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Puede que al lector le importe poco la composición de las comisiones en la Cámara de Diputados. Sin embargo, de ellas salen o duermen las leyes que conforman todo el ordenamiento jurídico de la provincia. Es la clave del funcionamiento de la Legislatura y de las respuestas a las demandas de distintas voces sociales que se acercan a ella.
A menudo sucede que una fuerza política gana las elecciones sin el suficiente respaldo u holgura para conformar los cuerpos legislativos y debe gobernar con minoría en la casa de las leyes. Le pasó varias veces al actual intendente de la capital (llegó a gobernar con 2 concejales propios de 17 integrantes del Concejo Deliberante) y al matrimonio Kirchner, que debió sortear dos períodos de desventaja numérica en el Congreso de la Nación.
Lo propio debería haberle pasado al MPN en el período 2007-2011; también en la actualidad. ¿Por qué no sucedió?
En virtud del resultado de las últimas elecciones generales, tal y como está escrito en el reglamento vigente, si se hubiera aplicado en forma fiel, al menos dos bloques de dos integrantes cada uno se habrían quedado sin la posibilidad de participar en las comisiones. Se habría tenido que tirar la moneda de la suerte entre la UCR, la alianza FG-NE, UNE y el FIT.
Ese reglamento, reformado en una polémica sesión del 22 de noviembre de 2007, garantizó la presencia de los bloques unipersonales en las comisiones con prioridad de integración, es decir, los lugares los ocupan primero esos bloques y luego se realiza la división conforme al resultado electoral.
Las comisiones tenían 11 integrantes cada una, distribuidos proporcionalmente según el resultado electoral, en virtud del cual Jorge Sapag debería haber gobernado con minoría en las comisiones (5 miembros de 11) y habría perdido el quórum ya que no llegaba a los 19 legisladores que exige la Constitución.
Con la reforma, el número de integrantes de las comisiones pasó a 14 y el quórum a 18, contradiciendo la Constitución provincial. El MPN “recuperó” la mayoría ante las denuncias de casi toda la oposición.
Ahora sucedió que el reglamento, así escrito, es inaplicable porque dos fuerzas se quedarían sin representación en las comisiones. Debió haber sido inaplicable. La oposición pudo haber hecho valer su representación electoral para, por ejemplo, poner la Cámara en Comisión y analizar en conjunto un reglamento que permitiese conjugar la conformación de las comisiones respetando la voluntad popular.
Lo que se hizo en cambio fue “interpretar” el reglamento para “ser solidarios” con las fuerzas minoritarias y garantizar de paso la mayoría oficialista en las comisiones, o al menos la mitad.
La interpretación la realizó… sí, el MPN, con una simple nota de la presidencia de la Cámara, que re significó las matemáticas y consideró a los bloques de dos integrantes como bloques unipersonales (¿?) y luego repartió el resto, con un “casual” saldo a favor. Fue la única fuerza que logró sumar un nuevo integrante por la división de cocientes.
En aquella sesión de 2007, de la versión taquigráfica se desprende que el miembro informante de esa reforma fue un aliado, Horacio Rachid (Apertura Popular), quien reconoció entonces que las modificaciones se introducían “tomando como escenario la integración de la Legislatura a partir del próximo 10 de diciembre”.
Rachid reveló que el resultado electoral “otorgaba cinco diputados al Bloque del MPN; cuatro o cinco diputados, con o sin redondeo de decimales, al Bloque de la Concertación y un diputado al Bloque de Alternativa, quedando cuatro Bloques políticos para repartirse uno o dos lugares -según sea el efecto del redondeo o no- en cada una de las once Comisiones”.
Los diputados de la oposición realizaron todo tipo de críticas, advertencias y denuncias.
La más fuerte fue de Carlos Moraña (ARI). Cuestionó la reforma del quórum y aseguró que la modificación viola la Constitución. “Cuando en la terminología parlamentaria se habla de mayoría absoluta, es la mitad más uno. Y la mitad más uno, en este caso, es diecisiete y medio más uno, dieciocho y medio. ¿Por qué diecinueve?¿Por qué no dieciocho? Porque falta el medio y porque entonces no es la mitad más uno, es una concepción que no es caprichosa y que no la inventamos ni en esta Legislatura ni en la otra Legislatura anterior, esta concepción viene desde los inicios del texto constitucional” denunció.
“Hay una gobernabilidad autoritaria que pretende perpetuarse con esta reforma”, sentenció Raúl Radonich (Frente Grande). “Los proyectos que impulse Jorge Sapag –añadió- no van a requerir ningún consenso ni otra cosa que los votos y la tramitación que hagan los diputados del oficialismo”.
Marcelo Inaudi (UCR), apeló a su buen humor cordobés y sugirió“darle el premio nobel de la picardía” al MPN. “Quisieron construir un tren y le metieron atrás de la locomotora un avión, un barco, tres kilos de yerba, un conejo soltero y un camello embarazado, y esto es un tren. Yo admiro los esfuerzos del miembro informante por querer sacarle jugo a una piedra” sostuvo entonces.
Ariel Kogan (PJ) sentenció que “no hay forma de fundamentarlo técnicamente ni por ningún principio, está hecho a medida”.
Un lugar muy visitado por el análisis político regional (y ampliamente confirmado en los hechos) sostiene que la hegemonía del Movimiento Popular Neuquino en el gobierno no podría explicarse sin atender la cuota parte que le corresponde a la oposición, cuya fragmentación lo ha favorecido a lo largo de toda la historia institucional de Neuquén.
Esta nueva experiencia no necesitó de miserias electorales, bastó con el desconocimiento inicial del funcionamiento legislativo y la escasa comunicación entre los bloques opositores. La cuenta pendiente sigue esperando ser cancelada.
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