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Ver y oír

Mapuche, el retorno de las voces antiguas

Las fotos de Pablo Piovano expuestas en el Centro Cultural Borges nos aproximan a la posibilidad de un encuentro sensible con el ser y el sentir del pueblo mapuche.

Pepe Mateos

Hace unos diez años, Pablo Piovano trabajaba como fotógrafo en Página 12. La cobertura de una nota a un grupo de maestras que denunciaban la situación de los pueblos fumigados con glifosato lo llevó a encarar un arduo trabajo sobre el efecto que provocaba en las comunidades rurales la exposición a los agroquímicos. Ese año aprovecho el periodo de vacaciones del diario para recorrer las provincias con índices más alto de malformaciones y enfermedades a causa de los agrotóxicos, principalmente el glifosato. A partir de ahí realizó varios viajes a las zonas más comprometidas y estableció lazos profundos con varias de las personas que retrató. El resultado es una de las obras más importantes de la fotografía documental, “El costo humano de los agrotóxicos”, comparable al mítico foto reportaje de Eugene Smith, Minamata, que puso en jaque a las empresas que en Japón vertían mercurio a las aguas del mar provocando altos grados de contaminación que afectaba gravemente a una población que vivía de los recursos de la pesca .

“Luego de hacer el trabajo sobre el glifosato mi proyecto era continuar con una investigación sobre las áreas denominadas zonas de sacrificio”, relata Pablo.”Había sacado un pasaje para ir a las minas de carbón de Río Turbio, que era uno de los lugares a fotografiar como también las salmoneras en Chiloe, que llegue a hacer algo, cuando cinco minutos después me entero que habían asesinado a Camilo Catrillanaca en la Araucanía chilena. Ahí pegué el volantazo y me fui al sur de Chile, maneje dieciséis horas y llegue al eluwün, el funeral de tres días que congregó a miles en homenaje a Camilo, que fue considerado un auténtico weichafe (guerrero). Quedé impactado. Vi una mirada antigua, muy propia, como si en ese viaje de casi un día hubiera ido 400 años atrás y me encontré con un pueblo con una convicción muy fuerte, con su propia cosmovisión, su propia fuerza, sin debilitarse con cosas que venían de afuera¨.

¨Este trabajo comienza con la desaparición de Santiago Maldonado¨, continúa Pablo, "ahí me pregunte por quién estaba luchando este pibe, en ese momento no sabía nada del pueblo mapuche, los manuales de historia no nos habían contado nada. Luego matan por la espalda a Rafael Nahuel y empecé a pensar que había algo muy serio, que en ese territorio se estaba disputando algo trascendental. Así llegó al día que cambio el viaje a Río Turbio por ir al sur de Chile. Después hice siete u ocho viajes de muchos días a lo largo de cuatro años. Es uno de los trabajos más difíciles que he hecho. En el periodismo estamos acostumbrados a ir y volver con algo pero acá fue bien distinto. Estuvimos en una zona que está en permanente estado de sitio y era muy difícil levantar la cámara. Tienen que conocerte y presentarte los que confían en vos, hay muchos peñis que están judicializados, perseguidos y la llegada de un huinca representa un peligro para ellos.

Fue mucho tiempo para que nos permitan contar su historia, hay que trabajar mucho la humildad y el tiempo que conlleva permite comprender complejidades. Siempre vivimos en casas de peñis que nos brindaron alojamiento, comida, amistad, hermandad. Eso inevitablemente mueve algo en la propia estructura personal, ves que hay otro entendimiento, otra forma de ver el mundo otra cosmovisión espiritual y eso te atraviesa profundamente¨.

“Hace 10, 12 años que el eje de mi trabajo es el impacto de las grandes corporaciones sobre la comunidad y trabajar con el pueblo mapuche tiene la misma dirección. La problemática de Vaca Muerta, las consecuencias del fracking y la contaminación están siendo expuestas principalmente por las veinte comunidades mapuches que viven en la zona de Añelo. Es la misma lucha que en el sur de Chile que sufren el impacto de las empresas forestales y los proyectos de instalación de represas hidroeléctricas que inundarían grandes extensiones de territorios ancestrales", dice Pablo. ¨El pueblo mapuche expresa con la recuperación de su ser la necesidad de tener otro vínculo con la naturaleza¨.

Nélida Ancalipe y Víctor Quinchao están recorriendo la muestra, ambos son mapuches y viven en Buenos Aires.

¨La primera sensación que tengo al recorrer la muestra es de un profundo dolor porque en cada rostro veo las huellas del sufrimiento a que han sido sometidos mis ancestros¨, dice Nélida, que pertenece al Lof Nahuelpan de Chubut y es trabajadora de salud. ¨Soy mujer mapuche, vivo en esta ciudad pero conservo una espiritualidad que está enlazada con mi territorio y así vivo, en una dualidad, soy dos personas, una para el mundo huinca, lo cotidiano, pero detrás de esa imagen hay una mujer mapuche que vive su ancestralidad como la ha aprendido. Somos personas que estamos muy entrelazadas con los sueños, la naturaleza, los instintos, somos guiados por nuestros ancestros.¨

Víctor Quinchao descubrió recorriendo el Museo Etnográfico Ambrosetti que su abuelo y tíos habían participado en los años 60 de la creación de la Confederación Indígena de Neuquén en Zapala. "Hoy mi familia por distintas razones no está en la Confederación, y nunca me habían contado esa historia, fue revelador conocer esa parte de la historia.

Ver esta muestra despierta un newen, una fuerza, un deseo de reivindicaciones, de saber que somos un pueblo que ha resistido muchos embates, que hoy estamos en luchas muy fuertes contra el odio y el racismo y vivimos un despertar, una búsqueda de nuestra identidad aunque transitemos la vida entre dos mundos; elhuinca y el de nuestros ancestros en paralelo”, expresa Víctor con una profunda convicción y orgullo.

“Para mi es muy inspirador narrar esta historia, ver este pueblo tan despierto, tan dispuesto a luchar por lo suyo, que no pide nada y ha perdido el miedo” expresa Pablo.

“Los pueblos originarios por su entendimiento y su relación con la naturaleza han sido y siguen siendo los custodios del agua y la tierra. Los pueblos originarios representan la conciencia profunda para garantizar la continuidad de la vida, en eso veo la conexión con mis trabajos y búsquedas anteriores”.

En la muestra también se exponen fotos históricas de fines de 1800 recolectadas por el colectivo GUIAS pertenecientes a la muestra Prisioneros de la cienciay obras de Marco Bufano.

La exposición se podrá visitar hasta el 20 de noviembre. La entrada es libre y gratuita.

Centro Cultural Borges

Viamonte 525, Buenos Aires

29/07/2016

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