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30/10/2016

La crítica ideológica a Keynes

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A pesar del esfuerzo de la ideología liberal por enterrarlo, a 80 años de la publicación de la “Teoría General”, con sus errores y limitaciones, el pensamiento keynesiano sigue vivo y muchas de sus enseñanzas, con su lógica provisionalidad, siguen científicamente vigentes.

Humberto Zambon

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La realidad social se presenta como un caos de relaciones entre los diferentes actores, interrelacionados entre sí, de forma que todo parece tener que ver con todo. Como no existe laboratorio donde buscar causalidades y verificarlas, el método utilizado consiste en recurrir a la abstracción: seleccionar las variables que se presentan como relevantes y poner entre paréntesis, suspender, provisoriamente eliminar, a todas las demás; con las variables seleccionadas y con la elaboración de hipótesis al efecto se construye un modelo de funcionamiento simplificado; bajando el nivel de abstracción e incluyendo elementos antes excluidos se completa el modelo acercándolo a la realidad según las necesidades o motivaciones del investigador. En todas las etapas es necesario cotejar los resultados parciales de forma que sean compatibles con la experiencia de la realidad a explicar.

Es decir, la teoría económica, como toda ciencia social, consiste en la elaboración de un modelo simplificado y, por lo tanto, abstracto, de la realidad que, como toda ciencia fáctica, debe cumplir condiciones de validación de sus avances en la elaboración del conocimiento. Esas condiciones son: 1) Cumplir con las reglas de la lógica y 2) que sus resultados sean compatibles con la realidad estudiada.

Las relaciones sociales no son estáticas sino que varían en el espacio y en tiempo, por lo que los modelos propuestos se refieren a un instante de ese permanente cambio histórico, lo que hay que tener en cuenta para evaluar cada teoría. El criterio de verdad está relacionado con la práctica, esto es, con la experiencia histórica que muestra si es idóneo o no para explicar una determinada realidad e intervenir en ella.

Como la verdad no es evidente (si lo fuera la ciencia sería superflua) todo conocimiento científico es provisorio y superable, existiendo la posibilidad de ser descartado por otro más apto para  explicar la realidad, de forma que el estado del conocimiento puede considerarse como una etapa en un largo camino que tiende a esa verdad. No existe en ciencia la verdad absoluta sino que todo conocimiento es factible de ser refutado por la práctica. Es “falsable”, según el decir de Karl Popper.

En cambio la ideología es el conjunto de ideas y creencias referidos a la realidad colectiva, ya sea respecto a la organización y funcionamiento de la sociedad en su conjunto o sobre los aspectos políticos, religiosos o de bien común. Una ideología, además de un sistema de creencia, suele ser un programa de acción concreto y puede o no basarse en el conocimiento científico pero, básicamente, ambos son esferas independientes aunque estén relacionadas entre sí. Esta separación no tiene carácter valorativo, porque la ideología es imprescindible en la vida individual y en la política; ésta, sin ideología, deviene en puro pragmatismo.

En la elaboración de los modelos tanto la selección de las variables como la elaboración de hipótesis dependen del contexto sociopolítico en que se ubica el investigador y de los  intereses de la clase social a la que pertenece y también a los intereses personales que lo condicionan; es decir, esas tareas están impregnadas de ideología. Como dice Buonaventura de Souza Santos, no es el mismo modelo que puede construir un participante del Foro de Davos con otro del Foro Social de Porto Alegre. Esto explica también porque pueden coexistir modelos diversos que tratan de explicar el mismo fenómeno económico.

Toda la disquisición anterior se origina en la lectura de una nota de opinión en un diario regional (25/10/16) en la que se puede leer: “Muchos economistas conocidos entienden que la obra de Keynes tiene fallas tan profundas –está incluso tan colmada de errores- que no es necesario estudiarla. Por cierto, en muchos casos, prevalece la opinión de que la revolución keynesiana en lo que atiene a la política económica fue un intervalo infortunado que hoy ya ha sido superado”.

El párrafo citado dice claramente que se trata de opiniones y creencias (“entienden”). Es decir, el artículo reconoce que es ideología. Pura ideología liberal.

Si vamos a la evidencia histórica, la política keynesiana puede mostrar el éxito durante 25 años, después de la guerra y hasta los años ´70, que fue el período dorado del capitalismo, en el que hubo una expansión continua de la economía mundial, prácticamente con ocupación plena, basada en el aumento del ingreso real de los trabajadores (los sueldos crecían al mismo ritmo que el aumento de la productividad del trabajo) y el incremento del gasto del estado en lo que se denominó “sociedad de bienestar”.

En cambio el liberalismo mostró su fracaso con la crisis de los años ’30 y, luego de su regreso en los  ’70 como neoliberalismo, en la construcción de un mundo con distribución cada vez más inequitativa y en crisis permanente. También fracasó en los reiterados ensayos realizados en nuestro país. En otras palabras, no superó el requisito de la verificación objetiva; no reúne las condiciones que requiere un conocimiento científico para ser aceptado como tal. La creencia que el mercado es el mejor asignador de recursos y que sus decisiones son sagradas, sin que deba intervenir el estado, es solamente eso: una creencia, una ideología.

A pesar del esfuerzo de la ideología liberal por enterrarlo, a 80 años de la publicación de la “Teoría General”, con sus errores y limitaciones, el pensamiento keynesiano sigue vivo y muchas de sus enseñanzas, con su lógica provisionalidad, siguen científicamente vigentes.

29/07/2016

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