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26/05/2024

Bucle, espiral

Bucle, espiral | VA CON FIRMA. Un plus sobre la información.

Gerardo Burton

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La punta de la madeja comienza doce siglos antes de esta era, quizás en esa Troya situada en Asia Menor. De allí salió Odiseo-Ulises en un viaje que continuó Raúl Mansilla en la Patagonia negando ser un viajero inglés.

La pregunta es: ¿por qué Mansilla vuelve a viajar, esta vez desde Troya hasta Neuquén y vuelta? Es el Odiseo de Homero, el Ulises de Joyce y el Pigafetta de Magallanes, atravesado por la angustia del siglo recién estrenado que se asoma cada vez más a un abismo que es un basurero nuclear y a la vez un espejo esperpéntico.

El poeta ejecuta un mural donde entran los fragmentos de esa travesía, y entonces Helena no es ya la de Troya sino la de la calle Mitre en el bajo neuquino, y la odisea transcurre en un desierto sembrado por hilachas de plástico donde el Quijote hurtó caños a las petroleras.

Es una poesía que hace un péndulo entre el barrio San Lorenzo y Grecia, y en el medio está Dublín. No se priva de nada este poeta que construye un canon apócrifo que es “necesario y prudente” porque no hay reconocimiento oficial. En realidad, ese listado de prestigio se elabora solo a partir de las lecturas del poeta, de esas fuentes de donde manan sus versos.

Y entonces, entre la basura, los desechos y las ratas donde nada y nadie parecen prevalecer, Mansilla nombra a Quijote, a Joyce, a Nietzsche, a Wilde y a Warhol. Y no se olvida ni de Maquiavelo, porque “de cientos de dioses sólo quedó uno”, ni de la cosmogonia mapuche.

Ulises loop es la vuelta del viaje a la poesía de Mansilla, en un itinerario nunca lineal y tampoco directo. Oblicuidad, curvas, señuelos en los recodos del camino que causan desvíos, y justamente por eso consolidan el azar como verdadera brújula. No hay mapas para este viajero que recorre las rutas y picadas de la Patagonia como si se asomara a las líneas de la palma de sus manos, y las calcara como tramos en el suelo de la estepa.

Ya su poesía es reconocible en sus giros, en los recursos que utiliza, en los indicios que coloca en los poemas que funcionan como piedras que señalan hacia dónde ir. Claro que quien lee puede elegir otra dirección o ninguna y quedarse esperando que aparezca el nuevo poema y redirija su andar. Aquí está el habla patagónica, esos decires que remiten a las entonaciones con que definen el mundo los habitantes de estos lugares.

Las referencias pueden buscarse, bucearse en la red pero el color y el tono que tienen los versos de Mansilla, no. La tristeza de un campo petrolero abandonado por agotamiento; la desolación del bajo neuquino o del barrio San Lorenzo, dejado de la mano de Dios; las preguntas que (no) se hace un niño en un basural; el olvido que antecede a los hechos son algunos de los fragmentos de este gran collage que Ulises enlaza entre Troya-Ítaca, Dublín y Neuquén. Y vuelta.

 

Raúl Mansilla: Ulises loop, Neuquén, Con Doble Zeta, 2023, 70 páginas.

29/07/2016

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