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“Saverio, el cruel” fue una obra de teatro de Roberto Arlt, acerca de la cual se expresa María Cristina Félix:“La obra Saverio el cruel, estrenada en 1936 por el Teatro del Pueblo, se presenta la realidad de un mundo en crisis, irónico y farsesco a la vez. Un mundo en el que de pronto la demencia de un oportunista puede arrastrar consigo una gran masa de hombres débiles y ambiciosos que admiran y siguen a los gobernantes crueles y astutos, sin escuchar la voz de los sabios y justos ni importarles la muerte de los inocentes”.
Toda aproximación a la realidad política argentina actual es absolutamente casual.
A estar de la biografía de Juan Luis González y las propias manifestaciones del presidente, Milei fue un niño y un joven que fue hijo de padres golpeadores que menospreciaban algunas conductas del niño y lo castigaban físicamente.
Sin dejarme tentar por una relación de causa a efecto, con la calidad de muchas de sus medidas de gobierno, sólo podría sospechar que estamos en presencia de una persona que vivió como maldad, a temprana edad, una perversa relación con sus padres. Nada menos que con sus padres, no con tutores o celadores, con sus padres durante su infancia y juventud.
Hoy vemos que sus críticos califican a su gobierno como un gobierno cruel, que se ha puesto en evidencia en reiteradas ocasiones, como nunca antes vimos en gobiernos post proceso militar. Semejante adjetivo pesará en su persona y en muchos de sus cómplices o colaboradores de por vida, igual que de por vida un gobierno autócrata recibe esa descalificación. Negar alimentos a grupos humanos hambrientos, después de justificar que los hambrientos no son idiotas que algo harán por su vida antes de morir de hambre, como única respuesta institucional frente a la crisis, es de un sadismo pocas veces visto.
Declarar por los medios regodeándose por haber dejado cesante en pocas semanas a más de 70 mil agentes del sector público, está en la misma línea de perversidad que lo señalado en el párrafo anterior.
Dejar cesante a personal único del correo en el área rural de la Patagonia austral, como único centro de comunicación viable en esas latitudes, no solo es una maldad con el agente público que después de más de 20 años de servicio pierde su empleo sin causa, en un lugar donde es casi imposible encontrar otro trabajo, sino también con el resto de los habitantes de esa aldea de montaña que carecen de otros servicios para vincularse con el mundo. El Correo Argentino en esos lugares cumple una función civilizatoria, como lo fue en algún momento la llegada del telégrafo. No obstante en el plan de ajuste del gobierno fueron incluidas esas oficinas para ser cerradas, y sus trabajadores, como personal único, despedidos al cabo de décadas de antigüedad en el puesto.
Es una crueldad por partida doble, individual y social. Quiero decir que el daño abarca a cientos de personas.
Que se supriman los servicios sociales a discapacitados es una medida que se inscribe en una discriminación propia de regímenes dictatoriales, muy lejos de la libertad que proclama al cabo de sus pobres alocuciones públicas.
Y si faltara algo para fundamentar el nombre de esta gestión como cruel, está la medida de negar medicamentos oncológicos a los enfermos de cáncer. Los enfermos de cáncer tienen en la quimioterapia su última esperanza de sobrevivir a una patología maligna. Negarles ese recurso es de una perversidad sin límites. Hay que ser muy mala persona para tomar desde el poder una medida restrictiva tan inhumana.
Conclusión, yo también adscribo a la denominación que dice que el gobierno de Milei y de quienes lo apoyan es un gobierno cruel y tendrá al menos el castigo de la Historia, porque esto sigue y llegará un día en que este señor ya no estará más gobernando entre nosotros.
Su fantasía lo lleva a creer que es fundador de una nueva era: la de la aniquilación del Estado, la era de convertirse en una eslabón viviente de la expansión de las ideas anarco-capitalistas en el mundo o como el generoso consejero de los patrones del mundo, en el sentido de que persistan en la ampliación de su poder y de sus rentabilidades.
Es evidente que tiene ese sueño de grandeza y desde allí mira con supremacía a todos aquellos que se le oponen, como diciendo: “Ya van a ver de lo que soy capaz”.
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