Columnistas
29/10/2016

Postales

Coplas en Humahuaca

Coplas en Humahuaca | VA CON FIRMA. Un plus sobre la información.

Las copleras toman el tema de una canción preexistente, de un suceso local o de un romance escuchado en una peña, en una taberna. Siempre le imprimen un giro personal, un doble sentido cuyos efectos cómicos sirven como anzuelo para quien escucha.

Gerardo Burton

[email protected]

Dicen que antes de la llegada de los españoles se llamaban omaguacas, un pueblo de agricultores y alfareros que vivían allí al menos desde el año 740. Pero el oído del dominador, como en tantos lugares de América, lo trasladó a su lengua imperial y le dio otra grafía, humahuaca.

Unos cuarenta kilómetros al noroeste hay una laguna que se ve de lejos, desde las estribaciones de las Salinas Grandes, por ejemplo. Los lugareños cuentan que es la laguna de Leandro, y tiene que ver con los omaguacas y los españoles.

Para asimilarlo a algo conocido, refieren que en la laguna habita -o habitaba- un becerro de oro, aunque otros creen que era un toro unicorne. Lo cierto es que las coincidencias mencionan que en los primeros tiempos de la invasión española, Atahualpa mandó buscar oro y plata por todo su imperio para pagar su rescate a Pizarro y los suyos.

Los emisarios volvían a Perú con sus llamas cargadas cuando, a la altura de la Quebrada de Humahuaca se enteraron que Atahualpa había sido asesinado por sus captores. Para evitar que el tesoro cayera en manos enemigas, los emisarios lo hundieron en la laguna.

Leandro, que era un pastor de ovejas y llamas, supo del tesoro de boca de un viejo arriero: el tesoro estaba hundido en una laguna a 4170 metros sobre el nivel del mar.

Leandro y su mujer pensaban cómo apoderarse del oro de Atahualpa hasta que coincidieron en que debían dragar la laguna. El pastor comenzó a cavar el zanjón para desagotarla hasta que, ya avanzada su obra, el agua se encrespó y emergió un animal cuadrúpedo con astas de oro. Unos dicen que era un toro adulto; otros, un becerro. En cualquier caso, el animal bramaba hasta aterrorizar a Leandro y su mujer, que regresaron a su casa.

Sin embargo, no se quedaron tranquilos, y el pastor volvió. El animal emergió de nuevo del fondo de las aguas y comenzó a atraerlo hasta que se hundió con él, para castigarle su codicia. Y cuentan que en las noches de tormenta se oyen ruidos como si fueran las piedras que Leandro, arrepentido de su irreverencia, arroja para rellenar el canal con que violentó el equilibrio de la naturaleza y la paz de la quebrada.

A las Salinas Grandes se llega luego de un camino difícil, por sitios que parecen inaccesibles, salvo para las llamas o las vicuñas, depende si son domésticas o salvajes. Una vez allí, todo es un mundo de blanco resplandor, un paisaje de ficción, entre el Eternauta y el apocalipsis. Hay construcciones en bloques de sal, el sol parece que tuviera su hogar en dos cielos: el superior, de un celeste hondo, y el inferior, blanco, sólido, también profundo. Es un gran contraste con los cerros vistos desde el valle, con  colores tierra, rojo, lacre, verde, y que sirven como escenario de las pequeñas iglesias blancas pobladas de vírgenes y santos, de próceres -prohombres y promujeres-, y por supuesto, de pocos indios, que no entran a paraísos ni parnasos o si lo hacen, es después de muchas dificultades, preparaciones y hogueras.

De regreso en Humahuaca. A un costado del gran monumento a los héroes de la Independencia está el Museo Arqueológico donde en la recepción una mujer oficia de guía. Seguramente contará alguna anécdota del museo; quizás diga que cuando llegue a la sala donde están las momias, ella le abrirá y, por fin, a lo mejor cante alguna copla. Narcisa Cruz, además de ser empleada de la municipalidad humahuaqueña es coplera y tejedora, hilandera de su propia lana. Y, como premio, luego de la recorrida por el museo, convidará con algunas hojas de coca para superar la altura.

La copla es un género muy antiguo, más que el idioma castellano. Viene de los árabes -y algunos creen que se origina en los cuartetos jueju que componían los chinos en su lejana dinastía Tang y que luego fueron, por la ruta de la seda, hasta Persia donde se convirtieron en los rubaiyats que hicieron famoso a Omar Kayam y de allí llegaron a la península, donde brotaron en jarcias y posteriormente en coplas. A tal punto que a la copla también se la conoce como canción andaluza.

Acá también sentaron residencia. Esa palabra que viene de la voz latina copula, que significa lazo o unión, es la estrofa que une a las mujeres con la Pachamama, que las confunde con las vírgenes a quienes adoran en secreto como verdaderas Diosas creadoras y generadoras.

Las copleras toman el tema de una canción preexistente, de un suceso local o de un romance escuchado en una peña, en una taberna. Siempre le imprimen un giro personal, un doble sentido cuyos efectos cómicos sirven como anzuelo para quien escucha.

Narcisa Cruz es sistemática con su trabajo de composición poética. Muestra una libreta con alfabeto y dice que “están todas anotadas”. Y añade: “hace un tiempo, grabamos con tres músicos en Salta”.

Nació en Rodero, departamento de Humahuaca, hace unas seis décadas, y cuenta: “Fui poquitos años a la escuela. Las maestras me hacían cantar coplas para las fiestas, pero a mí no me gustaba aprender las cosas de la clase, quería ir al cerro a pastorear y cantar. Las maestras me hacían cantar las coplas en las fiestas, era lo único que querían. Pero a mí me gustaba tejer, hilar, no la escuela. Era pastora. Tuve muchos hijos, y en un momento me vine a trabajar al pueblo, de empleada doméstica. Con el segundo hijo, que no podía mantener, me vine al pueblo, a Humahuaca, con los chicos y me quedé aquí”.

¿Y cómo compone las coplas, Narcisa?

-Salen de un pensar en cómo vamos a componer. Pienso primero cómo la voy a componer, por ejemplo: Velay, vidita, me voy/me voy a retirar/mi corazón está triste/pronto se va a llorar. Son cuatro versos, y luego viene el contrapunto también: ¿De qué estás triste, vidita?/¿de qué te has puesto a llorar?/Si estás tan triste, vidita/yo te vi’a consolar.

-Y así salen, nomás…

-Hay que componer, pensar cómo está la copla, si está bien, y corregirla. Cuesta, pero llega. Salen de día, también de noche, mientras trabajo con las artesanías, mientras hilo o tejo gorros, mantas.

-¿Y de dónde vienen esas composiciones?

-Aprendí de los más viejos, de mis abuelos, pensando invento la copla. Escribo varias, las corrijo a ver si coinciden con lo que quiero decir, y luego las vuelco en un cuaderno, en una libreta, para tenerlas ordenaditas.

¿Desde cuándo canta en público?

-Y… yo dejé de cantar por los chicos, pero cuando tuve 45, 50 años volví a cantar a los festivales. Mis amigos me decían que cantara, tuve premios. Dejé de ir, pero me dije de volver. Hablé con mis amigos copleros y contrapunteros y grabamos, entre los tres, un disco, que se tituló ‘Como cuando jóvenes’. Fue con Viviana Amante, que ahora tiene 65, 70 años y con Crescencio Cardozo, que andará por los 80 y toca el erkencho, la flauta, la corneta, la quena, todos los instrumentos de viento. Es el mejor en esos instrumentos, porque algunos tocan sólo uno; él todos, y bien.

¿Y qué característica tiene la copla aquí?

-Aquí hay una tonada distinta, como en cada región, característica.

 

Algunos textos


Velay, vidita, me voy

me voy a retirar

mi corazón está triste

pronto se va a llorar.

 

De qué estás triste, vidita

¿de qué te has puesto a llorar?

Si estás tan triste, vidita

yo te vi’a consolar.

 

Ánimas que cante el gallo

ánimas que ya cantó

ninguno hace nuevo

esto que canto yo.

 

Las visitas cuando llegan

dos alegrías nos dan

cuando vienen es una

y otra cuando se van

 

La vida es un lazo largo

que se tiene en la arena

en una punta una dicha

y en la otra una pena.

 

Yo te quiero y tú me quieres

ya que nos queremos tanto

doblemos nuestras rodillas

adelante de algún santo.

 

En ningún hombre casado

voy a poner mi querer

porque al fin de la partida

se lo lleva su mujer.

 

El primer amor es firme

el segundo, lisonjero

el tercero engañador.

No hay hombre como el primero.

29/07/2016

Sitios Sugeridos


Va con firma
| 2016 | Todos los derechos reservados

Director: Héctor Mauriño  |  

Neuquén, Argentina |Propiedad Intelectual: En trámite

[email protected]