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30/07/2023

Aguafuertes del Nuevo Mundo

Brutalización en desarrollo

Brutalización en desarrollo | VA CON FIRMA. Un plus sobre la información.
Año 2023: prisioneros de la mega cárcel en la República de El Salvador.

Un afiche de campaña invoca al presidente de El Salvador, quien creó una mega cárcel para 40.000 prisioneros. Varios candidatos con chances de llegar al poder anticipan medidas despiadadas contra el pueblo. ¿A qué niveles hemos descendido para que haya políticos que convoquen al voto con promesas bestiales?

Ricardo Haye *

Desde hace un par de semanas las paredes porteñas empezaron a estar decoradas con fotos y consignas de los candidatos en campaña.

Hay una que llama la atención. Solo dice: “A lo Bukele”. Y la firma Santiago Cúneo, un empresario que alguna vez ejerció de periodista y que ahora pretende llegar a presidente desde el Frente Patriota Federal.

La invocación, que es promesa y también amenaza, se refiere a la política que lleva adelante el presidente de El Salvador, Nayib Bukele, un dirigente conservador y autoritario que se hizo conocido en todo el mundo por haber creado una mega cárcel que aloja a cuarenta mil prisioneros.

Las imágenes arreando detenidos semidesnudos y como si fueran ganado dieron la vuelta al planeta.

Eso es lo que elige anunciar Cúneo para conquistar votos en los próximos comicios. La decisión es congruente con el perfil ideológico del candidato: el suyo es un pensamiento de derecha extrema.

Así lo probó en 2018, cuando desde la pantalla del Canal Crónica TV realizó manifestaciones antisemitas que dispararon una causa en su contra. Sus dichos consistieron en frases discriminatorias contra la comunidad judía argentina, que incitaban a la persecución o el odio. Esa causa aún no tiene sentencia firme, por lo cual no está claro si finalmente su boleta llegará al cuarto oscuro.

Igual que el candidato criollo, ese punitivismo que Cúneo admira y propone también ha sido objeto de denuncias por violaciones a los derechos humanos en el país centroamericano.

Según Oxfam, una confederación internacional formada por 19 organizaciones no gubernamentales que realizan labores humanitarias en 90 países, El Salvador posee una estructura social fuertemente condicionada por las desigualdades y un dato lo revela: el 87% de la producción de esa pequeña nación está en manos de apenas 160 millonarios.

Allí reside la causa principal de cualquier crisis social, y mientras esas asimetrías no sean resueltas, es absurdo creer que la solución venga de la mano dura, la represión, el autoritarismo.

¿Por qué situar el eje proselitista en la promesa de presidios y no en proposiciones de carácter positivo? ¿Será quizás porque el candidato o sus asesores sintonizaron el ánimo de la población y consideran que es una oferta que permea en la piel de una sociedad ganosa de violencia? Si fuera así, ¿cuáles son las razones profundas de esa monstruosa voluntad retaliadora? ¿Qué causas explican el deseo morboso de una sociedad carcelaria y de un vivir en búsqueda constante de venganza o represalia? ¿No perciben el desapego que propuestas de ese tipo dejan traslucir respecto de la humanidad?

Sin ninguna pretensión de incurrir o alentar conductas hipócritas, uno se pregunta si no consideran la merma de civilidad que esa actitud atrae sobre sus personas. ¿No sienten, acaso, el tufo brutal de barbarie que les impregna la piel?

Resulta previsible que el candidato Cúneo obtendrá una cosecha extremadamente pobre de votos, que posiblemente ni siquiera le permita alcanzar en las PASO el piso mínimo de sufragios que lo habilite a participar en las elecciones generales de octubre.

En cambio, es inquietante que sus anuncios de bestialidades se repliquen en postulantes con otras aspiraciones y posibilidades. Sin que les tiemble la voz, son varios los candidatos que anticipan medidas despiadadas, que dejan el camino despejado para que se incrementen los márgenes ya anchos en los que campea la pobreza e incluso la indigencia; o para que aumente la inequidad en la distribución de una renta que -avisan a los cuatro vientos- será menguante.

Esa es la novedad de esta instancia electoral. No la falta de propuestas programáticas serias y cuidadosamente elaboradas, que repiten su ausencia desde tiempos idos, sino los anticipos de medidas implacablemente impopulares que traerán mayores angustias sobre colectivos que conviven con ellas desde hace tiempo.

A su vez, otras manifestaciones proselitistas se presentan en sociedad con el sello de una impostura sardónica y falsa. Un afiche propone al electorado una secuencia de dos oraciones que en otro contexto podrían sonar a lugares comunes o enunciaciones de oquedad manifiesta. Solo que cuando bajo la enunciación de “tranquilidad”, se lee la firma de Gerardo Morales, el autócrata gobernador jujeño, es imposible sustraerse a una sensación de profunda violencia espiritual. Tan luego Morales, el carcelero que mantiene cautiva a Milagro Sala desde hace 2752 días; el que manipula la Justicia sin tapujos; el que ordena reprimir con saña y salvajismo las reivindicaciones legítimas de los asalariados más pobres del país; el hombre elegido por Cambiemos para compensar la presunta e incomprobable tibieza de Rodríguez Larreta.

¿A qué niveles hemos descendido como comunidad para que los partidos políticos se atrevan a convocarnos con promesas bestiales o con propuestas cuya vacuidad enunciativa enmascara su burla a nuestra racionalidad?

Aunque fuese con plena de acidez crítica, tal vez el genio de Quino se haya adelantado a retratar el horizonte siniestro y turbio al que esa voluntad degradante pretende conducirnos.



(*) Docente e investigador del Instituto Universitario Patagónico de las Artes.
29/07/2016

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