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26/02/2017

Panorama económico para este año

Panorama económico para este año | VA CON FIRMA. Un plus sobre la información.

La economía se parece a la vieja meteorología, al punto que uno de los dichos comunes de la profesión era que “Dios inventó a los economistas para que los meteorólogos no pasen tanta vergüenza”.

Humberto Zambon

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En la economía real influyen innumerables factores, lo que obliga a la teoría a la construcción de modelos abstractos y, por lo tanto, simplificados de la realidad; esto implica trabajar solamente con las variables que se consideren fundamentales y hacer abstracción, dejar de considerar, al resto. Pero basta que una de las variables “dejadas de lado” adquiera una importancia no prevista para que todas las conclusiones que se pudieran haber obtenido del modelo simplificado se vengan abajo.

Por eso es tan difícil hacer predicciones económicas. En esto la economía se parece a la vieja meteorología, al punto que uno de los dichos comunes de la profesión era que “Dios inventó a los economistas para que los meteorólogos no pasen tanta vergüenza”. Claro está que con la información satelital y otras herramientas la meteorología avanzó muchísimo y sus pronósticos están resultando bastante aceptables. Pero para la economía no ocurrió nada semejante.

A pesar de ello voy a tratar de imaginar lo que puede ocurrir este año con las principales variables económicas.

Salarios: el sector trabajo fue uno de los más castigados durante el año 2016: se perdieron unos 200.000 puestos laborales y los salarios perdieron entre el 7 y el 10% de su poder adquisitivo. Y en estos primeros días del año continúan los despidos y suspensiones mientras que el gobierno procura establecer un techo a las negociaciones salariales en las convenciones colectivas del 17 al 20%; de lograrlo se habría legalizado la pérdida en el salario real del año anterior a lo que habrá que adicionar la pérdida que implique la diferencia entre esos porcentajes y la inflación real de este año. A pesar de contar a su favor con el aumento de la desocupación (en estos casos los trabajadores priorizan la conservación del trabajo más que el ingreso salarial) es muy difícil que lo consigan, ya que el año comenzó con el aumento logrado por los bancarios del 23,5%, mientras que se aprecia un fuerte aumento en la conflictividad social. Es probable que los aumentos salariales del año estén entre el 20 y el 30%, e inclusive más, dependiendo de la inflación futura.

Sector externo: Brasil, nuestro principal socio comercial, sigue en crisis mientras que el resto del mundo, en especial a partir del cambio de gobierno en Estados Unidos, tiende a cerrarse y defender sus mercados internos. Es decir, el panorama se presenta muy complicado.

El año pasado las exportaciones crecieron el 1,7%. De su análisis se puede comprobar que cayeron fuertemente las de origen industrial mientras se subieron las primarias, fundamentalmente por la exportación de las cosechas retenidas en los años anteriores, cosa que no se va a repetir este año. Por su parte, las importaciones subieron el 6,9%, principalmente en artículos de consumo, cosa que este año se va a incrementar. El resultado de la balanza comercial será negativo por primera vez en varios años (el presupuesto oficial prevé un déficit de 1.846 millones de dólares, estimación que posiblemente quede corta) y que se cubrirá con mayor endeudamiento externo.

Inversiones: Con el mercado interno deprimido por la baja del consumo y el externo con panorama negativo y con solamente un 64,5% de ocupación de la capacidad industrial instalada es difícil pensar en nuevas inversiones; esto agregado a la política que está aplicando el presidente Trump y la situación de estancamiento mundial que tampoco permite pensar en llegada masiva de inversiones extranjeras directas. En resumen, la prometida “lluvia de inversiones” no es más que una ilusión.

Gasto público: en el año 2016 hubo una fuerte caída en el gasto público, que en el caso de las inversiones fue mayor al 30%. Para este año, año electoral, es de prever una puja entre el sector “técnico” (el ministro Dujovne acaba de anunciar el mantenimiento del ajuste con mayor reducción del gasto) y el político, que pretenderá realizar obras además de los anuncios vacíos de contenido y de fondos, como el Plan Patagonia presentado en Viedma. Hay que esperar para ver cómo se resuelve este conflicto, aunque con un déficit fiscal desbocado (producto de la quita de las retenciones a las exportaciones primarias y a la recesión provocada) es imposible pensar que el gasto público pueda convertirse en un factor de recuperación económica.

Tipo de cambio: el dólar está “planchado” para evitar su incidencia en la inflación, cosa que procurarán mantener al menos hasta octubre, mes de las elecciones. Se está repitiendo la política de la convertibilidad, de tipo de cambio fijo a cambio de deuda externa, combinación explosiva que terminó con la profunda crisis del año 2001.

Inflación: el Banco Central ha pronosticado una inflación del 15% anual mientras que el presupuesto nacional lo hace en 17% y el presidente habla de “menos del 20%”. En enero las estimaciones privadas dan por encima del 1,6% acercándose la mayoría al 2% y la Dirección de Estadística y Censos de la Provincia de Buenos Aires, que cuenta con mejores herramientas, dio a conocer una inflación mensual del 1,9%, que equivale al 25% anual; el Indec dio un dudoso 1,3% que, curiosamente, coincide con la meta del 17% anual. Lo cierto es que en este mes no hubo aumento de las tarifas de servicios públicos ni ajustes salariales que afectarán negativamente a ese índice, por lo que es de suponer que la inflación finalmente oscilará entre el 25% y el 40% que superó el año pasado. El intervalo es demasiado amplio debido al que el resultado final depende de lo que ocurra con las paritarias y el tipo de cambio; si se me pidiera un número probable entraríamos en el campo del pálpito, y en este caso yo diría 33%.

PBI: El año pasado nuestra economía cayó un 2,3% según el Indec (cerca del 3% para la mayoría de las estimaciones privadas). Para el corriente, con el consumo deprimido por la caída de ingresos y sin que las inversiones, el sector externo o el gasto público actúen como motor de crecimiento, el mejorar ese resultado puede considerarse un éxito. Siendo optimistas podemos esperar una caída entre cero y el 2% anual.

29/07/2016

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