"El teatro de la memoria", la última muestra de Daniel Santoro, que se exhibe en el Museo Nacional de Bellas Artes de Buenos Aires, es un panorama circular desplegado en 30 metros en el que muestra los posible colapsos, finales y transformaciones de esta era, el antropoceno, estos últimos 300 años que el hombre estuvo a cargo de la administración de los asuntos del planeta, un tiempo muy breve en la historia de la Tierra y en los que se hicieron demasiados desastres, que se pueden resumir en extraer y extraer.

"El teatro de la memoria" es una arqueología de una civilización agotada. Hay mucho bosque, hay mucha agua, hay islas con los restos de nuestra civilización, de las ideas del siglo XX, islas que representan la codicia a través de los campos de soja, hombres confrontando donde no hay nada que ganar, grupos aislados buscando refugio debajo de una enorme cabeza de Evita, la icónica obra de León Ferrari, "La civilización occidental" que representa a un Cristo crucificado con un bombardero, estrellada y cubierta de tierra en una isla solitaria. Los árboles omnipresentes, la madera como nexo entre la carne y la piedra, dos elementos extremos que necesitan para convivir de la metabolización del mundo vegetal. También el agua como un cuarto elemento que aparece como el nexo entre todas las representaciones.

Una extraña y fascinante melancolía desborda toda la obra. Referencias a las ideologías del siglo XX, elementos culturales, artísticos, niñas y niños peronistas, grupos de humanos buscando refugio en los restos de un pasado, el edificio de la Fundación Eva Perón (hoy Facultad de Ingeniería) desarticulado, una enumeración extensa de elementos imbricados formando complejas capas de lectura.

Borges está presente con su gran invención literaria, El Aleph, esa pequeña esfera que resume todo lo que pasó, está pasando y va a pasar. "Sospecho",cuenta Santoro, "que Borges toma de algunas creencias del hinduismo la idea del tiempo, su transcurrir y en la estructura interna de esa esfera trate de esquematizar en un dibujo esa concepción del hinduismo donde la forma del tiempo no es lineal y nada de lo que sucede se pierde; queda dando vueltas en una especie de espiral, todo está y no hay una sola dirección, eso de alguna manera trato de expresarlos siempre en mis trabajos".

Junto al Aleph, complementándose, una obra remite al corte de un hormiguero creando un teatro donde la persistencia de la memoria, en apariencia caótica, con asociaciones imprevistas recorre los espacios en fragmentos aleatorios que componen una cosmovisión donde todo se entrelaza.

A Santoro le gusta explicar sus obras, explayarse acerca de las teorías y reflexiones que lo condujeron a esos lugares, siente que su obra requiere de ese esfuerzo de ser explicada, ampliada en sus significados y en ese sentido es generoso. Confluye el peronismo con la Cábala, Borges con León Ferrari, el malón con Horacio González, Sarmiento en la fuente donde las masas peronistas se refrescan las patas, un gran teatro donde todo se entrevera imprevistamente.

Esa melancolía e incluso angustia subyacente en la muestra no puede dejar de vincularse con el presente, aunque no esté explicitado".

"No se lo que va a pasar, nadie lo sabe, es un momento político y social que da mucha pena, es un momento de codicia desatada", expresa Santoro, "estamos en el medio de un vórtice donde todo gira a gran velocidad y lo que nos sorprende es la realidad, no somos nosotros los que estamos operando sobre la realidad somos juguetes del destino, no somos el sujeto de la historia, somos juguete, la historia juega con nosotros en vez de ser nosotros los que producimos historia, ese es nuestro drama ahora, en estos tiempos se sustrajo mucho el cuerpo que muchas veces esta a través de la movilización, el peronismo tiene que ser siempre una amenaza para poder hacer lo suyo, para cumplir su tarea tiene que tener una capacidad de amenaza y esa capacidad de amenaza hoy está del otro lado, las nuevas generaciones ven al peronismo como algo del pasado y eso es trágico. Hay que romper con esa lógica de ser demasiado conservadores".

"Estamos jodidos si no damos algo distinto, todo está muy confuso, detrás de lo que aparece como distinto están los peores garcas codiciosos de la humanidad, ¿cómo puede ser que este malentendido esté pasando?, ahí dejamos abierto un flanco gigantesco.

El peronismo tiene que volver a ser amenazante, tiene que tener aspectos oscuros, tiene que tener su campo de internación en la incertidumbre, no puede ser todo certidumbre, todo clarísimo, todo derecho, cuidado no toquemos nada porque se rompe, parece que hubiera que entrar al peronismo con patines como me obligaba mi vieja cuando enceraba el piso, hay que entrar con los zapatos sucios, si no en dos o tres elecciones vamos a terminar siendo un partidito de minorías. Eso oscuro que era nuestro ahora está con ese canallita de la motosierra. Ese era nuestro espíritu", expresa el artista.

"Después de Cristina faltan liderazgos, no se si está agotado su ciclo, pero hoy está afuera, creo que después del atentado quedó afectada de una manera que nos dejó a todos un poco perplejos. Hoy Massa se hizo cargo de muchas cosas con mucho huevo y eso es muy peronista, va y hace, no tiene prejuicios, hay que dejarlo a Massa, si le vamos a contar las costillas a ver si es demasiado correcto, progresista o no, que diga lo que tenga que decir, que aparezca la amenaza, no puede ser que la amenaza sea la motosierra, nosotros tenemos que dar la idea que podemos hacer cambios", concluye, enfático, Daniel Santoro.