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26/05/2024

Los periodistas, como los jueces, hablamos por nuestras sentencias

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Nunca fue del todo burguesía esta burguesía "nacional" argentina pero igual se las arregló para fundar y reproducir a su antojo y conveniencia el sistema político que aún nos rige.

Juan Chaneton *

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Los argentinos, a diferencia de los estadounidenses, no son el sujeto de un genocidio sino su resultante. Son el residuo… El sobrante…

Un dato más, aquí, que requeriría de desarrollos ulteriores y que parece ser constitutivo del concepto de globalización y que, por ende, contribuye a su comprensión: se trata de que la globalización impone modificaciones -también y principalmente- en la política, en particular, en el capítulo atingente a las estrategias de poder de las fuerzas sociales dañadas por la globalización. Y esto es algo que no computan ni Fredric Jameson ni Ryszard Kapucinski, que son dos de los calificados intelectuales que han reflexionado sobre una definición de Globalización.

Marx se propuso enseñarle a la humanidad cómo saciar su hambre; Hegel, cómo soñar que el hambre había sido saciado. Es esa la diferencia capital que separa a ambos filósofos. Sin embargo, el discurrir hegeliano ofrece unas posibilidades lúdicas que en Marx están ausentes. Por caso, Edelmira Thompson de Mendiluce y José Arcadio Buendía se yerguen ahí, más reales que la Historia misma, y ello parece ocurrir por obra de sendas invocaciones a cargo de Roberto Bolaño y de Gabriel García Márquez, pero esto es pura apariencia pues, en realidad, esos vates no son sino el medio de que se vale la astuta razón que rige el universo para revelarse, como Logos, a través de ellos, artistas inefables. Es lo que diría Hegel.

No obstante lo anterior, el maestro de Jena nunca podría echar luz sobre fenómenos tan caros a nuestra existencia como seres humanos en busca de alguna felicidad posible, como la que sí derrama a raudales el otro maestro, el de Tréveris, cuando nos revela ciertos secretos ocultos en el barro de la Historia.

Enumeremos

I.- Uno de esos secretos -por ejemplo- es que lo que ocurre en la historia cuando esa ocurrencia está llamada a tener consecuencias perdurables; ello, no siempre (o casi nunca) se debe a la voluntad individual del líder sino al conflicto entre pobres y ricos, del cual emerge como resultante, un vector que es, en definitiva, el dato histórico que queda ahí, como "hecho", a la consideración de los historiadores para que le digan a la posteridad que, por caso, el imperio romano nació porque Julio César así lo quiso y cayó porque Constantino decretó, un buen día, que ya era suficiente; o para que le digan a esa posteridad, otros historiadores, que el tal imperio se vino abajo porque el acontecer humano está sujeto a leyes cuya lenta realización en el tiempo va acercando paulatinamente a la humanidad a mejores y más libres formas de organización social. Ese podría muy bien ser el futuro de la humanidad, más allá de lo horroroso o maravilloso que pueda ser su presente en un momento dado del devenir.

II.- Otro de esos secretos no lo reveló Marx expresamente, pero se infiere de ese, su polémico concepto "lucha de clases". Es el siguiente. La burguesía siempre entra al escenario histórico del mismo modo, primero como víctima y después como victimario. De rodillas ante las monarquías feudales, se emancipa luego, sólo para ser ella, después, la que obliga a arrodillarse a la clase obrera.

Y bien. La especificidad de nuestras periferias es que, aquí, la burguesía nunca fue víctima porque nunca fue del todo burguesía. Roca y Mitre no fundaron un "Estado-Nación" más que en lo formal. En lo material, pudo más el olor a bosta de vaca, la pereza y la incuria de una clase oligarca cuyo "numen" -Pinedo abuelo- supo decir para qué vamos a llenar el país de ruedas dentadas (alusión a la industrialización) que no sabemos si devuelven más o menos de lo que costaron, si aquí tenemos todo con sólo escupir en el suelo. ¡Eso es un planero…!!!; eso es un vago que espera que Dios provea…! Éste es el origen de la decadencia... que, dicho sea de paso, el peronismo nunca supo ni pudo revertir pese a todo su cacareo antioligárquico y, en ocasiones "antimperialista". Los mismos que enseñaban a Cooke y a Walsh en la cátedra después aconsejarían votar, y votaron, a Menem. Y hoy odian a Cristina con similar ahínco (pero con mayor cuidado) que el que expresan otros odiadores menos civilizados. Algo habrá hecho Cristina para merecer eso (el balazo) soltó, poco más o menos, la señora de Barrionuevo, una señora que hace décadas habita "la casa", como ella misma supo llamarla, esto es, el Congreso. Botón de muestra, ahí.

Y algo habrá hecho ese Evo, eructó, a su turno, la numen “feminista” Rita Segato, para justificar que si el Departamento de Estado perseguía al indio ex presidente, “por algo sería”.

De modo que nunca fue del todo burguesía esta burguesía "nacional" argentina pero igual se las arregló para fundar y reproducir a su antojo y conveniencia el sistema político que aún nos rige.

Lo que era menos esperable es el pragmatismo del “círculo rojo”, al que resultó que le daba lo mismo ametrallar guardapolvos blancos (como en la Plaza, aquel 16/6/55) que financiar a un adicto para sentarlo en el “sillón de Rivadavia”.

El que sí supo de qué se trataba fue Noé Jitrik, que ya en los estertores de la crisis del 2001 les había picado el boleto a todos. “Algunos políticos escriben -dijo- “o no son ellos sino serviciales escribas que desarrollan sus ideas, incluso publican autobiografías y en algunos casos construyen una imagen que repercute y hasta ganan elecciones; para otros no es así, no necesitan presentarse luego como pensadores, y unos y otros hacen luego las mismas cosas” (N. J., “Un Círculo”, 2002).

El intelecto general del cosmos, esto es, el logos que rige el universo, está ubicado en un punto preciso, a varios millones de años luz de la Tierra, se llama Solaris y es un océano que piensa, que razona y que vive simultáneamente en el presente, en el pasado y en el futuro, si por tales conceptos entendemos lo mismo que entienden los habitantes de la Tierra, y que se puede valer, ese inefable océano, de los recuerdos humanos para crear réplicas de personas muertas. Y, lo más importante, es capaz también de suscitar, en un psicólogo llamado Cris Kelvin, convicciones tales como que la felicidad es una idea obsoleta.

Sin embargo, en la Argentina ocurren otras cosas. En la Argentina, los argentinos piensan (es una manera de decir) que “El que trabaja con su propio esfuerzo come con cualquier gobierno y vota con libertad. Incluso con Hitler, le faltó agregar. Ese, así como se lee, es un proverbio, aforismo o leyenda -da igual la nomenclatura- que figuraba en un taxi porteño, bien a la vista del pasajero, allá por marzo de 2021. Tomé nota y tomé la fecha. Me faltó la patente, como hubiera cuadrado a todo buen policía. Si bien se mira, es el catecismo del cuentapropista, base social privilegiada del fascismo, por lo menos del fascismo mussoliniano.



(*) Abogado, periodista, escritor.
29/07/2016

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