.

Pasó la primera vuelta y la caracterización de “crucial” que recibieron estas elecciones quedó ratificada. Mientras asistimos a reconfiguraciones promiscuas de la oferta opositora, las incógnitas por despejar incluyen la de si Sergio Massa -en caso de que resulte electo- logrará vencer la reticencia de los núcleos duros kirchneristas.

Ricardo Haye *

A la jornada electoral del domingo llegaban solo los candidatos que superaron el piso mínimo de adhesiones establecido por las Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatorios, pero es cierto que de las cinco fórmulas solo tres llegaban con posibilidades ciertas.

Lo decían las encuestas, que hace tiempo dejaron de ser confiables, pero lo experimentaba el sentido común de las personas. En agosto la ciudadanía había producido una sorpresa considerable al poner en el tope de sus preferencias a un candidato que posaba de rebelde, antisistema, que hacía gala de una violencia simbólica desmedida y que proponía medidas a contramano de la sensibilidad de millones de votantes.

La clave de su éxito en las PASO quizás deba rastrearse en el hartazgo cívico con una superestructura política incapaz de ofrecer soluciones a una situación económica en la que el empleo no paraba de crecer, pero en la que los ingresos resultaban siempre insuficientes para garantizar la subsistencia.

Aquella llamada de atención fue convenientemente interpretada por Sergio Massa, protagonista de una épica casi inverosímil: sostenerse como candidato competitivo siendo el ministro de Economía de un gobierno desfalleciente que no lograba controlar una inflación desbocada y escalar desde el tercer lugar en las elecciones primarias hasta triunfar en la primera vuelta.

Con una hiperactividad notable hilvanó una serie de medidas redistribucionistas que intentaron aliviar los bolsillos desmayados de los sectores populares, al tiempo que encontraba fuentes novedosas de aprovisionamiento crediticio. En forma paralela, las últimas semanas hizo cada vez más explícita su voluntad de distinguirse de la administración que conduce el país desde 2019. Massa dejó en claro que este no era su gobierno y que muchos de sus colegas ministros no formarían parte del poder ejecutivo en caso de acceder a la presidencia de la Nación.

Por su parte, en el campamento de Juntos por el Cambio se sumaron decisiones desafortunadas. La primera fue depositar responsabilidades en una candidata claramente insolvente, que solo balbuceaba proclamas antikirchneristas incendiarias, lo cual resultó a todas luces insuficiente. El segundo gesto desdichado fue la ambigüedad de Mauricio Macri, que insistió hasta el final en emitir señales confusas acerca de si acompañaba a la aspirante propia o al postulante libertario. Convidados de piedra, como viene ocurriendo desde el 2015, los radicales se limitaron a ver el partido desde las tribunas.

Anclado a referencias parroquiales que algunos cordobeses ponen en tela de juicio, Schiaretti fue un mero actor de reparto y la izquierda representada por Myriam Bregman perdió otra ocasión de ganar presencia significativa.

Ese fue el escenario y el contexto en el que Argentina arribó a la primer vuelta eleccionaria en la cual se discutían dos modelos de país. Es cierto que uno de esas patas estuvo sobrerrepresentada, porque entre La Libertad Avanza y Juntos por el Cambio pueden encontrarse puntos en común.

Sin embargo, en las filas de Unión por la Patria no faltan quienes opinan que la figura elegida para acceder a la Casa Rosada también desplaza su oferta hacia el centro, por lo menos respecto de lo que significó en el comienzo de este siglo la experiencia del kirchnerismo.

Eso ocurre a pesar del esfuerzo dialéctico de Sergio Massa para enunciar políticas afines al ideario del campo nacional y popular, como la defensa irrestricta de la educación pública, la preservación de las conquistas laborales y los derechos sociales o la reivindicación de un modelo productivo que incorpore valor agregado a las materias primas. Incluso con esas afirmaciones, reiteradas en cada acto o entrevista, muchos devotos de Néstor y Cristina no sienten como propio al ex intendente de Tigre.

Esas aprensiones ponen en primer plano el hecho de que el antiguo Frente para la Victoria no pudo, no supo, ¿o no quiso? generar descendencia, proponer alternativas de mayor identificación con el ideario enunciado por sus líderes.

Quizás, el referente que mejor semeja esas posiciones sea el gobernador de Buenos Aires. Para muchos votantes Axel Kicillof encarna valores como la honestidad, la integridad, el alineamiento y la convicción con los valores pregonados. Lo ven como un dirigente probo, que expresa sin dudas ideas progresistas que reivindican el rol regulador del Estado y la defensa del patrimonio nacional.

Algunos lo imaginaban como el mejor candidato presidencial, sin reparar en que quitarlo de la puja bonaerense no solo ponía en riesgo la continuidad de gobierno en la provincia de mayor peso, sino que tampoco garantizaba la victoria en las nacionales.

Finalmente se impuso el criterio de lo razonable y el gobernador-economista fue una locomotora poderosa para traccionar votos hacia UXP y reforzó su imagen como figura expectable en futuros comicios.

¿Esto significa que no existen otros políticos valiosos? Claro que no y sí que los hay. Pero carecen de los atributos necesarios, entre ellos carisma, experiencia de gestión y consecuencia con las ideas que motorizó Néstor Kirchner desde el lejano 2003.

No hace falta más que revisar nombres ímprobos, dirigentes apreciados, como pueden ser los actuales ministros Daniel Filmus, Jorge Taiana o Gabriel Katopodis, que sin venir del riñón puramente kirchnerista fue cálidamente elogiado por Cristina como uno de los funcionarios que sí funcionan.

Un dato significativo es el resultado obtenido por algunos representantes de La Cámpora en el apetecible y disputado territorio del conurbano y también en ciudades más alejadas de la región metropolitana. Las victorias en Lanús, Olavarría y Bahía Blanca, donde aún gobierna Juntos por el Cambio, marcan la persistencia de la agrupación orientada por Máximo Kirchner. A esa implantación territorial hay que sumar el contundente triunfo de Mayra Mendoza, en Quilmes y de Damián Selci, en Hurlingham.

Sobre la base de estos representantes quizás se edifique la búsqueda de equilibrios y se confronte el riesgo de desperfilamiento de las ideas fundantes de quienes condujeron al peronismo a partir de 2003.

Ese temor se acrecienta en algunos seguidores oficialistas cada vez que Massa repite su decisión de presidir una administración de unidad nacional. En tal sentido, la convocatoria a representantes extrapartidarios que el candidato viene reiterando puede convertirse en un factor clave de incidencia en la reconfiguración del actual tablero político, sobre todo por el protagonismo que pudieran alcanzar dirigentes como Emilio Monzó, Martín Lousteau, Carlos Melconian o el propio Horacio Rodríguez Larreta, a quienes en mentideros políticos ya se cita como interlocutores probables del triunfador en la primera vuelta.

El pintoresco analista político Jorge Asís ya alertó acerca de la arraigada costumbre de políticos argentinos que corren presurosos en auxilio de los ganadores. Queda por definir en qué circunstancia se producirían más desplazamientos o reacomodamientos: si con una presidencia de Unidos por la Patria o bajo el régimen de La Libertad Avanza. En todo caso, no hubo que esperar al 19 de noviembre para comprobar la premura de los deslizamientos. Con velocidad digna de mejores causas Milei salió a ofrecer cargos a diestra y siniestra (aunque lo primero resulte de difícil comprobación, ya que a su derecha tal vez y en la mejor de las circunstancias solo se encuentre una pared). El candidato libertario escogió desconocer los improperios escatológicos y crudamente agraviantes que les había dirigido muy poco tiempo atrás, para reemplazarlos por convocatorias a dirigentes de izquierda y a la propia Bullrich que, según sus afirmaciones, fue una montonera que ponía bombas en jardines de infantes. Si su propia integridad y decoro sufrían increíbles menguas, la dignidad y el respeto por sí misma de la excandidata de Juntos por el Cambio han debido soportar impactos con pronóstico de imposible recuperación.

A pesar de semejantes promiscuidades y desvergüenzas, en caso de que La Libertad Avanza triunfara en segunda vuelta resulta aventurado estimar si una propuesta estructurada en tan corto lapso sería capaz de convocar los aproximadamente cinco mil funcionarios que requiere cualquier administración. Es cierto que sobre ese particular pesan las rotundas afirmaciones de Milei respecto de su decisión de achicar el Estado, aunque el revoleo de cargos ofrecidos a cambio de apoyos abren espacio a la duda acerca del mantenimiento de aquella promesa. Como quiera que sea, es seguro que unos cuantos derrotados voluntariosos ya se preparan para aceptar el convite.

Quizás con alguna precipitación Sergio Massa anunció que se había acabado la grieta. Habrá que verlo. Declaraciones incendiarias de sujetos muy poco presentables no contribuyen en nada a que ese deseo cristalice. Con algunos íconos de esa verborragia violenta, como Ramiro Marra, Fernando Iglesias u otros de su calaña, es muy difícil entablar diálogo y mantener la convivencia.

La candidata a la vicepresidencia de los libertarios, Victoria Villarruel, guarda modales algo más formales, aunque conceptualmente los utiliza no para el negacionismo sino para una reivindicación repugnante de las prácticas criminales que realizó la última dictadura cívico-militar-eclesial.

El propio Milei puso en crisis el teorema de Baglini o lo sometió a fluctuaciones, ya que si bien tras las primarias había relativizado algunas propuestas extremas, luego volvió a su cauce natural y continuó proclamando extravagancias y cuestiones hirientes para quienes no comparten sus criterios.

Es difícil creer que estas manifestaciones no impactan sobre la sociedad en su conjunto. ¿Cuál será el comportamiento de los grupos que agitan desde las sombras, que filtran acusaciones y denuncias o que proponen carpetazos, con el apoyo entusiasta de grupos mediáticos embelesados por constituirse o afianzarse como factores de poder?

Será necesario mantenerse en guardia, al menos hasta verificar que los antagonismos feroces, cuyos fuegos avivó la reciente compulsa se encuentren convenientemente aplacados.

Tras la elección definitiva de noviembre quizás podamos conocer la medida de la confluencia entre los dos espacios de la derecha vernácula, qué destino eligieron los votantes entusiastas del “cordobesismo” y cuál fue la actitud de un radicalismo que en los últimos años prestó su aquiescencia para convertirse en furgón de cola de un partido como el PRO, carente de estructuras nacionales y que vampirizó a sus filas a cambio de muy poco beneficio de inventario. Entonces, las incógnitas pendientes serán si Massa adquiere un liderazgo indiscutido dentro del peronismo, y si La Libertad Avanza se consolida o adquiere el carácter fugaz de algunos romances veraniegos.



(*) Docente e investigador del Instituto Universitario Patagónico de las Artes.
29/07/2016

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