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Columnistas
31/03/2024

Crítica a la “autocrítica” peronista

Crítica a la “autocrítica” peronista | VA CON FIRMA. Un plus sobre la información.
Programa televisivo “Duro de domar”. Emblema del entretenimiento televisivo que reemplaza al debate político serio.

Tras la derrota electoral hubo escasos espacios orgánicos de discusión en el peronismo y sus aliados. La reflexión y el debate son reemplazados por la frivolidad de panelistas de TV o por influencers digitales. Nadie menciona a los poderes de facto e intereses extranjeros: es como si no existieran.

Miguel Croceri

Pasaron más de cuatro meses del fatídico balotaje presidencial que ganó Javier Milei, y en pocos días se cumplirán cuatro meses desde que el vencedor en las elecciones asumió como presidente.

El peronismo, como movimiento político y social heterogéneo, diverso, plural, contradictorio y en gran medida inorgánico, permanece en un estado de desconcierto y de cierta introspección que pueden considerarse plenamente justificados por la traumática etapa en la cual fue gobierno en el periodo 2019-2023 y la posterior derrota electoral.

Dentro de ese contexto, y a contramano de los antecedentes históricos en otros procesos donde los gobiernos atacaron de entrada nomás las derechos de la clase trabajadora y demás sectores populares, y en consecuencia agravaron el sufrimiento cotidiano de las familias -como fue durante las gestiones del (paradójicamente) peronista Carlos Menem y una década y media más tarde del oligarca Mauricio Macri-, esta vez la organización identificada con el peronismo que reaccionó rápidamente fue la CGT (Confederación General del Trabajo).

La huelga y movilización del 24 de enero, un mes y medio después de que comenzara a implantarse el régimen de extrema derecha, fueron la primera reacción organizada contra la devastación inmediata que Milei comenzó con la bestial devaluación del 118 % (de diciembre) y enseguida el antidemocrático DNU 70 (Decreto de Necesidad y Urgencia Nº 70/2023) que derogó de facto 80 leyes y modificó otras 300. Algo que ni siquiera una dictadura había realizado jamás en un único acto administrativo/jurídico, como es un decreto.

Más allá del paro general cegetista, al cual se sumaron las dos CTA (Central de Trabajadores de Argentina) y una infinita cantidad de organizaciones populares y sectores diversos de todo el país, el peronismo mantiene un estado deliberativo latente en ciertos niveles funcionariales de las provincias o municipios donde gobierna, también en sus expresiones legislativas nacionales y provinciales, y en las dirigencias y militancias en general.

Pero nada de ello tiene manifestaciones orgánicas a nivel nacional. Un primer paso lo dio el congreso nacional del Partido Justicialista, que se reunió el reciente 22 de marzo. Algo es algo. Pero sus debates y decisiones tuvieron escasa profundidad, empezando por el hecho de que faltaron prácticamente la mitad de los/las congresales. De un total de 900 que conforman el órgano partidario, concurrieron alrededor de 500 (según el diario Página 12, nota del 23/03/24), o quizás menos: apenas 470 (según el diario La Nación mientras se desarrollaban las deliberaciones, nota del 22/03/24). 

A su vez, un ámbito institucional del peronismo y sus aliados que sí estuvo muy activo desde que comenzó a gobernar la ultraderecha, es el bloque de diputados nacionales de Unión por la Patria. También se destaca la reunión del consejo justicialista de la provincia de Buenos Aires, encabezado por Máximo Kirchner, el cual deliberó a fines de febrero (Informe del portal informativo elDiarioAr). 

Cristina Kirchner, a su vez, difundió a mediados de febrero el documento escrito de 33 páginas que se titula “Argentina en su tercera crisis de deuda. Cuadro de situación”, pero que apenas un par de días posteriores a su lanzamiento quedó en el olvido, ignorado por las dirigencias peronistas y aún kirchneristas, así como por los medios de comunicación cercanos a esas expresiones políticas.

Poderes de facto

Al permanecer ausentes las grandes deliberaciones y/o decisiones de órganos que representan institucionalmente la voluntad de un movimiento político (en este caso el peronismo), lo que se convierte de hecho en sus expresiones públicas reales son los dichos y acciones de quienes ejercen cargos ejecutivos en nombre de esa fuerza política (o, mejor dicho, de las alianzas provinciales o municipales que el justicialismo lidera, así como por la coalición nacional Unión por la Patria), así como también sus representantes en cargos legislativos, o bien las figuras individuales que copan espacios en medios de comunicación y/o redes digitales.

En definitiva, las dirigencias intermedias, las militancias, y asimismo las bases sociales inorgánicas que tienen cierto grado de afinidad con el peronismo y/o el kirchnerismo aunque no formen parte de estructuras organizativas formales, se nutren para su pensamiento, formación y reflexión -y sobre todo para la contención emocional en un momento político devastador y deprimente- de opiniones dispersas y generalmente de tipo personal, que en su mayoría representan a sectores muy acotados o simplemente a la ambición ególatra de ciertos dirigentes (como los mediáticos Guillermo Moreno y Sergio Berni).

Además, esa imprescindible tarea política de reflexión, debate, formación y aún de contención emocional, frente a la (ya mencionada) ausencia de ámbitos políticos orgánicos de alcance nacional, en gran medida es reemplazada por lo que dicen referentes de la comunicación (panelistas de televisión, periodistas, animadores/as radiales y televisivos, streamers e influencers digitales, etc. que tienen afinidad con el peronismo y/o el kirchnerismo, o que son progresistas, de centroizquierda, de izquierda, etc., o que al menos expresan ideas y sentimientos contrarios a las ideologías de derecha o ultraderecha y al gobierno de Milei.

De toda esa inmensa diversidad caótica, surgen generalmente críticas severas a la gestión gubernativa de Alberto Fernández, a los cuales -gobierno y ex presidente- se los responsabiliza por la derrota electoral que llevó a Milei al gobierno. Cuando esos pronunciamientos son realizados por dirigentes, legisladores/as, funcionarios/as de provincias o municipios, etc., se expresan, probablemente de forma honesta y por convicción, a modo de “autocrítica”.

“Nuestro gobierno no cumplió su contrato electoral”, o “nosotros/as no estuvimos a la altura” de las circunstancias, o “no pudimos controlar la inflación y resolver los ingresos de los sectores populares", o “nos faltó ocuparnos de los problemas concretos de la gente”, etc. etc., son frases o construcciones retórico/argumentativas que emiten de manera frecuente enunciadores/as peronistas, sobre todo dirigentes que se desempeñan como tales, pero cuyos discursos son similares al de figuras mediáticas y del mundo digital afines a la misma identidad política.

Sin embargo, en esas “autocríticas” jamás aparecen los poderes de facto -de hecho, “de prepo”- que determinan la vida de la sociedad pero que no compiten en elecciones ni tienen la más mínima legitimidad democrática, simplemente porque su función es otra: es defender sus propios intereses y hacerlo habitualmente en contra de los intereses de las mayorías sociales.

Por ejemplo, jamás se menciona que la grave crisis económica al finalizar el gobierno peronista, reflejada en una inflación interanual del 160 % -en los doce meses previos y hasta noviembre pasado, último mes completo de dicho gobierno (Ver informe del Indec, noviembre 2023)- con Sergio Massa como ministro y además candidato presidencial, fue provocada en su mayor parte por los sectores capitalistas locales y extranjeros que tienen poder suficiente como para definir la estructura de precios, amenazar con el desabastecimiento de productos esenciales, provocar pánico financiero con los aumentos del dólar y fugar sus capitales a guaridas fiscales desconocidas para la casi totalidad de la población.

Tampoco se menciona jamás la función antidemocrática de la corporación judicial, que desde hace más de una década -tanto en Argentina como en Brasil, Ecuador y otras naciones suramericanas donde hubo procesos históricos de avances populares y soberanos en la primera década y media de este siglo, así como actualmente en Colombia para desgastar al presidente Gustavo Petro- en nuestro país inventa causas penales y realiza simulacros de juicio para perseguir, condenar y proscribir a una líder como Cristina Kirchner y a dirigentes como Amado Boudou, por citar los más notorios.

Igualmente, jamás se menciona el accionar devastador, las 24 horas de todos los días de la vida, de las cadenas mediáticas de derecha y ultraderecha que en Argentina son, ante todo, ultra-antikirchneristas, y que también hace más de una década llevan a cabo una estrategia planificada, minuciosa y rigurosa para instalar en la sociedad creencias, fantasías y sentimientos de rechazo y odio hacia el kirchnerismo en particular y el peronismo en general. Excepto el “peronismo” que consideran “racional” y “republicano”, es decir el que se somete a las oligarquías y a los intereses extranjeros.

De forma similar, no se mencionan jamás las estrategias de dominación internacional de Estados Unidos que afectan directamente a nuestro país, debido a las cuales siempre las presiones, extorsiones, capacidad de influencia y acciones clandestinas están destinadas a que no existan -o al menos a que no se consoliden- gobiernos soberanos y favorables al pueblo, sino otros que defiendan los intereses estratégicos norteamericanos y de sus aliados (como Unión Europea e Israel). Esos “otros” gobiernos pueden ser de derecha, de ultraderecha, o incluso “peronistas” siempre que sean “racionales”, “moderados” (o “republicanos” y “de centro nacional”, como gusta decir el dirigente pro-estadounidense Miguel Pichetto).

Como si no existieran

Una muestra concreta de que para las dirigencias peronistas no existen poderes de facto y antidemocráticos como los indicados en párrafos recientes a modo de ejemplo, es que ninguno de ellos (u otros) han sido mencionados en la declaración emitida días atrás por el congreso nacional del Partido Justicialista.

El pronunciamiento incluye solo dos salvedades que pueden ser destacadas. En un párrafo se afirma que, con Milei como presidente, “la soberanía nacional se encuentra en peligro bajo un gobierno que no protege nuestros recursos naturales, ni defiende nuestra integridad nacional, haciéndose el distraído y cómplice ante la presencia de una potencia extranjera en nuestras islas Malvinas y mares adyacentes, dando participación a otra potencia en la administración de nuestro río Paraná (…)”.

Otro párrafo hace una fugaz mención al endeudamiento perpetrado bajo el gobierno de Mauricio Macri, así como al Fondo Monetario Internacional y a la fuga de capitales. Dice que la “enorme deuda externa (la más grande que haya otorgado el FMI en los últimos tiempos) fue contraída (y fugada) por el gobierno de quien es hoy su principal socio político y ha colonizado ya puestos claves en el actual gabinete nacional para garantizar su impunidad”. Los paréntesis corresponden el texto original. (Acceso a la “Declaración del congreso nacional del Partido Justicialista” difundida, entre otros medios, por el portal de noticias Letra P. Documento del 22/03/24). 

Paralela y paradójicamente, y en una actitud de absoluto contraste con el resto de las dirigencias del mismo espacio, el documento escrito que Cristina Kirchner difundió a mediados de febrero articuló su diagnóstico sobre el presente argentino, los antecedentes históricos y las propuestas a futuro, en torno a la deuda que azota al país desde el periodo 1976/1983, bajo la dictadura genocida. (Ver documento de Cristina Kirchner, febrero-2024). 

Las excepciones aquí señaladas constituyen un conjunto conceptual escaso y poco significativo, si se tiene en cuenta la magnitud y profundidad del abismo en el que está cayendo nuestra Nación.

En las “autocríticas” peronistas son muy habituales la auto-flagelación, los internismos, los posicionamientos individualistas, los “puteríos” menores, la falta de profundidad analítica, la propensión a echar culpas contra otros espacios o dirigentes del propio movimiento o de sus aliados, etc.

Todo ello reproducido y aumentado, desde posicionamientos políticamente afines, por las estructuras comunicacionales y personajes mediáticos frívolos o superficiales -aún muchos/as honestos/as y bien intencionados/as- que confunden el análisis y la opinión política con el entretenimiento televisivo y la repercusión en las redes.

Es una forma de concebir a “la política” como una actividad donde directamente no existen los poderes de facto locales y extranjeros, que no se someten a elecciones pero deciden sobre la vida de las personas, mientras la sociedad se la pasa hablando chismes sobre “los políticos”.

29/07/2016

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