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Caminando a Luján, una experiencia religiosa (y algo más)

Miles de personas, en un clima de fuerte emotividad, volvieron a recorrer el fin de semana pasado los kilómetros que separan a Luján desde otros puntos de la provincia de Buenos Aires y la capital federal, para agradecer, pedir y alimentar una esperanza. ¿Qué se mueve debajo de estos acontecimientos que siguen congregando y siendo significativos en la identidad de un pueblo?

Pepe Mateos

En la madrugada del domingo cientos de personas ocupan la nave central y los más variados rincones de la Basílica de Luján. Los bancos fueron corridos para poder habilitar ese espacio al descanso de los agotados peregrinos que otros años se apiñaban a la intemperie a merced del frío y también de la lluvia en algunas ocasiones. Entrar al templo en medio de una multitud caminando por un lado y otra multitud acostada en el suelo, provocaba una extraña sensación de estar en un espacio donde se suspendían formas habituales de habitar los lugares públicos.

Una emoción por la llegada luego de una extensa y esforzada caminata desbordaba a muchísimas personas de distintas edades y condición, que se abrazaban entre sí o quedaban parados solos, absortos por un sentimiento que seguramente se les haría difícil describir con palabras si alguien en ese momento les preguntara acerca de lo que estaban viviendo.

“Una cosa es la religión institucionalizada y otra la religiosidad”, dice Silvia Ramírez, terapeuta en artes internos, qigong, maestra de reiki y una aguda observadora de acontecimientos sociales. “En la religiosidad se manifiesta un vínculo energético, emocional, sentimental, una vía de conexión que está muy relacionada con la esperanza, con un amor incondicional a algo que no se ve, es irracional. Algo de eso pasa en el peronismo, que también es una creencia en muchos aspectos. Una energía parecida en una fe que nos dice que se puede cambiar, crecer, construir queriendo a alguien, como pasa con Eva o con Cristina. Para el creyente hay un milagro, algo que se mantiene en secreto, que se conecta en las marchas, en las peregrinaciones. Es una conexión amorosa, un vínculo que no pasa por la razón. También es importante después de una pandemia el volver a juntarse, es un alimento energético”.

“Los santos populares”, dice Silvia, “como la Virgen de Luján, el Gauchito Gil, Gilda, San Cayetano y tantos otros, te vinculan con un suceso que se acciona en determinado momento existencial que te saca de la estructura social habitual y te conecta con un espacio donde fluye algo, andá a saber de dónde, y esa conexión produce cosas imparables. La angustia, el dolor que vemos en la gente, tiene que ver con todo lo que está pasando. Venimos de una pandemia que todavía no se procesó. El Gobierno hizo un montón de cosas durante la pandemia pero después soltó todo, dejó que todo volviera a una normalidad que no existe más y dejó que cada uno resuelva como pueda. La pandemia afectó mucho la vida de las personas, dejó muchas heridas y salimos sin ningún paliativo, sumado a una crisis económica gravísima. Mucha gente intuye, aunque no lo haga consciente, que se viene cayendo algo que es imparable, que se viene un acabose, y lo único que contiene y consuela frente a eso es creer en algo aunque sea una irrealidad. No se está viendo la herida que tiene la población”, concluye Silvia.

Fortunato Mallimaci, investigador del Conicet (Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas), profesor de Ciencias Sociales en la UBA (Universidad de Buenos Aires), consultado sobre las particularidades de esta última peregrinación, dice: “Es cierto que en este momento hay cosas que son un reflejo de lo que pasa en la sociedad y en particular en una parte que es propia de un sector de la población que podemos considerar católica. Pero es importante tener una perspectiva histórica de lo que son las peregrinaciones. Estas funcionaron como un dispositivo que tenía el fin de ‘argentinizar’ a las masas de inmigrantes. La Iglesia inducía a las colectividades extranjeras a que trajeran sus vírgenes a Luján y de esa manera se fueran incorporando a la Nación a través de la religión. También la entronización de la Basílica de Luján como una forma de oponerse al cientificismo positivista y las teorías de la evolución, que tenían el eje en la ciudad de La Plata y el Museo de Ciencias Naturales como templo laico inaugurado pocos años antes que comenzara la construcción de la Basílica. Dentro de ese plan la Iglesia concentró la atención en la zona oeste (respecto de la ciudad de Buenos Aires), en contraposición a la zona sur, fabril y muy sindicalizada, y dejó la zona norte que no albergaba grandes poblaciones populares. En ese marco aparecen las peregrinaciones, que son una ritualidad de caminar miles todos juntos formando una comunidad muy fuerte que da una identidad a partir de lo sacral, el sacrificio, la promesa, el agradecimiento. Actualmente cada vez más cada personas participan más allá de lo institucional, y se apropia y lo expresa a su manera”.

“Cada peregrinación está marcada por lo histórico, a veces es más visible, hay un ida y vuelta con lo social y político”, amplía Fortunato. “Hoy es difícil no ver que hay un sufrimiento enorme en la gente que encuentra en estas manifestaciones un espacio para expresarlo y reflexionar, algo que actualmente en muchos lugares se canaliza en el mundo evangélico pentecostal. Cada vez es mayor la distinción entre la Institución y lo que la gente hace con su espiritualidad. Es un fenómeno muy fuerte, que, salvando las distancias, también se da con otras formas como los partidos políticos. También la pandemia afectó muchísimo, es haber visto la muerte cercana, acechando, ver morir gente cercana, es un tema existencial muy fuerte y las respuestas a eso son muy difíciles y quizás muchísimas personas encuentren alguna respuesta en la fe, y eso es también para reflexionar acerca de lo que está pasando”, concluye Mallimaci.

Caminar es preciso, buscar en el andar comunitario una respuesta que tal vez no pueda ser traducida en palabras, una forma de conectar con un ser colectivo. Debe haber tantas motivaciones e inquietudes como personas que se largan impulsados al camino detrás de una fe, tenga el nombre que tenga, en busca de algo que dé esperanzas y sentido a todo lo vivido.

29/07/2016

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