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Columnistas
24/05/2016

Comunicación y mercado

El presidente de la impolítica

El presidente de la impolítica | VA CON FIRMA. Un plus sobre la información.

Para defender el veto de Mauricio Macri a la ley “antidespido”, el asesor presidencial ecuatoriano Durán Barba señaló sin tapujos: “cuando vetas la ley crece tu popularidad y se derrumba la del Congreso”. Una forma de construir y ver la política. Dos modos opuestos de transitar la democracia y ejercer el poder.

Gabriel Rafart *

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Los dichos recientes de Jaime Duran Barba fueron más allá de una simple provocación dirigida a la oposición política del país. Al señalar que a la sociedad no le interesa ni la ley ni el rol del los legisladores arremetió contra la Constitución y el parlamento. Cuestionó la naturaleza de un presidencialismo donde los poderes se comparten ejerciendo a su vez una competencia leal. Todo a propósito de su defensa del veto de Mauricio Macri a la ley “antidespido”. A modo de consejo el ecuatoriano señaló sin tapujos “cuando vetas la ley crece tu popularidad y se derrumba la del Congreso”. Piensa en un presidente que actúa liberado de las ataduras de los poderes que lo obliga a cooperar con el Congreso de la misma manera que se propone liberar a las fuerzas del mercado. Siguiendo esta línea de acción varias voces de Cambiamos anunciaron próximos vetos si el Presidente considera que el Congreso vota leyes no deseadas por el ejecutivo.

El asesor privilegiado del PRO puso en “contexto” la necesidad de un presidente que responda a las demandas de la “gente”. Habrá futuro para el presidente si acepta la política de la impolítica. Siempre dejando atrás los modos antiguos, aquel que trabaja sobre las disputas, la razón, los contenidos emocionales y por supuesto las muchedumbres en las calles. Ese jefe de ejecutivos debe saber la diferencia entre la vieja y la nueva política al aplicar el método científico, según Duran Barba. Método que identifica a los nuevos electores latinoamericanos que no sienten la necesidad de ser representados sino “atendidos” como clientes de servicios. La política es un servicio más. Siempre dentro del reinado de una “sociabilidad individualista” que se comunica de manera horizontal privilegiando las redes provistas por las nuevas tecnologías.

De allí que esos medios hacen la “política” de un cara a cara virtual. Los electores clientes hablan en la redes y aceptan una representación como servicio. Todo lejos de los partidos o de aquellos modos en que la vieja política, siguiendo a Duran Barba, era gobernada. En el caso de que la política siga insistiendo en formaciones partidarias y plazas de masas motivadas y emocionadas, se debe a la irrupción de la política como espectáculo fabricado. Y si en el centro de toda plaza se eleva un líder carismático, es síntoma de viejos actores de teatros viejos adaptados a lo nuevo de la política. Habla de escenas divertidas y efímeras. Aun más ese líder no es expresión de lo tan viejo porque lo suyo es puro oportunismo, histrionismo verbal y astucia. Bajo este diagnóstico hay un modelo deseable de política para las democracias. Nada mejor que la política expresada desde los medios, la plaza ausente y los presidentes que comunican desde sus actos sin aplaudidores ni emociones.

La tentación impolítica –diría un reconocido autor francés- es el riesgo con que corre la nueva derecha política mundial. Se ve tanto en la Italia post Bernasconi como en el Brasil de la destitución de Dilma. Llegó a la Argentina de la mano de Macri y Duran Barba.

Expresiones empobrecidas y negativas destinadas a “despolitizar la democracia” pueden construir a ese presidente de la impolítica.   



(*) Historiador, autor del Libro “El MPN y los otros”
29/07/2016

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