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Una entremezclada urdimbre de sucesos, historias familiares, cuestiones profesionales, e indagaciones sobre la historia de la imprenta en el Virreynato, desde las misiones jesuíticas hasta los impresores anarquistas y socialistas de principios del Siglo XX, confluyeron en la imprenta-librería que Paula Léoni Vergottini, diseñadora gráfica y Agustín D ?Ambrosio llevan adelante a metros de la antigua Biblioteca Nacional, hoy en refacciones.
“Nos gusta imaginar a Borges transitando estas veredas rumbo a su oficina en la Biblioteca” dice Agustin. “Sabemos que para Borges este barrio que él nombraba con la denominación antigua, Barrio Sur, era el barrio esencial, fundamental, de Buenos Aires. Esa mística forma parte de este proyecto, que une la pasión por los libros raros, curiosos, coleccionables, lo que es decir la apreciación del libro como objeto, la investigación de la historia de la imprenta y el estudio por la forma en que el libro funciona como dispositivo con la posibilidad de hacer libros de manera completamente artesanal con imprenta de tipos móviles. Creemos que el aprecio del libro como objeto no debe pensarse como una pasión conectada exclusivamente con la valoración de las ediciones de antaño. Los libros artesanales introducen una vitalidad renovada en la bibliofilia y permiten apreciar el modo en que sus cualidades materiales más interesantes se conectan con las artes del libro involucradas en su manufactura”.
“Los curiosos orígenes de la impresión tipográfica en las regiones del Plata tienen sus raíces en un mundo perdido, el de la cultura escrita entre los guaraníes de las misiones jesuíticas. Durante el siglo XVII, copistas guaraníes produjeron caligráficamente libros escritos en latín, castellano y guaraní. En las primeras décadas del siglo XVIII, imprimieron libros con una prensa y tipos móviles que ellos mismos construyeron”, describen Agustin y Paula en un párrafo de un texto que funciona como manifiesto de su actividad.
La única pintura conocida que da cuenta de la actividad imprentera de las comunidades jesuíticas-guaraníes fue realizado por Léonie Matthies, una pintora francesa que llegó a la Argentina en 1912 y es la autora de muchas de las representaciones de nuestra historia que conocemos a través de los manuales escolares.
Casualmente, (¿casualmente?) Léonie Matthies es la bisabuela de Paula Léonie Vergottini, que hoy busca en la tradición imprentera una forma de unir su profesión de diseñadora con la pasión por producir libros artesanalmente y encuentra en la historia de su bisabuela una forma de diálogo que atraviesa el tiempo.
“Hay una Bibliópolis oculta en los circuitos de las librerías anticuarias de la ciudad. La conocí como lector y cliente, pero más adelante, un poco por invitación de un amigo librero, me inicié en este oficio porque me parecía la mejor manera de conseguir estos libros raros y curiosos que me interesan. Lamentablemente, un librero no puede aferrarse a los libros que consigue si quiere seguir adelante con su tarea, debe hacerlos circular. Esta segunda parte es, al menos para mí, la más difícil de esta labor en la que aún me siento un aprendiz, a pesar de dedicarme a esto desde hace casi dos décadas”, dice Agustin casi como si estuviera revelando las claves de una sociedad secreta que se mueve en los intersticios de la ciudad preservando un conocimiento que nos vincula e intercepta con los afanes de épocas anteriores, dándonos una perspectiva histórica de nuestras propias existencias.
"Desde que iniciamos juntos este proyecto hace más de dos años”, cuenta Paula, “hicimos impresiones por pedido y varias actividades hacia afuera que fueron muy enriquecedoras. Impulsamos y organizamos la Feria del Libro Raro, el coloquio ‘Historia del Libro y la Imprenta en la Argentina’ que involucró a investigadores del ámbito universitario, libreros, editores e impresores, y participamos en la muestra ‘Nómade’ en el Cabildo, que mostró gran parte de la obra de mi antecesora, Léonie Matthis. En esa muestra expusimos la instalación Prelum typographicum guaranicorumque aborda la historia de la imprenta en las misiones jesuíticas realizada a partir de la pintura de Léonie. Todas actividades que demandan un gran esfuerzo, y nos desconcentraron un poco de nuestro objetivo inicial que es publicar nuestros propios libros. Por eso en este momento hemos decidido enfocarnos en iniciar lo que es nuestro propio fondo editorial y tenemos varios ejes”.
“Uno de esos ejes -continúa Paula- es abrevar como fuente en la historia de la impresión tipográfica en el Río de la Plata recuperando artes y oficios. Así es que decidimos comenzar por el principio y estamos elaborando la reimpresión del primer impreso porteño del que hay registro. Es un poema escrito por Santa Teresa de Avila, que fue hecho en la Real Imprenta de Niños Expósitos, y es un texto que además de su valor histórico tiene un mensaje más allá del sentido religioso y nos permite conectar con algo bello y simple. Algo que podamos encarar sin que se convierta en un proyecto interminable y nos permita dar un paso significativo a lo que es nuestro objetivo, que es tener un fondo editorial propio. Materializar un libro requiere de una elaboración donde cada decisión tiene que ser pensada lo suficiente para que valga la pena atravesar todo ese proceso”.
Un proceso, el de diseñar y reimprimir libros antiguos, que no es un ademán nostálgico contra el universo hipertecnologizado que nos acecha sino que es un verdadero acto creativo que recupera y revitaliza un quehacer que es constituyente de nuestra cultura.
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