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03/03/2024

El discurso de MIlei

El discurso de MIlei | VA CON FIRMA. Un plus sobre la información.

El presidente debería extender un poco más la mirada y se encontraría con los verdaderos culpables de la crisis nacional generada por la deuda, quizás porque son sus socios en el poder.

Osvaldo Pellin

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El discurso a la Asamblea Legislativa de Milei del 1 de marzo puede considerarse formalmente correcto con contenido falseado y problemas graves, omitidos.

La descripción de la casta política podría haberse extraído de Pago Chico de Roberto J: Payró, que justamente se remite a más de 100 años atrás, que es donde Milei afirma que estábamos en el primer puesto entre las naciones del mundo. Exagerada afirmación probablemente extraída de la ignorancia histórica. Se trata de modos repudiables que se observan con sus más y sus menos en todas partes, donde la participación amplia de las sociedades en la política genera una lucha por el poder que suele envilecer algunas costumbres de la actividad. Esa es una parte de la verdad, no toda la verdad.

Payró pinta una caricatura del accionar político de aquella época que bien vale la pena repasar, para advertir que aun hoy no se ha inventado nada en la caricaturesca descripción de los protagonistas de la política. O quizás mejor, por presumir mayor actualidad en la memoria colectiva podría haberse inspirado, sin el dramatismo que le dio al tema de la casta, en Así es la vida de Malfatti y De la Llanderas. Allí se hubiese encontrado con Elías Alippi, un politiquero de pueblo que termina debiendo hacerse humo para no ir a parar a la cárcel.

La antipolítica exagera los trazos de ese accionar que ya estaba patentemente instalado más de cien años atrás, cuando eran los conservadores, los primos hermanos de Milei, los que gobernaban al país.

Pero la política es algo más que eso. Es el instrumento con que los pueblos sueñan una transformación a favor de los intereses mayoritarios que componen una sociedad que logra mirar hacia el futuro. Si nos quedamos solamente con lo que la sátira ha consagrado no hay país en los que la lucha por el poder esté legitimada por la voluntad popular que no tenga atisbos de ese perfil.

Distinto es mezclar la picaresca política con las frustraciones fruto de la lucha de intereses opuestos en países como el nuestro, en una etapa intermedia de su desarrollo. Los obstáculos de adentro y de afuera para configurar un país igualitario tienen aún una vigencia absoluta. Y esas frustraciones no son solo fruto de la distorsión de las costumbres políticas, sino de la dependencia con la que chocan los países más nuevos en su vida institucional por una auténtica autonomía, lejos de un rapaz neocolonialismo.

Milei, por el contrario, ataca a la política que es también un instrumento de su visión de la realidad pero aplicada a consolidar los lazos de la dependencia con su voluntad más cerril, que incluye hasta el cambio del signo monetario nacional. ¿Qué pretende, entonces, que semejante propuesta reciba las bondades de la unanimidad?¿Qué no se discuta, que no genere desacuerdos?

Su ataque a la casta política, de la que forma parte e intenta inútilmente, distanciarse, está dirigida a un asimétrico bonapartismo que más que aligerar el problema de la nación lo agrava, porque nos pone en las puertas mismas de nuestra sumisión e histórico renunciamiento como Nación.

En el discurso mezcló la timorata, pero decente administración de Alberto Fernández, con la pintura ya aludida de la política de casta, que Milei no hace más que continuar, además de acentuarla, con colaboradores que fueron los que endeudaron al país por 100 años y practicaron los negociados más obscenos desde sus cargos públicos.

Algún día deberá juzgarse al macrismo como actor y cómplice de esta crisis que ahora cae en lo que se ha llamado “la herencia del anterior gobierno”. Milei, debería extender un poco más la mirada y se encontraría con los verdaderos culpables de la crisis nacional generada por la deuda y a quienes ni siquiera alude en su discurso como verdaderos culpables, quizás porque son sus socios en el poder.

Finalmente Milei no le habló al país que encontró al asumir ya que muchos de nuestros compatriotas de entonces ya están al margen del protagonismo ciudadano gracias al ajuste salvaje practicado por él. Un país que va perdiendo participación real en la defensa de sus derechos, aniquilados por su motosierra, van dejando un espacio vacío donde son pocos los que lo contradicen y ha hablado especial y casi exclusivamente a los convencidos y beneficiados con los privilegios que les da su cercanía al presidente. Esos aplaudidores no son una medida de ningún logro, serán más bien una tracción negativa para que el cambio que Milei ambiciona no sea para mejor por la, para nosotros, equivocada característica que le imprime.

29/07/2016

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