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27/12/2016

Derroteros infames

Derroteros infames | VA CON FIRMA. Un plus sobre la información.

Los Macri conocen la "honorata societa" que proviene de la vieja Italia. Como los primeros inmigrantes de la península que llegaron a New York, al Bronx, a Brooklin y a otros lugares de Estados Unidos.

Osvaldo Pellin

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Se puede llegar a decir todo de los malos gobiernos y quedarse, como ciudadanos, condenados a su derrotero infame. El gobierno de los Macri (incluyo a sus soportes políticos como Sanz, Carrió, legisladores, figuras públicas inclasificables, intendentes y viejos nostálgicos del menemismo y de la dictadura militar) son un claro ejemplo. Se agotan los términos críticos porque el debate no tiene lugar y porque el gobierno se cierra en un "pensamiento único". El juego dialéctico se atasca en cuanto a una conclusión provisoria . Es más, hasta es previsible el devenir de la gestión que se profundizará en base a aquel "pensamiento único", las medidas que por lógica aplicara el gobierno, que sabe desde qué mirada arreciará la crítica.  La suma totaliza una puja ideológica en la que casi siempre triunfa el que tiene la potestad de detentar el poder político y la tan segura como positiva valoración del periodismo de la derecha militante.

Luego de esta compleja explicación, intento justificar mi silencio critico ante las avanzadas de los Macri, por previsibles e incrementales en el tiempo y en el espacio.

Intentemos salir. Los Macri conocen la "honorata societa" que proviene de la vieja Italia. Como los primeros inmigrantes de la península que llegaron a New York, al Bronx, a Brooklin y a otros lugares de Estados Unidos, salieron de la pobreza ofreciendo compulsiva protección a sus compatriotas en esos mismos barrios y mas allá de la represión que eventualmente padecieran, amaron a ese país y admiraron su incontenible empuje y crearon de la hostilidad y la competencia una organización criminal, equivalente a una fuerza armada que les dio respaldo y prestigio de invulnerabilidad.

Sabemos que los Macri se prepararon para triunfar, por su procedencia geográfica y por lo que el sistema les brindó como obsequio,  sin reparar en la violencia ni en la ilegalidad de los métodos a emplear. Adhirieron o crearon modernamente ONG de procedencia de la derecha autoritaria, para lo cual el neoliberalismo implantado en la Argentina desde la década de los '70 y '80, contemporáneo a la asunción presidencial de Reagan, les sirvió de trampolín para incrementar astronómicamente su capital y sus vinculaciones políticas con las oligarquías de las más diversas procedencias.

En conclusión, nadie podrá apartar a los Macri, a partir de esa evolución, de su convencimiento de que las cosas están bien como están. Subestiman así el aporte de las teorías económicas que se apoyen en el consumo y en la distribución más equitativa del ingreso. La injusticia en este tópico, discriminatoria y clasista, es la herramienta que no debe abandonarse so pena de desmejorar los excedentes entre las familias más ricas del país. La plusvalía no debe retraerse, debe agrandarse la pérdida del poder adquisitivo de la población y consecuentemente la pobreza y la insólita campaña de asignar bienes en exclusividad a las clases más ricas, como automóviles, electrodomésticos, viajes y equipos electrónicos.  Además de localizaciones donde instalar a los menos favorecidos: barrios periféricos, viviendas precarias sin confort ambiental.

¿Es que estamos hablando de política o de una usurpación de derechos conculcados por la coacción de un Estado al servicio de los más poderosos?

La llamada voluntad de las mayorías ha perdido fuerza como axioma democrático, a favor de sistemas que consideran que esas mayorías han perdido poder en el sistema que cada vez condiciona más por medio de leyes amañadas y de manipulaciones el progresismo democrático. Hoy vale más el contubernio entre fuerzas aparentemente opuestas que se tornan afines mediante el subterfugio de convertir el gobierno en un engendro de la oligarquía y la plutocracia. En ese lugar la voluntad del pueblo es inerme, sobornable y ninguneada.

Desaparecen la transparencia de los contratos sociales y se enseñorea la desigualdad.

A esta altura cabe aclarar que la sensación de derrota del campo popular es sólo transitoria y no deja de percibirse el latido que da vida a la esperanza fundada en la toma progresiva de conciencia de las grandes mayorías.

Estas perversas asociaciones de dirigentes, medios de prensa y poder judicial van camino a su propia autodestrucción, ya que como nos enseña la historia, son portadoras de la semilla de la disociación. Alguna vez la codicia, que no tiene techo, se cruzará y enfrentará a los diversos grupos que hacen de la plutocracia la fosa de su propia existencia.

29/07/2016

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