La felicidad de un pueblo en toda su dimensión humana y espiritual.

Un pueblo que ganó la calle, los espacios públicos. Que bailó y agitó la bandera argentina como en las mejores gestas de la Patria.

La demostración palpable de lo popular, de lo nuestro.

Los jugadores, paridos en los potreros, hijos de familias laburantes pusieron todo, nadie les regaló nada. Ni en la cancha, ni en la vida. La síntesis es Lionel Messi, el capitán, con la humildad y la entereza de un grande.

No olvidemos: se ganó con equipo, amor y coraje.

No fue casual que en medio de los festejos haya sonado la canción del Diego y de La Mosca cantando “con los pibes de Malvinas que jamás olvidaré”.

Ayer, en las calles y plazas ardientes del país, estaban todas las posibilidades colectivas de una Nación allí presentes.

El inmenso pueblo, como dice Fito, ¡ofreciendo el corazón!