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Columnistas
12/05/2024

Leer a Aliaga

Leer a Aliaga | VA CON FIRMA. Un plus sobre la información.

Cristian Aliaga levanta la palabra, da vuelta los paradigmas del sentido común: hace de la enfermedad un camino; del dolor, una puerta; del amor, un horizonte. Una aproximación a su poesía, imprescindible para conocer la Patagonia.

Gerardo Burton

[email protected]

 

Selección y notas Gerardo Burton

Resulta una tarea difícil seleccionar poemas de Cristian Aliaga. Son parejos en el alto voltaje poético, su calidad desafía cualquier intento de descartar o elegir uno y prescindir de otro. Uno quisiera que estuvieran todos, leídos simultáneamente. Tanta es su brillante apertura a otros paisajes, a otras miradas.

A continuación, hay un muestrario que abarca desde el territorio expandido de la estepa, identificada y localizada en sus animales, en sus plantas. También en sus historias -especialmente las olvidadas, las que no recogen los libros del prestigio oficial-, en las esperanzas de sus pueblos, más allá de los olvidos que, en cualquier recodo del futuro, parecen acechar.

Aliaga levanta la palabra, da vuelta los paradigmas del sentido común: hace de la enfermedad un camino; del dolor, una puerta; del amor, un horizonte. La caída es vertical, pero hacia arriba, sostiene. Su obra recuerda la incandescencia mística de Viel Temperley al tiempo que envidia de soslayo los juegos del lenguaje que hicieron sus admirados Bustriazo Ortiz y Francisco Madariaga.

Fue amigo e iluminador de poetas y escritores de Patagonia y del país. El santacruceño Curinao, que lamenta no haberlo conocido personalmente, recuerda en un mensaje telefónico reproducido en su blog que “la primera vez (que hablé con él) charlamos dos horas. Fuimos al hueso en ese primer acercamiento, terminamos hablando de la revista El Gráfico y de nuestros padres” (http://jorgecurinao.blogspot.com/2024/04/no-conoci-personalmente-cristian-aliaga.html).

Cristian Aliaga murió en Buenos Aires el 16 de abril de este año.

 

ANTOLOGÍA

Huellas inmóviles

Privilegio de canciones que no se cantan.

Amoríos, placer, muérdagos de espuma,

armado de sensaciones de llantos olvidados

al sabor de las tardecitas.

Menos andar, menso presagiar, menos saber

las cosas de la tarde fría, todas son

marcas en el silencio.

 

L'amour fou

 

El mandato ha sido devastado por los ciegos,

los portadores de amnesia:

es el amor, quien lo sabe se cuida.

Antes de volver, ya estábamos escondidos, de nosotros,

de la muerte, de los pantanos mundos. Aleluya.

Amor de soles perfectos al bailar.

Aleluya, aire de santa danza.

Vuelvo, tentada la escarcha,

a recorrer el cielo de la escalera al muelle.

 

De Lejía, Bs.As., Último reino, 1988

 

**

 

Tango II

 

Tuve miedo:

me iba a un espacio oscuro,

tuve miedo.

Queda el sol, ciertamente,

y algunas palabras

que el silencio no puede mover.

Tengo miedo también en este sitio.

 

No es el aura de Kant

 

El resultado es el silencio.

Ocultos en los ranchos,

emparejados con la hacienda,

los peones carcomen la filosofía.

No es el aura de Kant

ni el primer motorde Tomás de Aquino:

es una bola de lento fuego

que se revuelca en el alma.

El sueño es un cuchillo en el vientre

de los blancos dioses

y un incendio de alpataco

que todo lo destruya.

 

La luna amontonada en los galpones

y el regreso de un interminable viaje

a caballo por las estrellas.

 

Los perros huelen el alma de los peones

y encuentran seres desconocidos.

 

De No es el aura de Kant, Bs.As., Último reino, 1992.

 

**

 

Antiguo amor

 

Nadie que encierre la pasión

entre los huesos

caerá por una bala perdida.

Deberán Matarnos

con perdigones o

-más modernos-

con una munición explosiva,

dirigida al corazón

del corazón,

a la pasión que en la vida

nos sostiene.

 

Artista del aire

 

Uno busca la fortuna,

zarandea el cuerpo

como artista del aire,

cebado para la carne.

La fortuna esquiva mueve

por el cielo su bulto inasible.

Pero un hambriento

no dejará

de tirar dentelladas.

 

De El pasto azul, Bs.As., Último reino, 1996

 

**

Arte, poética

 

Un poeta -lobo sin cartel-

no muestra sus cartas, no baraja

de nuevo, no escancia vinos

que no es capaz de beber.

Es un animal procaz

que no ve detrás de las ventanas

sino más allá de las rejas,

un espectro sordo

que no domina su carta de ilusión

y se entrega a ella hasta ser destruido.

Un poeta -un punto azul sobre la mesa-

no mira para ver

sino para abrir los ojos.

 

La lírica

 

Lenta, la lírica,

estrellada cadena de amarguras

se convierte

en canto.

Eso también es mentir, pero hay mentiras

para verdaderos creyentes.

Dilemas como éste han llevado

la pasión a las palabras,

las palabras a la ruina,

la ruina a otro despertar.

 

De Estancia La Adivinación, Bs.As., Último reino, 1998

 

**

 

El sentimiento ácido

 

La angustia desesperada de la inteligencia,

ésa que invocamos, salmo que se repite

a espasmos irregulares dentro de un largo poema inacabable.

Turbio el sentimiento, tiene poder para emular

la angustia de la inteligencia que acecha sin aparecer.

El sentimiento es ácido, quema la víscera grande,

es adictivo aunque se pierde en la repetición

de un tren que pasa en otra vida.

Es ácido, casi no puede beberse sin arcadas,

inmaculado junto al matorral de flores muertas.

 

Perro soñador,

 

genocida perdonado por su familia

encarcelado por breves lapsos, suelto para rezar,

demorado en morir a la espera de otra

extremaunción.

Papa, consumidor de hostias, presas fáciles,

retardado, genocida, amante de sus torturados, novio

de la muerte sin orgasmos, alucinado que pasea

por terrazas desde las que enferma sin morir.

Perro de sarna sueña con carne.

 

Un ring para dios

 

Queremos un ring para dios pero dios se recuesta contra las cuerdas permanece quieto sin responder al árbitro nadie podría pegarle sin ser considerado maricón pero entonces no hay box ni riña teológica que lo saque de allí el ring es enorme a los ojos de los incrédulos se tiran golpes sobre dios la lona alberga a una multitud de caídos no hay triunfo sino presas del KO de dios la mirada de él está húmeda el protector inguinal es de cuero virgen esa mirada de él dramatiza que no habrá golpes pero se posa sobre los caídos como al descuido generaciones de caídos no creemos en dios sino en sus golpes de KO su mirada húmeda su protector de cuero virgen.

 

Roja tu especie

 

pecados nuestros chirría roja ella

la carne al fuego

 

los perros anhelan

en sus bocas profundas

lo no dicho, la noche, el hastío

para acercarse sin apuro

a las sobras pegadas en los huesos

 

sobre el fuego toda carne asoma

buena,

recién sobre el cuerpo se palpan

ternezas y nervios

las protuberancias

 

se muerde por el anca a la que chirría

aquí nosotros las pampas

y los perros

 

la carne quemada

devoran los idiotas

los que no saben

 

carne de ésta no comen, el anca roja

sin pústulas

 

en mi patria tragamos todo

aquello que lleve el nombre

carne

roja es tu especie...

 

Tanto Blake

 

un escenario invariable

para montar la disección

de lo variable.

descubrir de una vez si es posible

convertir en acto tanto Blake, aquella peste

exigente.

aún puesta sobre la nada

una mirada puede durar

 

Todo miedo

 

todo miedo te domestica el dolor

la pérdida de control, la manera sentida

de perderlo todo de vista.

horizonte esta placidez de pájaro

apenas mojado.

 

De La sombra de todo, Bs.As., Bajo la luna, 2007

 

**

 

La oveja

 

¿Levantar la cabeza?

¿Dónde cree que estamos, en la Patagonia?

Samuel Beckett

 

Atrapada por el cuello al alambre de púas, un mal movimiento la degollaría. La oveja desliza milímetros su cabeza hasta quedar inmóvil a la espera de una solución que escapa a sus propios movimientos. Su cabeza no piensa, ni esboza cursos de acción, apenas percibe el suave ardor de los alambres puntiagudos, mientras a unos metros del alambrado los vehículos atraviesan la soledad. Pasan sin verla, o ven apenas la imagen fugaz de una oveja que permanece muy cerca de la ruta, en una inmovilidad sólo rota por gestos imperceptibles. Atrapada por el cuello al alambre de púas, oye la secuencia creciente y luego decreciente de los motores, quieta se queda y algo semejante al placer percibe cuando logra la quietud absoluta. Empieza a dolerle cuando se adormece, y así se despierta, y vuelven a nublarse sus ojos azules hasta que regresa el dolor que para ella no tiene nombre. No puede estimar la duración de la noche ni aspira al azar de alguien que atine a separar su cabeza del alambre.

De Música desconocida para viajes, 2002; 2009.

 

**

Leche

 

Veo la muerte como una extensa noche sin dormir.

Tu insomnio es mi ruta.

Te llevaré leche finísima de animales

para que cesen tus llantos.

No escribo más

que para pedirte.

 

Guardarte

 

Te has vuelto

agua, cristal

infinitamente duro,

necesito guardarte como estás

en un sitio más

hondo que cualquier corazón

rajado.

 

De El rincón de pedir, Bahía Blanca, Vox, 2015.

 

**

 

Resistencia

 

Los comunistas guardaban sueños, los comunistas, los comunistas.

Caetano Veloso

 

La izquierda no llega, no alcanza la izquierda, no ve el final la travestida. No ve nada, ni el final de la miseria ni su principio. La derecha come de todo, todo es derecha en este mundo, una mandíbula ciega que tritura, calma para tragarse las víctimas y cobrar por la eternidad la sumisión o voto desconcertado. Las almitas engañadas por la instrucción cívica de las democracias van aderezadas rumbo a esa dentadura de ónix. No podrás levantar muros ni alambradas en tan feroz estómago. Cuando la tiranía es un sangrado diario que opera por goteo y viene con el agua de las cloacas en envase certificado de residuos nucleares, la resistencia es susurro, oración pagana, una bomba de detonación que llega en viaje desde una guerra pasada, el recuerdo de Marx que cura todos los desvaríos pero nos deja en Siberia o en un estante de la biblioteca. El capital acumulado en sangre es legal, mortal, eterno en las manos de siempre. El Capital debe ser leído como un Sutra. Todo trabajo es forzado.

 

(Biblioteca Chetham, Manchester)

 

 

El cuidador del oso

El Circo del Estado de Moscú tiene función en Inglaterra. La comparsa dura más que el Estado de Stalin, su continuidad ignora el derrumbe de cualquier muro. Es de otro material o espíritu esta gente, no necesita lamentar gulags para divertir a Occidente. Es precario este Estado, un remedo que viaja lejos de su origen para mostrar lo que no tiene y sugestionar un poco a los presentes con prestidigitación y paraísos de cartón piedra al alcance del nuevo proletariado, que aquí aún paga la entrada. Quedan equilibristas, damas de a caballo y domadores de animales irreconocibles.

Al circo le cuesta regresar a Moscú, y se sospecha que el viaje es un anuncio que se postergará para siempre. En los camarines del antiguo presentador, viejos banderines del Spartak; fotos de Gagarin y Trotsky. El público inglés aplaude a los animales por compasión, y el payaso ruso les resulta feroz. El cuidador del oso me dice que la vejez acosa al animal. Es lo único auténtico de este circo, insiste. Todo durará mientras viva ese animal de Siberia.

 

(Newcastle)

 

El precio espiritual

Para Artaud, en su memoria

 

Guardo un objeto, lo limpio con paciencia, ayudo a convertirlo en recuerdo, adquiere matices pardos, parece relevante en su materia avejentada, sube su precio espiritual, guardado entre objetos otros que también duran por pura constitución material. El tiempo va pasando, le asigno importancia, lo paso de una caja a un cofre, a veces lo extraigo con cuidado y me dedico a contemplarlo. Es bello ahora, cada vez más se parece a una pieza única de un pasado perfecto e irrepetible. Merece ser resguardado en una caja de seguridad, es una lucha contra el tiempo y se ha convertido en símbolo de una existencia, tiene esa consistencia. Me despierto, la mañana empieza como un dolor en el vientre, una enfermedad paranoica, y para conjurar la ilusión arrojo el hueso o la piedra tallada a la basura común de toda la vida.

 

(Rodez)

 

De La pasión extranjera, Comodoro Rivadavia, Espacio Hudson, 2018

 

**

 

Inserto la moneda y sale sangre

 

Inserto la moneda y sale sangre.

Aprieto las teclas y sale sangre.

Abro los grifos y sale sangre.

Cierro los ojos y sale sangre.

Leo los clásicos y sale sangre.

No es la enfermedad: es algo universal

para exhibir bajo el sol del mundo.

Su color es indistinto entre los naturales de todos los continentes,

y su aparición a borbotones o de a gotas

da cuenta de la simetría

de los finales que vienen, inhumanos.

 

Estirar la mano

 

Estirar la mano como quien pide un don

y se arrepiente,

deja el gesto en el aire y pide menos que nada,

para seguir.

 

La palabra acierta

 

La palabra acierta

solo en la caída.

Desbocada en el aire,

suelta de nosotros,

se arroja hacia el final

único

donde suena

cierta.

 

Cuánto vale el sueño

 

Cuánto vale el sueño puesto en una cánula de sangre.

La esperanza está en el sueño, porque el despertar

es experto en muertes.

No interrumpas el sueño de los héroes, la materia

de las sirenas, no tapes tus oídos al reclamo.

El silencio de muerte es peor que perder la razón.

 

El dolor es dios

 

El dolor es dios, pero no sabe bailar.

La pequeña que juega con su globo

y lo hace rebotar entre los tubos y monitores

es dios, aunque no sepa sobrevivir.

La moribunda de ojos almendra

tiene la mirada atravesada por la luz

que ya no puede mirar. Es dios en su ceguera iluminada.

El dolor es un dios equivocado.

 

la verdadera caída es hacia arriba

 

De La caída hacia arriba, Madrid, Amargord, 2018.

 

**

La colección de lo roto

 

Lo perdido, lo roto, lo arrojado

coleccionamos.

Revisamos en la basura de todos

el diamante perdido,

el amuleto descartado por el capital.

Rastreamos la vergüenza de uno,

el secreto perdido, la foto descartada sin quemar

del último amor de aquellos.

Coleccionamos su dolor al tiempo

que nos alimentamos de su basura.

Aprendemos de su humanidad:

por nuestras manos pasan

los restos de sus arrugas

que no son cicatrices.

 

Disimulo

 

Yo era cadáver, y volví

a salir por mis pies.

 

Agradecí a los carteles luminosos

del hospital

en medio del gentío.

La barahúnda, el olor de todos,

la droga que fascina en la Ciudad Oculta.

 

La marea incontenible del atardecer,

las luces del misterio ciego

el transporte con gente

que cuelga

ajusticiada por el trabajo.

 

La noche solitaria de los vivos,

la ilusión de ser parte

de algo que se mueve

hacia una esperanza a

que se acelera

en el corazón partido.

 

Bajo mis pies

la senda a recorrer

el vagar puro de quien no tiene

regreso ni un lugar a la sombra.

 

Por la plaza giran putas, mendigos,

los náufragos tienden

colchones para la noche,

la policía cobra en especie.

Vamos rumbo al Paraíso

con identidad encubierta.

 

En la fuente baila un payaso

que fue asceta o gerente.

 

Abandono mis vendas y apósitos,

acá todos llevan sus heridas

al descubierto.

 

Entre víctimas

está mal visto

el disimulo.

 

La ocupación

 

Un bar cerrado a cal y canto

al trabajo imbécil,

a la desgracia del día.

Se bebe, pero ésa no es

la verdadera ocupación.

 

El que ve pasar el mundo,

abandonado tras las ventanas

desnortadas de cualquier éxito.

 

El que tose para adentro

su pudor o fracaso,

el que grita para decir

que tiene todavía algo para decir

a nadie.

 

El que desafía a los presentes

pero sobre todo a los muertos,

y después se refugia

en la herida más cruel

para no hablar más

hasta la hora del cierre.

 

El bar luce pocas botellas

no abre las ventanas

ni ventila el alma jamás.

 

Los caídos no dejan de llegar,

ni quieren ver la calle

en que se golpearon.

 

Vamos a un ritmo,

no hay semana ni lunes

que nos destrocen del todo.

 

Aquí se sueña con morir:

las hazañas jamás son verdaderas;

se vive con lo que no se tiene.

 

La esperanza

es una ronda más,

pagada por otro.

 

La secta del gatillo

 

El monte de

los suicidas

que guía mi destino

tiene una ermita

de santos de plástico.

Gatos chinos que no mueven la mano,

Budas gordos y flacos,

un Maruchito tallado en caldén

el hijo de la Difunta Correa en plastilina

y el Gauchito Gil de fierro

se ríe sin parar

de sus perseguidores.

Cristo no se asoma

del Nuevo Testamento.

Un graffiti recibe a los indecisos:

“Señor, Señor, por qué

me abandonaste

a las puertas de la salvación

con la Secta del Gatillo”.

 

Mi madre hierática no fue,

 

el padre mío sí, cantaba tangos

en la oscura siembra.

Imaginaba París para cantar

como un uruguayo.

 

Ah, los señores

que lo ungieron al arado.

 

Hemos sido insensatos,

sedientos, santos de catedral destruida,

infancias pobres, gauchitos giles,

del amor aquél cruel que suscita

desastre,

pero no descarten el futuro

en esos imbéciles de genealogía,

yo mismo

el instrumento, los bueyes,

mi padre y yo.

 

De Alto hospicio (La nostalgia del futuro), Comodoro Rivadavia, Espacio Hudson, 2023.

 

**

La repetición

 

el perro vuelve al vómito

su dueño a la necedad

el sacerdote a repetirlo:

 

polvo eres

señala con el dedo

hacia una luz

extinguida

en el mar

de los muertos.

 

“allí está”, dice, y la polvareda

clausura la boca de la eternidad.

 

Quásar

 

Dónde se puede oír la voz

de los desaparecidos

ancestrales y recientes.

 

En el agua, en el hielo,

los astros.

 

En la galaxia recién nacida

que acumula

más agua que los océanos

que los desaparecieron.

 

De Polvareda (La nostalgia del futuro), Comodoro Rivadavia, Espacio Hudson, 2023.

 

 

Ver más en:

Programa Poesia  a la callse

https://elpeztinta.blogspot.com/

http://unoyceroediciones.com/cristian-aliaga/

Algunos datos biográficos:

 

Cristian Aliaga (Tres Cuervos, Buenos Aires, 1962-Ciudad de Buenos Aires, 2024). Residió desde joven en la Patagonia. Poeta, escritor y docente universitario. Creó y dirigió la editorial Espacio Hudson y el periódico El Extremo Sur, y coordinó la revista Confines. Arte & Cultura. Antes, había iniciado su trayectoria como editor de poesía y literatura patagónicas con la página web Revuelto Magallanes, y la editorial homónima. Trabajó en diarios del sur del país -Río Negro, El Patagónico- y en la Universidad San Juan Bosco, donde fue profesor y responsable de la editorial.

Obtuvo el premio “Raúl González Tuñón” del Centro Cultural de la Cooperación-FNA (2005) y el primer premio del Fondo Nacional de las Artes (2007), y recibió becas de la Fundación Antorchas y The Leverhulme Trust.

Publicó, entre otros libros, Estancia La Adivinación(Último Reino, 1998), La sombra de todo (Bajo la Luna, 2007), Música desconocida para viajes(Desde la Gente – IMFC, 2009), La causa clínica / The clinical cause (Manchester University Press, 2011), La caída hacia arriba(Hilos, 2013), La suciedad del color blanco(antología, Eloísa Cartonera, 2013), El rincón de pedir(Vox, 2015) y The foreign passion(traducciones de Ben Bollig, Infllux Press, 2016), entre otros libros. En disco compacto editó Un ring para dios (2009), junto al músico Titín Naves. Jorge Boccanera compiló su antología personal Estrellas en el vidrio (Colihue, 2002). Fue profesor visitante en Leeds University, y presentó en Oxford University su exposición Tus virtudes son tus defectos, con obras del artista visual Alejandro Mezzano. Compiló Herejía bermeja. Obra poética de J. C. Bustriazo Ortiz (2014), Mamihlapinatai. Poesía de mujeres mapuche, selknam y yámana (2010), Escribir en la muralla. Poesía política mapuche(2010) y Desorbitados. Poetas novísimos del sur de Argentina (2009), entre otros trabajos. Compiló poesía sarahui, catalana y española, de autores jóvenes británicos entre otros y los publicó en Espacio Hudson.

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29/07/2016

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