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09/06/2024

Da lo mismo

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(Ilustración: gentileza).

En el actual mercado de la política, la traición, lejos de ser reprobable y condenada, es cotizada. La o el traidor es principalmente valorado en momentos electorales, alterando el principio básico de la representación. La mercantilización de la política no es exclusiva del nivel nacional.

Rodolfo Canini

La traición no es novedad. Pero sí es una innovación, que a la traición no la llamen como tal y se naturalice. Tampoco es novedad que los principios sean más “laxos” y las ideologías se disuelvan junto a las convicciones.

El neoliberalismo ha mercantilizado las relaciones humanas, entre ellas, las relaciones políticas. El “toma y daca” se ha ido forjando al fuego del pragmatismo y del individualismo. Con el advenimiento de la democracia, allá por la década de los ochenta, estaba claro la motivación de quien adhería a un partido político. Se sabía cuál era la visión del mundo por la organización política que lo representaba y también cuál era su ideología y qué proyecto de país quería.

Hoy se naturaliza ver al ex candidato a Presidente Daniel Scioli (y ex Vicepresidente y ex Gobernador de la provincia de Buenos Aires) pasarse a las filas totalmente opuestas al ideario peronista, sobreactuando la adhesión al libertarismo, como buen converso. Ya no sorprende ver a la señorita, que se ha tatuado pingüinos en su piel para dejar claro su procedencia política, defendiendo con uñas y dientes cual un león las políticas de hambre del actual oficialismo. O escuchar discursos opositores encendidos de diputados radicales, quienes al finalizar levantan la mano para votar a favor lo que habían acabado de denostar. O el mismo flamante Jefe de Gabinete de Milei, quien hasta poco antes de las elecciones había formado parte del funcionariado del gobierno de Alberto Fernández. Ni hablar de las y los cientos de funcionarios del gobierno del Presidente anterior que se quedaron apoltronados en los sillones, aprovechando la desorganización e inexperiencia de gestión de los libertarios. Desgraciadamente son muchos los ejemplos de "borocotización" (eufemismo de traición), que atraviesan a todos los partidos políticos. Seguramente que uno de los exponentes máximos es Miguel Ángel Pichetto, quien fuera 16 años Presidente de la bancada kirchnerista del Senado, para luego compartir fórmula presidencial con Macri, el primer enemigo anti K.

En el actual mercado de la política, la traición lejos de ser una actitud reprobable y condenada, es cotizada. La o el traidor es principalmente valorado en momentos electorales, alterando el principio básico de la representación. Bajo el concepto de la moderación con la metáfora de "la ancha avenida del medio", los principios y las ideologías se acomodan a las necesidades y conveniencias personales. No sería trágico si no hubiese parte del electorado que avalara estas conductas. Milei ha pateado el tablero desde la extravagancia, con una aparente transparencia y autenticidad. Pero rápidamente quedó en evidencia su conservadurismo, y su representación de la casta real (poder económico). Claramente las y los jubilados no representan la casta, como tampoco las y los trabajadores, a quienes ataca duramente con sus políticas de ajuste.

La mercantilización de la política no es exclusiva del nivel nacional. Se han hecho tan relajados los principios, que transgreden el cumplimiento de la Ley, de la Constitución de la Provincia del Neuquén y del Reglamento de la Cámara de Diputados, como lo es el permitido a la Diputada Nacional (¿por el Frente de Todos?) Tanya Bertoldi, que ostenta dos cargos públicos, prohibido taxativamente por las normas mencionadas. Otro ejemplo de la laxitud de principios se da en Cámara Alta con la senadora Lucía Crexel, permutando su voto a favor de la Ley Base por la embajada ante la UNESCO en Paris. Si seguimos caminando ya límites adentro de la Provincia del Pehuén, encontraremos en forma transversal a decenas de dirigentes que se han sumado a la propuesta de Rolando Figueroa, sin renunciar a sus Partidos de origen. Partidos políticos, hay que recordarlo, que se han reducido al sectarismo conveniente de sus dirigentes.

Es decir, no es de ahora que opera la mano invisible del mercado en la política, aunque -hay que admitirlo- con la llegada de Milei ha tenido un incremento exponencial y una exposición sin eufemismos a la vista de la sociedad. En forma proporcional, a medida que aumentó la mercantilización de la política, disminuyeron las convicciones ideológicas y se desvanecieron principios. Da vergüenza ajena observar a gobernadores, después de haber sufridos reiterados escarnios públicos por parte del Presidente, entregando la dignidad de sus representados co-provincianos por verdaderas dádivas. Similar camino tomaron legisladores y legisladoras de la cámara baja y del Senado, habiendo sido tratados de ratas y degenerados, están dispuesto a levantar la mano para aprobar la Ley Base, ley que sin duda alguna degrada a sus representados/as y convierte al país en colonia.

A Milei se le está dando vuelta la taba. Es que cuando la crisis llega a la víscera más sensible del ser humano: el bolsillo (como decía Juan Perón) lo que caía simpático comienza a ser desagradable. El león acobijó a las hienas, quienes se los van a terminar devorando. Quien conviva con traidores, termina inevitablemente traicionado.

29/07/2016

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