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Columnistas
26/06/2022

Crónicas del futuro

Una “mesaza” en 2027, antes de las elecciones

Una “mesaza” en 2027, antes de las elecciones | VA CON FIRMA. Un plus sobre la información.

Una radio recibe informes del futuro. Desde 2027, el corresponsal relata que Mirtha Legrand, con sus 100 años cumplidos, recibió en su ciclo televisivo a Cavallo, Bullrich, Macri y Milei. Los comensales de la ex actriz comentan con ella la situación del país, luego del cambio de signo político del gobierno en los comicios de 2023.

Ricardo Haye *

Tras unos segundos iniciales de estática molesta, la señal se estabiliza y la radio consigue mejorar la calidad de la emisión. Lo que ocurre es una proeza, pero las cosas que se repiten generan acostumbramiento y los oyentes ya han naturalizado que los lunes su emisora favorita recibe un reporte que la propia estación radial se envía a sí misma desde el futuro.

Siempre hay una distancia de cinco años en la ventana temporal que se abre, por lo que ahora la sección “Crónicas del futuro” llega desde 2027.

Transcribimos la columna que esta semana produjo el corresponsal del porvenir.

Después de superar una gripe bastante rebelde que la alejó de las pantallas durante unas cuantas semanas, la señora Mirtha Legrand volvió a conducir su histórico ciclo de almuerzos televisivos.

Su nieta, Juana Viale, que la reemplazó como ya es norma desde hace años, le entregó la posta ante una mesa en la que varias figuras se disputaban espacio para saludar a la diva que acaba de cumplir 100 años.

El más veterano era Domingo Felipe Cavallo, con sus 81 almanaques a cuestas, al que rodeaban Patricia Bullrich, de 71 años; Mauricio Macri, de 68 y Javier Milei, de 57. Visiblemente emocionada, la anciana ex actriz pidió que el cielo ilumine a los argentinos para que el próximo octubre elijan un gobierno “como el que el país se merece”.

Este ruego de la animadora centenaria fue interpretado como una velada crítica a la actual gestión, que se reivindica como “una administración racional y de centro”; que la expresidenta Cristina Fernández y sus seguidores caracterizan como “un régimen de derecha” y que los comensales de la Legrand no dudaron en definir como “un gobierno tibio”.

Lo cierto es que en los últimos cuatro años se produjo un considerable incremento de la pobreza, paralelo al cierre de innumerables empresas grandes, medianas y pequeñas. Una gran cantidad de establecimientos trasladaron sus plantas de producción a otros países de la región y del mundo y sus antiguos trabajadores pasaron a incrementar el grupo de desocupados a los que no hubo iniciativa oficial alguna que los contuviera.

Entre quienes pudieron emigrar, el número de argentinas y argentinos que se fueron del país buscando posibilidades de una vida más digna volvió a crecer. Mientras tanto, las organizaciones sociales locales no han dado abasto para atender las demandas básicas de comida, vestimenta y medicación de una población que había confiado en que la salida de Alberto Fernández, en 2023, y el cambio de signo en la política de la Casa Rosada también iban a modificar el rumbo del país.

Nada de eso ocurrió y, muy por el contrario, una enorme porción de los electores de las actuales autoridades terminaron siendo las primeras víctimas de sus políticas.

Aún con un parlamento afín, el gobierno que transita sus últimos meses nunca pudo encontrar el rumbo y los ingresos obtenidos por las privatizaciones parciales o totales de empresas estatales pronto se evaporaron sin haber dejado estructuras de contención e inclusión que, en varios momentos, pusieron al país al borde del estallido social.

Posiblemente lo único que evitó escenas de violencia callejera como las que se produjeron a comienzos de este siglo, haya sido una conducción gremial dócil a las presiones gubernamentales e insensible a las demandas de sus bases.

Sin embargo, los invitados al almuerzo de la Legrand siguieron reivindicando sus consabidas posturas favorables al achicamiento del Estado, un criterio poco confiable cuando se analiza que el retroceso estatal de estos cuatro años recientes no arrojó resultados positivos y, en cambio, condenó a miles de compatriotas a vivir miserablemente en las calles, sin instituciones oficiales que les acercaran cobijo.

Sabiendo que su nivel de popularidad se encuentra hundido desde que formulase algunas propuestas estrafalarias, Milei continuó vociferando que el gobierno nacional incurre en prácticas socializantes que deben ser condenadas.

En una entrevista reciente que concedió al RUA, el sistema de Radios Universitarias Argentinas, el politólogo Atilio Borón demostró que sus análisis siguen sin perder frescura. A su juicio, el planteo de los referentes de la derecha más radicalizada buscan consolidar la posición del sector y ofrecerse como alternativa ante el desgaste y la ineficiencia que sus aliados menos extremos han demostrado en la lucha contra la inflación y el combate a la inseguridad.

Porque de nada ha valido la prédica constante de mano dura que vienen sosteniendo Bullrich y su socio más reciente, Sergio Berni. El reclamo de “tirar primero y después preguntar” que parecía ser la principal propuesta, tanto de este dúo como del reaparecido Juan Carlos Blumberg, ahora escaló hasta recuperar una vieja iniciativa de la dirigente que consistía en convalidar el uso de armas por parte de los particulares.

Increíblemente, la línea argumental a la que recurren utiliza preguntas como estas: ¿A Usted no le molesta vivir en un país donde los únicos que tienen acceso a las armas son los policías y los militares? ¿No le preocupa el riesgo de caer en un gobierno autoritario o fascista? Con lo cual se llega al colmo de que los referentes más autoritarios utilizan la crítica al autoritarismo como mecanismo de validación. Es un sofisma que tergiversa de los puntos de vista y realiza una utilización perversa de las paranoias ajenas en beneficio propio.

Otros analistas sostienen que estas posiciones no pueden llamar la atención ya que provienen de quienes durante la pandemia de Covid reclamaban clases presenciales y apoyo a la educación y, en cuanto llegaron al gobierno volvieron a sus prácticas históricas de retacear recursos al presupuesto educativo, ahogar financieramente a las universidades públicas, suspender obras de infraestructura para escuelas y jardines de infantes, menoscabar la tarea de los educadores y congelar paritarias docentes.

Tan poca sorpresa causan ya estas actitudes como el nuevo (y enésimo) coqueteo de Carrió, que ahora parece querer arrastrarle el ala a Nicolás del Caño. Mientras algunos opinólogos discuten si esta es la manifestación evidente de que los polos opuestos se atraen, otros -en cambio- solo se preguntan si en realidad son tan opuestos…

En un contexto regional de gobiernos de signo progresista, como los que encabezan Lula en Brasil, Petro en Colombia, Boric en Chile y Arce en Bolivia, la Argentina luce aislada y la voz de sus gobernantes actuales suena extemporánea frente a las de sus pares latinoamericanos que recuperaron consignas de inclusión social y una equitativa redistribución del ingreso.

El ex-jefe de Estado boliviano Evo Morales, asesor especial del gobierno de su país, acaba de condenar explícitamente la política tributaria argentina, que sigue castigando a los sectores más necesitados, agudiza nuestras asimetrías sociales y no contribuye a revertir los bolsones de pobreza extrema que proliferan en distintos puntos de nuestra geografía.

En este sentido, el propio Fernán Quirós, que supo participar en las filas del oficialismo actual y cuya opinión en materia sanitaria conserva el respeto de propios y ajenos, condenó la desatención de la red pública de salud que, a su juicio, es la razón del incremento de los índices de mortalidad infantil verificados en los últimos dos años. El exfuncionario agregó que “es desolador que en varias zonas del país hayan vuelto a registrarse casos de tuberculosis, una enfermedad indiscutiblemente asociada con la indigencia”.

En pocos días más vuelve a visitar el país una delegación del Fondo Monetario Internacional. Los actuales funcionarios, sucesores de aquellos que contrajeron la deuda monstruosa que asfixia al país, siguen acatando mansamente los dictámenes de los censores extranjeros. Todas las iniciativas judiciales de someter a proceso a quienes llevaron al país a una toma escandalosa de compromisos internacionales, han fracasado.

Nunca antes la Justicia había sido tan obsecuente con los núcleos del poder real, efectivo; ese poder que reside fuera del país y que aquí solo tiene personeros, secuaces cualunques con ínfulas, pero que no son otra cosa que esbirros menores.

En estos días, algunos analistas lúcidos trazaban paralelos entre la actual Corte Suprema y aquellas vergonzosas antecesoras que la Argentina supo tener en la década del ’90 del siglo pasado y durante los últimos diez años. Este tribunal es digno sucesor de aquellos, decía uno de estos pensadores. Lo único que le falta para coronar tanta desfachatez, agregaba con socarronería, es revivir la “causa Nisman”. Y otro de sus contertulios le respondía: “Pues no te sorprenda que pase. Ya hay un grupo de magistrados pidiendo que el nuevo salón de actos de los tribunales de Comodoro Py sea bautizado: «Sala Bonadío»”.

A este cronista todavía le cuesta discernir cuando la ficción atraviesa las fronteras de la realidad. Pero le gustaría que estas charlas de quincho que antaño algunos medios osaban publicar volvieran a tener alguna presencia. Por ahora, estos relatos solo se escuchan en algunos pasillos de universidades o en ciertos bodegones que frecuentan personas biempensantes. En los medios tradicionales, sus enunciadores permanecen ostensiblemente raleados por peligrosos o subversivos.

Macri confesó que debió interrumpir su descanso en Villa La Angostura para asistir a la mesa de la Legrand. Por su parte, con algunas dificultades motrices y verbales que la acidez proverbial de la conductora no se privó de subrayar, Cavallo abonó el banquete televisivo con su receta dolarizante, mientras sus ojos bovinos derramaban miel sobre Milei, su discípulo predilecto. En sus intervenciones, tanto Bullrich como el economista despeinado intentaron aplicar sordina a sus propios apetitos que, muy probablemente, los lleven a confrontar por el sitial de privilegio de la fórmula ultraderechista.

En definitiva, nada nuevo para la ciudadanía de hace un lustro.



(*) Docente e investigador del Instituto Universitario Patagónico de las Artes.
29/07/2016

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