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Primero fue el próximo trimestre, después el segundo semestre y ahora la buena llegará en el 2017.
Son los pronósticos del gobierno de Macri que pretende sostener su gobierno en base a una utópica espera. La misma que tienen los personajes de la obra de Beckett, que esperan una y otra vez sin que Godot llegue.
Godot no aparece ni se conoce su fisonomía. Su presencia es anunciada por un chico que lo justifica sin razón alguna, diciendo que Godot no vendrá ese día pero que lo esperen porque sí acudirá el mes que viene.
Este juego del absurdo está representado ahora por el gobierno nacional. La sociedad como los marginales de la obra aludida, se resignan y seguirán esperando.
Todo parece una mueca macabra con un final que poco a poco se presume más ominoso, más anunciador de una catástrofe.
Por ahora Macri tiene a favor la espera ineludible de la gente que no tiene otra salida, pero quizás la expectativa algún día se quiebre y el final del drama cambie decepción por escarmiento.
No se puede mentir tan alevosamente, no puede haber tanto cinismo en la información pública, no se puede subestimar la legítima expectativa de la gente. Hay un daño moral que cae sobre aquellos que más sufren la escasez, que más han restringido sus gastos, que más han achicado el horizonte de sus sueños, que con más urgencia aguardan una reparación.
Primero la devaluación, después las cesantías, luego los tarifazos, después la amenaza que se cierne sobre el sistema previsional en que todo apunta a una deliberada des financiación para volver a engordar las alforjas de los dueños del grupo Clarín y de los bancos privados, cuando se anuncie la vuelta al sistema de capitalización previsional.
Después de esta penuria que intoxica la vida cotidiana, aparecen esquivos voceros diciendo muy sueltos de cuerpo, que en el 2017 ya se verán las mejoras.
Si uno los escucha con atención nunca entran en debate, se limitan sencillamente a negar lo evidente, como lo hacía Videla cuando respondía públicamente acerca del destino de los desaparecidos durante su gobierno: “Son desaparecidos, no están, desaparecieron” y a otra cosa.
Entonces el parecido con el joven que entra a escena para anunciar una vez más que Godot no vendrá ese día, que lo hará el mes que viene, es bastante ajustado a la indignación que en realidad siente una y otra vez la sociedad argentina
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