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28/03/2017

La salud en terapia intensiva

La salud en terapia intensiva | VA CON FIRMA. Un plus sobre la información.

El autor advierte sobre el sistema de salud en la Argentina: “se estimularán las prácticas rentables y de alta complejidad para la crema solvente que puede pagarlas” porque “se mantendrá e incrementará el criterio de negocio de la salud”.

Osvaldo Pellin

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Ya casi no hay dueños de clínicas privadas de las que sean dueños “los médicos”. Desde que la SALUD  empezó a ser un negocio, gracias a las políticas neoliberales, los grupos económicos concentrados tomaron la conducción y el dominio del sistema.

El  médico, en la mayoría de los casos, es un empleado jerarquizado de los sistemas prepagos y de las cadenas de centros de internación.

La proletarización tan temida para los médicos llegó. A lo sumo pueden aspirar a ser asalariados que trabajen a destajo para facturar en beneficio de las grandes corporaciones.

Hoy, el sistema de salud se sostiene mediante una asociación entre las obras sociales y el pago directo del paciente en el momento de ser atendido. El apéndice de ese subsistema es el sistema público de salud, que languidece lejos de la preocupación del gobierno de Mauricio Macri.

Esta configuración no muestra todas sus fisuras en circunstancias de pleno empleo o cuando se llevan a cabo políticas de inclusión, que como ya se sabe, no es el caso actual.

El Estado popular se asemejó al modelo de la época de Carrillo. Entonces, mientras desde el Ministerio de Salud se aplicaba la prestación directa en todo el país con hospitales de jurisdicción nacional y se concentraba en las grandes luchas contra las endemias, la Fundación Eva Perón y el gobierno de entonces mandaban un doble mensaje. La Fundación construía y equipaba planta física y desarrollaba las ramas auxiliares de la atención médica, como la enfermería. Por su parte, Perón estimulaba a los sindicatos a no ocuparse profesionalmente solo de las condiciones laborales a nivel de la fábrica o el ámbito laboral sino dando otras prestaciones a sus afiliados entre las que se encontraban la salud, el turismo y el deporte.

Es claro que la gestión de los Kirchner resumió en uno el mandato doble de la época donde estaba vigente la Fundación Eva Perón.

En otras palabras, hubo una sana preocupación por la cobertura en salud de todos los habitantes a través de las políticas públicas  emanadas desde el ministerio de Carrillo y de los objetivos dados a los trabajadores al organizar las obras sociales.

Eso dio lugar a superposiciones y a duplicación de recursos, que fue cuestionado a partir del derrocamiento de Perón, por los técnicos de la Oficina Sanitaria Panamericana que coincidieron con la llegada al país del FMI para que todo el presupuesto público de salud redujera el “gasto”. Renacía el terror  a la democracia social, que se trataba de combatir con restricciones a los derechos adquiridos por la sociedad

Se transfirieron los servicios de salud a las provincias sin aporte presupuestario y las obras sociales se desfinanciaron por los ajustes  salariales y la desocupación.

Ahora estamos en un momento crítico, sólo que aún no ha estallado la pérdida de cobertura de grandes grupos humanos originado en las recientes cesantías, que se han producido en el 2016  y el descenso de los niveles salariales. Todo terminará con recursos insuficientes y una vez más, como en todos los gobiernos neoliberales, el Estado se corre de su responsabilidad, debilitando su aporte presupuestario a los servicios públicos de salud.

En síntesis, el sistema de modo implícito y gradual, ha conseguido obligar al paciente a aportar en forma directa para su atención en el peor momento de su vida: cuando está enfermo. Mientras tanto, el  servicio público deja de ser una salida compensatoria dado su progresivo vaciamiento y así el acceso a la salud para muchos argentinos hoy es una quimera.

El CUS o Cobertura Universal de Salud que trata de instituir Macri no es más que echar mano a los recursos acumulados de los trabajadores y de los empleadores, al Fondo Solidario de Redistribución y armar en los papeles y mediante un decreto un seguro de salud que no se moverá de las coberturas que actualmente dan las obras sociales.

El CUS no deja de ser una excusa para liberar las manos del PEN en contubernio con los sindicatos y las prepagas para hacer más fluido el flujo de recursos del Fondo Solidario a esos sectores. Una nueva “atención” de Macri a la CGT que le asegure seguir apretando a los trabajadores mientras la burocracia sindical se apoltrona en sus sillones mirando para otro lado. Es evidente: en Cambiemos hay populistas auténticos.

Con referencia a lo que viene, se mantendrá e incrementará el criterio de “negocio” de la salud, se olvidarán las grandes luchas contra las endemias, se relegará todo lo preventivo que sea de baja plusvalía y como se ha observado en los países con un sistema neoliberal como el que se pretende instalar una vez más en la Argentina, se estimularán las prácticas rentables y de alta complejidad para la crema solvente que puede pagarlas.

Lo patético será ver a los más poderosos viajar a los EEUU para tratar allí cualquiera de sus dolencias.  A esos el sistema actual se los perderá en su calidad de “clientes”.

29/07/2016

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