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Los mismos recursos que se toma el FMI para que en el presupuesto nacional queden saldos para pagar la deuda externa, lo toman las corporaciones nacionales que miran en detalle el debe y el haber del tesoro para que quede algo para saldar deudas o para financiar obra donde ellos serán protagonistas. A esos fines son más ajustadores que Milei o responden a las órdenes de éste.
Esa es la razón por la que Techint y las más grandes empresas colaboran en las cesantías masivas en las que incurrió Milei recientemente. El apoyo al gobierno pasa por mantener solvente al Estado nacional. Solvente para que sirva para pagar la deuda externa con el FMI y los bancos privados y la deuda interna con esas grandes compañías.
Argentina es todavía un cliente importante en tanto responda a los pagos mencionados y se mantenga como eventual consumidor de obras de infraestructura, financiadas por bancos públicos o privados, nacionales o importados y cuente con suficientes recursos naturales.
Argentina es una devoradora de créditos. Los agota hasta que le dicen PARE!!. “Si ustedes siguen manejando así van a quebrar y ahí la cosa se pone difícil de manejar”.
Esa participación que permite Milei a las plantas mayores de los más grandes consorcios es la que le da el respaldo político, estrategia que ya empleara Macri cuando puso a los CEOS de varias de esas compañías en su gabinete.
Hoy las empresas grandes son más poderosas que algunos desestabilizadores y al apoyar a gobiernos de ultraderecha, terminan fundando una alianza ideológica que justifica su participación en gobiernos de esa extracción.
Pero esa presencia no fue como aquella en que Macri quería ganar prestigio, poniendo a gente “capaz” a la cabeza de cada ministerio y liberarse de ataduras para hacer sus propios negocios.
Milei busca aval político empresarial para su motosierra. Esos liderazgos terminaron por cortar la carrera política de numerosas personas que provenían del mundo universitario, y también del político partidario, como aval de capacidad. Los que hoy operan son los intereses de las empresas puestas en los roles decisivos de la organización del estado, con su personal sin antecedentes políticos. En este caso ya entendemos que esos señores defienden los intereses de sus empresas antes que los de la Nación o confunden la divisa de la Nación con la de sus empresas. ¿Pronto votaremos por alguna multinacional convertida en propuesta política? La superposición de denominación e intereses, explícita u oculta, será una cuestión de matices con otras denominaciones e intereses, pero ninguno cuestionará al sistema.
¿Se habrá olvidado definitivamente a un capitalismo con rostro humano?
Finalmente el estado es la gran estructura que tiene a su alcance Milei. Destruirla le permitirá a él erguirse desde sus ruinas para proclamarse dictador a partir de la entrega de las facultades legislativas que anhelante espera.
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