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Primero rendir homenaje desde esta columna a uno de los políticos más importantes que tuvo la ciudad de General Roca, con una notable trayectoria provincial y nacional y que por circunstancias por todos conocidas murió un 1 de enero de 2012 a las 4.47, a solo 22 días de haber asumido la gobernación de la provincia. Carlos Ernesto Soria había cumplido un sueño que persiguió por años, pero lamentablemente no se lo dejaron ejecutar, ni a él, ni a la gran mayoría de los rionegrinos que habían depositado la confianza en su persona.
Coincidentemente con la muerte del “Gringo” Soria, también comenzaron a desaparecer, al menos del manejo del poder provincial, las estructuras políticas de los dos grandes y tradicionales partidos que gobernaron Río Negro, como fueron el justicialismo y el radicalismo, este último con mucha mayor preponderancia en los años de existencia como provincia.
Lo cierto es que tras una transición determinada por la asunción del vicegobernador para cumplir con el mandato del fallecido mandatario, el 14 de junio de 2015 por el 53% de los votos ganaba la gobernación Alberto Weretilneck, candidato por la Alianza Juntos Somos Río Negro, superando a Miguel Pichetto del peronismo por cerca de 20 puntos y a Horacio Massaccesi del radicalismo por más de 50. En tercer lugar con un 10% se ubicaba Magdalena Odarda de la Alianza Frente Progresista.
Un severo castigo a las nomenclaturas de los partidos, fundamentalmente al radicalismo, que desde aquel día dejó de ser junto al peronismo, la amplia mayoría y que todo parece indicar que si su dirigencia o quienes decidan asumir esa responsabilidad, no provocan una adecuación a los tiempos, seguirán siendo minoría por un tiempo más, por lo menos.
Aquel día se acabaron las fidelidades y hubo fuga de afiliados y sobre todo de dirigentes hacia el nuevo oficialismo provincial primero, y un poco después otros que buscaron refugio en el nuevo oficialismo nacional.
Tanto la UCR como el PJ, ya en este 2016 han convalidado sus conducciones en las figuras de Darío Berardi y Martín Soria que son los que se deberían reflotar las glorias perdidas.
Un camino muy difícil para los dos, generado en principio por sus duros problemas internos y que el año que iniciamos serán aún más duros y notorios.
Los radicales que quedan, buscarán guarecerse por ahora en Cambiemos y otros en Juntos. En el justicialismo todavía no está claro que van a hacer, salvo el decidido accionar de Martín a quien no parece importarle quien lo va acompañar, salvo su hermana.
Suele suceder con las elecciones de medio término que son un verdadero termómetro de lo que pasará dos años después. Aunque algunos analistas dicen que las legislativas son distintas a las generales, pero en este caso serán fundamentales y, salvo que sean muy parejas, que hoy es un imposible, van a sellar la suerte o el fracaso para el 2019.
El más jugado será el justicialismo que si no logra tener una buena performance en la elección a diputados, a la que se pretende llevar como cabeza a la hermana que quien pretende ser el candidato a gobernador luego, quedará igual o peor de lo que está el radicalismo.
Igualmente hay que esperar el comportamiento de las huestes de Pichetto o las pretensiones de Martín Doñate que son parte de una interna que aún permanece agazapada.
Hemos dicho varias veces en esta columna que Cambiemos aún no se formalizó en la provincia, cosa que es totalmente cierta y no solo eso, el Pro, que es el partido principal de esa alianza ya tiene sus propias internas.
Por ahora solo trascienden los intentos y esfuerzos de Juan Martín que se suma a cada acto que puede, junta a los intendentes radicales, gestiona obras, recaptura a Tortoriello y lógicamente querrá ser el candidato. Se trata de un hombre muy cercano a Emilio Monzó y hay que ver cómo le juega esa condición, para tener el aval de Macri y sus acólitos.
Odarda está dedicada a su banca, ya no tiene legisladores provinciales, y parece estar más cerca de Weretilneck que de otros.
Y en toda esta ensalada aparece el actual gobernador que tiene que ratificar títulos a partir de las legislativas.
“Desde lo político estamos bien. Me preocupa la economía”, dijo el mandatario para referirse al escenario electoral venidero.
Está convencido que los rionegrinos aprueban su gestión pero también sabe que lo económico muchas veces es el factor mas determinante en las urnas.
Por ahora sigue insistiendo en que su gobierno es la única expresión política que puede garantizar a los rionegrinos la defensa de sus intereses, en un claro intento de provincializar la elección.
Hace algunas horas en la ciudad que lo tuvo como Intendente dijo arengando a sus seguidores “la tarea no está concluida, está por la mitad y como todo proyecto vino para estar muchos años pero no por nosotros, sino para cambiarle la vida a los rionegrinos”.
El gobernador sabe que debe ganar para lograr sus objetivos, el de máxima que es reformar la Constitución provincial para tener posibilidades de quedarse un período más y el de mínima que será promocionar un candidato que se mantenga en el sillón de Laprida 212.
Esta última, una tarea nada fácil, sobre todo por la impronta que le ha dado Weretilneck a su gestión que es muy personalista.
Todo indica que finalmente será Alejandro Palmieri su candidato a diputado nacional, en la búsqueda de una elección que le permita ser en el 2019 el candidato del oficialismo, o a gobernador, si falla la reforma, o a intendente municipal de General Roca. En los dos casos deberá hacer una muy buena elección.
También hay muchos que especulan en que a pesar a las reiteradas afirmaciones del gobernador acerca de la independencia provincial de su partido, o por la presión económica o por una decisión estratégica para acabar con la vida política de los Soria, pueda terminar aliándose con el partido de Macri, y especialmente si Cambiemos sigue en veremos y sin hacer pie en Río Negro.
Es lógico que el presidente del justicialismo, por el contrario, trate de nacionalizar la campaña y pegar al gobernador con Macri. Juega todas sus cartas al fracaso de la economía, que como se sabe, tiene una tremenda incidencia en el humor social y consecuentemente en el voto de la gente.
Por lo pronto en la provincia la situación financiera es complicada, lo que trae aparejado conflictos gremiales, movilizaciones y protestas.
Por ello es importante para la gestión de Weretilneck buscar los recursos necesarios, como lo fueron en su momento los de la renegociación de los contratos petroleros, para afrontar las elecciones del 2017.
Por lo pronto está buscando lograr los dos tercios de la legislatura para la aprobación de un endeudamiento por 500 millones de dólares a partir de un bono que planea colocar el gobierno provincial para desarrollar un plan de reequipamiento para los municipios, obras y reactivación de la economía provincial.
El recurso de este tipo de endeudamiento ya ha sido utilizado por la mayoría de las provincias argentinas y aprobado por el gobierno nacional.
Lo cierto es que, por lo menos hasta estas últimas horas del año, todo indica que a pesar de las serias dificultades que se atraviesan, el hombre que aquel 14 de junio de 2015 logró imponerse a las estructuras con una alianza armada a los ponchazos y hoy consolidada en un partido provincial, sigue teniendo las mayores chances para hacer frente a las elecciones de medio término del 2017.
Es muy posible que más de la mitad de los rionegrinos que votaron a Weretilneck lo hayan hecho para sancionar o votar en contra de la oferta electoral de quienes estuvieron antes, como muchos argentinos lo repitieron el 10 de diciembre del año pasado, pero no es menos cierto que la dirigencia de los partidos tradicionales no han hecho mucho para cambiar de figuras y de estilos.
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