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25/12/2016

Navidad con Scrooge

Navidad con Scrooge | VA CON FIRMA. Un plus sobre la información.

Que Dickens eligiera el título de “A Christmas Carol” para su cuento tiene sentido. La festividad que había sido prohibida en tiempos de Oliver Cromwell. También, suena lógico que ese gran narrador buscara escribir sobre navidades prohibidas ya no por decreto, sino por efecto de la desigualdad social.

María Beatriz Gentile *

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La Navidad es una festividad controvertida. Sabemos que del encuentro con el otro se pasó rápidamente a una celebración del consumo; pero igualmente no dejamos de repetir rituales y esperar que se cumplan los deseos de bienestar y prosperidad.

Charles Dickens, ese gran narrador social de la Inglaterra victoriana, escribió uno de los cuentos más logrados sobre esta fiesta: “A Christmas Carol” o más conocido por los fantasmas de Scrooge, ese avaro y usurero inglés que en la víspera de los festejos es visitado por el alma en pena de su ex socio Jacobo Marley y tres espíritus a los que deberá escuchar.La historia es conocida, los fantasmas le hacen recorrer su pasado, le muestran el presente y el futuro, asociado en este caso al castigo, y entonces el anciano despierta, recapacita y corrige su horrible existencia.

La obra publicada en 1843 tuvo un éxito rotundo en el Reino Unido. Logró revalorizar una festividad que había sido prohibida en tiempos de Oliver Cromwell, por considerar que promovía los excesos y tornaba indignas a las costumbres inglesas. Seguramente para este puritano protestante -convertido en Lord Protector del Parlamento británico en 1653- la razón no era esa sino que la celebración era vista como reafirmación del credo católico romano que desacreditaba la Reforma Protestante. La fecha fue eliminada, se decretó al 25 de diciembre como cualquier otro día laborable –incluso Cromwell hizo que durante diez años el Parlamento sesionara ese día- y se ordenó al ejército confiscar comidas, adornos, árboles navideños e imponer un férreo silencio en torno a los “Christmas carols” (los famosos villancicos).

Que Dickens eligiera ese título para su cuento tiene sentido, al igual que buscara escribir sobre navidades prohibidas ya no por decreto, sino por efecto de la desigualdad social.

Ebenezer Scrooge es un personaje detestable que se presenta en la historia negándose a dar un donativo para los pobres y exclamando “¡¿No hay prisiones?! ¡¿No hay asilos para esta gente?!”. Pobreza y delincuencia asociada ilícitamente en la mirada de un hombre rico que además, ante el comentario de que muchos preferirían morir antes que acudir a esos lugares, no duda en afirmar que su muerte sería una buena solución para detener la sobrepoblación.

Su ex socio Jacobo Marley no se queda atrás. Representado como un estafador de viudas –mujeres sin derechos civiles ni políticos en la Gran Bretaña del XIX- y niños huérfanos obligados a trabajar en minas y fábricas, ha sido condenado a deambular con enormes y pesadas cadenas por toda la eternidad.

Por último los espíritus navideños serán entonces los encargados de hacer justicia, simbolizados en el mago blanco del pasado, en el gigante insaciable del presente y en la huesuda parca del futuro.

Es sabido que los escritos de Dickens tienen mucho de autobiográfico. Nacido en una familia de clase media baja, debió mudarse a la cárcel junto con su padre que había sidocondenado por no pagar sus deudas. Con 12 años de edad trabajó en una fábrica de betún para calzado donde experimentó todo tipo de abusos. Convertido luego en periodista y escritor se dedicó a denunciar las condiciones miserables a las que eran sometidas las clases trabajadoras en general y la niñez en particular en los inicios del desarrollo capitalista.

Pasado el tiempo, es probable que Cromwell se equivocara en prohibir la Navidad pero también Dickens en salvar al protagonista. La historia demostró que los Ebenezer de antes y los actuales sólo le temen al fantasma que provoque la caída de sus activos financieros y difícilmente se arrepientan de sus acciones.

Los cuentos son una forma de relatar metafóricamente la vida real y la vigencia de esta historia tal vez resida menos en el mensaje cristiano del perdón y el castigo que en recordarnos que los Scrooge siguen siendo responsables de que para muchos, creyentes o no, los deseos de prosperidad y bienestar no lleguen a cumplirse nunca. Por eso habrá que esperar menos del espíritu navideño y hacer lo posible para escribir otra historia, tal vez menos fantástica pero decididamente más justa. 



(*) Historiadora, decana de la facultad de Humanidades de la Universidad Nacional del Comahue.
29/07/2016

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