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En las próximas elecciones nacionales se disputa el rumbo político de la Argentina. Se juegan dos modelos de país. El neoliberal y excluyente que representa Macri y la coalición Juntos por el Cambio, y el proyecto Nacional y Popular que hoy encarnan Alberto Fernández y Cristina Fernández de Kirchner.
Se pone a consideración la gestión de un presidente que de los casi dos años de gestión que lleva, sólo tres meses lo hizo sin la presencia del Covid 19, ese tremendo virus que sigue haciendo estragos en todos y cada uno de los rincones del planeta.
Y en ese contexto, con avances y retrocesos, pudo poner de pie a un país que cuando lo recibió en diciembre del 2019 estaba en llamas, con todos los indicadores sociales y económicos por el piso y al borde de la disgregación nacional.
Recuperó la presencia del Estado, restableció el ministerio de Salud de la Nación y puso en marcha un plan de vacunación que a pesar de la temeraria campaña de desprestigio que encabezó la oposición y los medios de comunicación hegemónicos, se convirtió en la política pública más importante desde el regreso de la democracia en 1983. No sólo por la masividad y el alcance de la misma sino porque definió prioridades, privilegió a los sectores más vulnerables y puso en valor lo mejor del sanitarismo argentino.
Un gobierno que en medio de la crisis fue capaz también de refinanciar la deuda externa; de obligar a los que más tienen a solventar parte del gasto social con la aprobación del impuesto a la riqueza; de retomar con la aprobación de la Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo la agenda de igualdad de género que iniciaron los gobierno de Néstor y Cristina, y de incorporar las nuevas demandas de la sociedad declarando los servicios de internet, telefonía y televisión paga como servicios públicos esenciales.
Los avances en el campo de la ciencia y la tecnología fueron sustantivos. La enorme tarea que lleva a cabo el hospital Malbrán, el Conicet, el INTI, las Universidades Nacionales y los diferentes centros de investigación se tradujo, por ejemplo, en el desarrollo de seis proyectos de vacunas argentinas. Un logro que reafirma la decisión geopolítica de contar con un recurso indispensable, en un momento donde las vacunas para enfrentar la pandemia siguen siendo escasas y muy desigual su distribución en el mundo.
Del mismo modo, la decisión del gobierno nacional de recuperar el manejo de los trenes de carga después de 30 años en manos privadas y de retomar el control estatal de la hidrovía de los ríos Paraguay y Paraná durante 12 meses, significó un paso adelante en el control de los principales resortes estratégicos y soberanos de la economía nacional.
La recuperación del mercado interno, de la industria y del consumo popular constituye un imperativo. La extranjerización de la economía, la apertura indiscriminada de los mercados y la timba financiera lo único que trajeron fue desocupación, pobreza y desigualdad social.
La pandemia nos abrió el camino para volver a pensar en un proyecto que active todas las potencialidades que supimos construir como Nación. Toda la capacidad acumulada de un pueblo que -con memoria- pudo transformar el dolor en esperanza, y el “sálvese quien pueda”, en solidaridad.
“Agrandar el presente, llenarlo de experiencias colectivas”, dice el sociólogo Boaventura de Sousa Santos.
Esa es la tarea. Ese es el desafío. Eso es lo que se juega el próximo domingo, no otra cosa.
*Docente. Ex Intendente de Chos Malal.
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