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09/06/2024

Cantora

Cantora | VA CON FIRMA. Un plus sobre la información.

Gerardo Burton

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Si existen formas de presentarse,/ una se diría cantora/ o traductora de sonidos que nos rodean/ porque para mi pueblo las definiciones no son estáticas. Con estas palabras iniciales, Anahí Mariluán ratifica (como si lo necesitase) que su oficio de cantora, cantora de su pueblo, de su nación, saludada por Liliana Ancalao, que asegura que “diez guanacos nos miran desde sus profundos ojos”.

¿Qué une a estas dos mujeres cuando desandan el camino de lo aprendido para volver a orígenes que no están en el pasado sino en el centro, en el mismo ombligo del universo, de su universo? ¿La poesía, la música, el viento que todo limpia, las flores que amanecen y destellan bajo el rocío? ¿Los diez guanacos que nombran a Anahí y el cuerpo en medio del mar o del lago que designa a Liliana? Lo cierto es el itinerario común: dos mujeres (la poesía es canto y el canto es poesía), que hacen de la oralidad su herramienta principal de acción poética, se plantan contra la historia de sometimiento e intemperie que ha sufrido su pueblo.

Se hace necesario puntualizar el tratamiento de la naturaleza en los poemas de la primera parte de Flor amiga de diez guanacos, titulada “Ül/Canto”. Nada de prosopopeya, al contrario: el yo de la poeta dialoga en un mismo plano con los elementos de la naturaleza, que forman parte de su vida cotidiana y de su historia. Tal como es la cosmovisión mapuche, el mundo no constituye una fuente de recursos utilizables (explotables) para la renta de unos pocos. Incluso en sus versos el respeto por las formas, los colores, los olores y, en fin, por el espíritu de las cosas, hacen de estos poemas una puerta a diferentes percepciones de las habituales, de las consagradas por la cultura: “el roble ha perdido sus flores./ Cuna de flores/ en mi nariz” (“Rimü/Otoño”, p. 22).

Hay que seguirla a esta poeta que ahorra en metáforas y en imágenes cruzadas: sólo habla de aquello que los sentidos perciben. Pero no se confundan quienes leen: no son meras percepciones sino una permeabilidad hermana de la transparencia. Así, el poema permite esa comunión que añora el alma en momentos de contemplación y en momentos de ansiedad extrema: “en esta ruka/ hay guardianas/ reunidas// las placentas/ abrazadas/ hermanas son// hice vagar mi pensamiento/ por las madrigueras/ en la arena/ mansa/ blanca/ sin agua (“Pu kiawe/Madrigueras”, p. 27).

O ese hallazgo de la“danza de corazón azul/ que desandará/ ese camino luego” (“Yene rakizuam/Pensamiento de ballena”) hasta saber que“el país de arriba llama/ nace un cielo nuevo,/ dejo paso” (p. 29). En esas palabras está el profundo respeto por la evolución de las cosas, autónomamente, prescindiendo de la mirada y de la conciencia humanas. Porque justamente la naturaleza es un ser vivo con mirada y conciencia propias.

Ese canto de la primera parte del poemario introduce a la segunda, titulada “Küpalme/Linaje”. Es el relato de la historia que ha recuperado Anahí Mariluán desde su nacimiento en el barrio La Sirena de Neuquén hasta su actual residencia en San Carlos de Bariloche. Este segundo tramo de Flor amiga... enumera los ancestros (especialmente las mujeres, ver “Las lenguas” y “Bilingüe, páginas 69 y 71) de su familia y de su pueblo, las historias silenciadas por sometimiento y ahora desempolvadas porque no hay pasado que no tenga su latido en el presente.

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Anahí Rayén Mariluán: Flor amiga de diez guanacos (bilingüe mapuzungun/castellano), fotos interiores: Marion Prieto, San Martín de los Andes, Neuquén, Las Guachas, col. Derivas poéticas, 2024, 80 páginas.

29/07/2016

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