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Petimetrees una palabra ganada del lunfardo pero con ascendencia francesa. Es un término apocopado que bien escrito sería: “petit-maitre”. Y ahora sí traducido al español equivale a “señorito”
Quienes nos gobiernan en la Nación me recuerdan a esos apelativos, señoritos que representan a la clase rica del país y, como se observa, no se sacan la camiseta del club de los oligarcas en ningún momento. Son los fieles e irrenunciables exponentes de viejos y nuevos ricos que se encontraron de pronto, gracias “a la pobre inocencia de la gente” con el poder del Estado en sus manos.
Y ellos que frecuentemente estaban del otro lado del mostrador han conseguido el ideal de desdoblarse para ponerse de los dos lados de ese mostrador imaginario donde se pactan negocios por cifras enormemente grandes, muchas veces muy difíciles de pronunciar para el hombre y la mujer de a pie.
En esa relación de pares ocurre que les encanta jugar competitiva pero solidariamente entre ellos. Así, por ejemplo, cuando se levantan de una mesa de póker, cambian sus fichas y en el balance se sabe que si uno de ellos gana, ganarán todos. Y ganarán todos porque el poder que da el dinero catapulta hacia la mayor responsabilidad para la toma decisiones al más favorecido por la fortuna y… por lo “vivo”.
A partir de ese momento, identificado el más ganador sabrá devolver a sus compañeros de juego una nueva oportunidad gestada a costa de los recursos de los trabajadores para que vuelvan a sentarse con ese capital en la mesa de los jugadores.
La Argentina tuvo sus playboy, hijos de ricos hacendados que pasaban largas temporadas en París y tiraban manteca al techo. Literalmente el último de los playboy argentinos llamado Macoco Alzaga Unzué, recreado en nuestro país por el escritor Roberto Alifano, fue un célebre personaje que se paseó hasta por Beverly Hills y cruzó amores con actrices de moda. Fue fundador de Morocco, un cabaret neoyorkino famoso frecuentado nada menos que por Marilyn Monroe entre otras figuras de mentada fama.
¿Ese fue el camino vislumbrado desde el Cardenal Newman por Macri y sus amigos, hijos de ricos como lo era él? Debemos deducir que no querían otra cosa cuando uno puede apreciar la holganza con que ejercen su gestión y la dirección de su mirada siempre hacia afuera del territorio nacional en busca de oportunidades, no se sabe si solo para ellos o para ellos y el Estado.
Son petimetres, señoritos de clase pero sin el savoir faire de aquellos primeros y ostentosos oligarcas, que despreciaban el poder político, en manos siempre de alguien del palo, totalmente confiable. Los antiguos iban con plata a Europa, los actuales buscan negocios que los hagan más ricos todavía.
Se aprecia cada vez que se los contradice, cómo se desbocan despreciativamente contra la “chusma”, nombre adjudicado a la población indígena por los blancos conquistadores del desierto que los combatían.
Cada batalla en la que el indio fue vencido, éste arrastraba en su derrota y hacia su prisión en Buenos Aires o en Martin García a su familia, mujeres e hijos, parientes en general, que los acompañaban a un destino de separación y muerte. La gente común era entonces la “chusma” que mucho después se convirtió en masa y cobró protagonismo, como todos sabemos, en la historia grande de nuestro país por mediados del siglo XX.
Ese protagonismo lo logró con lucha y conciencia. No hubo concesiones graciosas aunque sí políticas favorecedoras para su emancipación y otras activas de sumisión y retroceso. Cada vez que los vientos de la historia apretaron la masa, la “chusma” para estos señoritos, aguardó, tomó fuerzas y contraatacó reivindicando su derecho a tener una vida digna de ser vivida.
Este gobierno de señoritos desconoce la historia o hace como que la desconoce y tiene mucho miedo porque no sabe qué hacer con la masa, salvo reprimirla, cuando ésta hace oír sus reclamos.
¿Qué lección de nuestra historia reivindican los señoritos, salvo la que evoque el fraude, la desigualdad y el autoritarismo? No se ve en ellos vocación, idoneidad ni sentido de la equidad. Por eso, si las políticas de hambre y desempleo que aplican no se superan, todo hace suponer que les aguarda un temible encontronazo.
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