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A partir de declaraciones formuladas por Martín Soria en San Carlos de Bariloche, a la que los medios no le prestaron mucha atención, el lunes comentábamos que luego de un extenso período de aparente unidad, el justicialismo comenzó a mostrar algunas fisuras, que de ninguna manera son nuevas, pero que en estos dos últimos años no se habían exteriorizado.
El presidente del Partido Justicialista y por ahora candidato a gobernador por el FpV dijo en la ciudad lacustre cuando fue consultado acerca de la posición adoptada por el senador Miguel Pichetto respecto a la prórroga de concesión del Catedral, que “desde hace varios años que yo no coincido para nada con las cosas que viene diciendo y haciendo el senador, sobre todo desde aquel momento en que nos anotició a todos los rionegrinos de que había recuperado la libertad de pensar”.
Pero luego en la continuidad de sus expresiones referidas al último candidato a gobernador del peronismo, hizo una dura acusación al afirmar que “hay alguna persona que dice ser dirigente, que confunde la política con los negocios”.
Soria abundó en su apreciación y puntualizó “nosotros el año pasado tuvimos un triunfo muy importante en Río Negro, porque hacemos política e hicimos la unidad con todas las vertientes del campo nacional y popular aquí en la provincia. Pero claro, sabemos diferenciar la política de los negocios. Hay a quienes se les complica esa unidad, porque nunca sabes si están hablando de negocios o de convicciones políticas, ideología, o voluntad”.
Si bien por ahora ni Pichetto ni sus dirigentes más cercanos han acusado recibo públicamente de semejante acusación, se sabe que las expresiones del intendente roquense van a tener respuesta en pocos días y posiblemente consecuencias en el camino hacia el 2019.
La realidad es que la relación entre Pichetto y los Soria nunca fue buena, salvo en aquel apoyo a regañadientes que el pichettismo luego de fuertes discusiones y a instancias de la entonces presidenta Cristina Fernández de Kirchner, decidió dar a Carlos Soria en 2011.
En esa oportunidad el senador venía golpeado de la elección a gobernador en 2007 donde no solo tuvo a un peronismo dividido en su provincia, sino que en aquel momento los Kirchner habían definido la Concertación Plural y tuvieron una “profunda” relación con quien se impuso en la elección por 7 puntos de diferencia, el radical K, Miguel Saiz.
En 2011 todo funcionó y Carlos Soria en fórmula con Alberto Weretilneck del Frente Grande logró la gobernación lo que le permitió al justicialismo ganar nuevamente una elección a gobernador, cosa que no ocurría desde 1973.
Después de eso se sucede la trágica historia del asesinato del gobernador a poco de asumir, la asunción del vicegobernador y todos los bemoles ya conocidos que terminan en 2015 cuando Weretilneck le gana la gobernación a Pichetto por amplio margen.
Poco después de ser derrotado por el actual gobernador, Pichetto hizo público su enojo con la dirigencia de su provincia y acusó a sectores del PJ de no jugar para su candidatura.
Dijo, incluso, que perdió las elecciones desde el momento en el que el congreso partidario lo proclamó como el postulante. Ese día, se tuvo que levantar la reunión en medio de un escándalo, con insultos e intentos de agresión a Pichetto.
Ningún peronista de la provincia desconoce los enfrentamientos, a veces feroces, que siempre han existido históricamente que vienen incluso de la época en que el candidato era Remo Costanzo.
Ahora, si bien todo es bastante incipiente, da la impresión que las heridas “incicatrizables”, vuelven a generar malestar.
A esto se suma la posición adoptada por Miguel Pichetto en su pretendido protagonismo a nivel nacional del que no podrá sustraerse Río Negro.
Pichetto jugará su rol con esa definición que expresó hace unos días, “alejado de un estilo de conducción que se agotó en los últimos 12 años en que fuimos gobierno”. O sea bajo la prédica de lograr “un peronismo democrático, moderno, con aires de renovación y recambio generacional, con propuestas dentro del sistema, y definiciones de contenido político e ideológico que se distingan del kirchnerismo”.
Sin dudas esa posición va a tener a sus seguidores por estas tierras y claramente no será a partir del justicialismo que representa Martín Soria, por lo que esas acciones tendrán profunda incidencia en el panorama hacia el 2019.
Por lo pronto ya se han expresado Ariel Rivero y Martín Doñate. El legislador ultrapichetistta dijo que “en Río Negro habrá dirigentes que vamos a recorrer la provincia difundiendo la propuesta del senador Pichetto y otro sector del peronismo que va a difundir la propuesta del gobierno que se fue”, en tanto que Doñate sostuvo que “Pichetto está en las antípodas del Frente para la Victoria de Río Negro”.
Incluso, el diputado nacional indicó que “Soria tomó una decisión. Está claro el rumbo para lograr la gobernación” dijo. Y aseveró que “el peronismo ligado a la ex presidenta Cristina Kirchner tiene claro qué hacer”. Y advirtió que “si no sucediera eso, partiría el tablero político, y pondría en riesgo el triunfo”.
Parece ser que la diferencia ya se está nuevamente transparentando a partir de la visión totalmente opuesta de Soria y Pichetto no solo en los temas nacionales sino también los provinciales y esa dura acusación formulada por el jefe partidario hace algunas horas atrás acerca de la confusión de Pichetto entre política y negocios, seguro va a generar otros enfrentamientos internos.
Hasta ahora la unidad del hoy principal partido de la oposición estaba asegurada, pero todo indica que ha comenzado a crujir y la historia indica que un justicialismo dividido, puede poner en riesgo la intención de recuperar el gobierno en 2019.
Como ya hemos expresado en esta columna ese debilitamiento y cerrarle la posibilidad a Soria de ser gobernador es el principal objetivo que persiguen, solos o separados, Cambiemos y Juntos Somos Río Negro.
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