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Fue un mal año. Por lo menos para los asalariados, para los pequeños y medianos empresarios, para los productores; para los luchadores sociales, los defensores de los derechos humanos; los que creen en la dignidad nacional, los que tienen memoria; los que son agradecidos; los que conocen la vergüenza; los que no se conciben a sí mismos sin el ‘otro’; para los que quieren a este país más que a su propio patrimonio; para más de la mitad de los argentinos, mucho más, 2016 fue un año malo, muy malo.
Curioso. Para mucha gente, no solamente los muy jóvenes, los que no vivieron el pasado ominoso del ’55, el ’76 o los ’90, también para algunos que vivieron esas etapas traumáticas, las conquistas obtenidas durante los últimos 12 años eran poco menos que intocables, derechos adquiridos que estaban más allá de todo, no importa quién o con qué programa accediera al gobierno.
Ahora se ve, lamentablemente no fue así -nunca es así- y muchos de los que practican cierto cuentapropismo moral, ese que se expresa en dichos como “yo siempre trabajé”, “a mí los militares no me hicieron nada”, “lo que tengo me lo gané yo solo”, vienen de hacer un aprendizaje doloroso.
Quizás no lo reconozcan todavía o tal vez no lo hagan nunca, pero ahora saben en su fuero íntimo que cualquier argentino puede romperse el alma para mejorar, para lograr un futuro mejor para él y su familia, pero si no hay un gobierno que piense en la gente, que trabaje en el sentido histórico de las mayorías con sentido nacional, no necesariamente le irá bien. Más aún, muy probablemente le vaya mal.
No ha sido un mal año porque sí, no se trató de una fatalidad de la naturaleza, no ha sido bueno porque todo o casi todo lo que hizo el nuevo gobierno fue en contra de las mayorías, y muchas veces en contra del país.
Este -es preciso decirlo- no sólo es un gobierno de ricos administrado por ellos y su personal de confianza, sino también y muy especialmente un gobierno en contra de los pobres; una verdadera revancha de las clases altas contra la clase media y los de abajo. Contra esos que se compraron el aire acondicionado y se tomaban vacaciones.
Aunque en la década pasada los ricos ganaron mucho, como siempre, se les hizo difícil soportar los altos salarios de los sectores medios y bajos, y que éstos se beneficiaran del reparto de la riqueza mientras les hacían pasar un mal rato a sus socios, las multinacionales, el FMI y los especuladores financieros, que son carne de su carne.
Claro, esos cualquiera protagonizaban un presente que sacaba a los poderosos de su lugar de privilegio y peor aún, se atrevían a contar una historia que colocaba a esos patricios en el lugar que siempre han ocupado, el de cómplices de todas las felonías que se han hecho contra este país y su gente. Por eso, aquello de la “dictadura cívico militar”, por ejemplo, era insoportable, porque para ellos la historia la escriben los de arriba y no los pobres diablos.
Este es también un gobierno contra los de abajo, porque seguramente en algún momento de la “década ganada”, ellos los de arriba, han sentido miedo. Y ahora quieren su propio ‘nunca más’.
Veamos, en un breve repaso, algunas de las medidas adoptadas durante el año que termina por el gobierno que lleva adelante esta verdadera revancha de clase.
-Antes de empezar, Macri se niega a recibir los atributos del mando de la presidenta saliente e inventa un improbable presidente interino para que le coloque la banda. Todo un símbolo de ruptura con el pasado.
-En su gabinete nombra a decenas de ejecutivos de las principales empresas: Shell, Techint, HSBC, General Motors, Clarín, Telecom, JP Morgan, Citibank, Telefónica, Coca Cola, etcétera.
-En una decisión sin precedentes, nombra por decreto y sin acuerdo del Senado a dos nuevos jueces de la Corte. Pero es demasiado grueso y tiene que dar marcha atrás, hasta sus aliados radicales le dicen que es inconstitucional.
-Desmantela las regulaciones del mercado cambiario, devalúa en un 50% el peso y se endeuda por primera vez para fortalecer el tesoro del Banco Central. La medida desencadena una escalada inflacionaria y una transferencia de ingresos a los exportadores de cereales.
-Elimina de un golpe derechos de importación (retenciones) para productos del agro y reduce otros.
-Interviene por decreto el Afsca y la Aftic desconociendo ley de Servicios de Comunicación Audiovisual y modificándola a su antojo.
-Su socio, el gobernador radical de Jujuy Gerardo Morales, detiene y encarcela por “hacer un acampe” a la dirigente de la Tupac Milagro Sala.
-El ministro de Cultura de la ciudad, Darío Lopérfido, pone en duda provocativamente los 30 mil desaparecidos.
-Interviene el Indec y produce un ‘apagón estadístico’ de meses.
-Contrariando nuevamente la Constitución, intenta sin éxito desplazar a la procuradora general de la República Gils Carbó.
-Su ministro de Energía, el ex gerente de Shell Juan José Aranguren, lanza el tarifazo eléctrico.
-Retoma la negociación con los fondos Buitre y termina pagándole más de lo que ellos mismos esperaban y en efectivo. Para hacerlo posible produce el segundo gran endeudamiento de su gestión.
-Elimina las retenciones a la minería, en beneficio de un sector que ya se había potenciado con la devaluación.
-Elimina buena parte de las barreras aduaneras allanando el camino para la destrucción de la industria, el trabajo y el mercado interno.
-Comienza una ola de despidos y persecuciones políticas en todos los ámbitos de la administración pública, que más tarde se traslada al sector privado, aumentando la desocupación en 3 puntos.
-Aumenta en 1 millón 4000 mil personas la cantidad de pobres.
-Estalla el escándalo de las empresas offshore en paraísos o guaridas fiscales entre los que aparecen involucrados el presidente y varios miembros de su gabinete.
-Con la citación del juez Bonadío a cristina Fernández de Kirchner comienza la persecución político judicial a la ex presidenta y sus ex funcionarios.
-Macri y su gobierno respaldan el golpe de Estado que destituye a la mandataria brasileña Dilma Rousseff.
-Veta la ley antidespidos aprobada por el Congreso con el apoyo de la oposición y las centrales obreras.
-Lanza un blanqueo para los capitales fugados del país por empresarios y ejecutivos como él.
-Ante la férrea resistencia de la sociedad, la Corte Suprema anula el tarifazo del gas que incluía subas del 2.000%.
-En uno de sus mayores papelones, Macri asegura que la primera ministra británica aceptó hablar de soberanía en Malvinas. La Canciller Malcorra lo corrige.
-La inflación, de más del 40% anual, reduce drásticamente el poder adquisitivo de la población, en especial de los más humildes que sólo tienen para comprar alimentos.
Y así mucho más… Todavía en este gobierno hablan de “pesada herencia”. Si no fuera por el colchón que permitió disfrutar de una década de prosperidad, esto ya habría estallado.
Pero se terminó el 2016 y con él el tiempo de descuento. Ojalá el gobierno aprenda. En el 2017 no habrá tanta paciencia.
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