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25/02/2024

Decime si exagero - I entrega

Los 10 films que la Academia de Hollywood postula como lo mejor del año

Los 10 films que la Academia de Hollywood postula como lo mejor del año | VA CON FIRMA. Un plus sobre la información.

En quince días la Academia de Cine y Artes de Hollywood volverá a entregar los tan criticados pero aun vigentes premios Oscar. Te dejamos la primera entrega de un dossier en el que repasaremos de qué están hechas las 10 películas que disputan la estatuilla al mejor film del año.

Fernando Barraza

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1 “Los que se quedan” de Alexander Payne

Si hay un director hollywoodense que ha sabido hacer que lo pequeño se muestre como universal, ese es Alexander Payne. Desde hace casi 30 años, este hombre de ciudad chica supo entender que el viejo adagio del “pinta tu aldea”, cualquiera sea ésta, sirve para pintar el mundo todo.

Para lograr su cometido a veces Payne abrió el zoom un poquito más, pero tampoco tanto, como en “Acerca de Schmidt” o en “Entre Copas”, películas que tenían personajes protagónicos tan pero tan fuertes que necesitaban de muchas locaciones urbanas y paisajes que los pudieran “contener”.

Más por lo general nunca se corrió del registro íntimo, algo que se le agradece y mucho, porque la muñeca que tiene para meternos dentro de las personas es realmente genial. Y en esta película Payne no escapa a las generales de su propio estilo, más bien todo lo contrario: se consagra como uno de sus puntos más altos. Quizás esta sea su mejor película, con todo lo que ello significa dentro de su filmografía.

“Los que se quedan” narra la historia de tres seres que cruzan sus vidas de manera un poco fortuita: Paul Human, profesor en un internado de educación media, el estirado y burgués colegio Barton Academy. Luego está Angus Tully, estudiante secundario, alumno de Human, tímido pero díscolo, por momentos más oscuro que taciturno. Por último introduzcamos a Mary Lamb, la cocinera de la escuela, una mujer que está de duelo. Los tres se quedan solos en la gigantesca escuela durante las vacaciones cortas de navidad y año nuevo, esas que tienen en el hemisferio boreal. Hay soledad extrema en el internado que está casi vacío, salvo por el peso disruptivos de sus propias presencias compartidas, allí, en la quietud casi isleña de una nevadísima y congelada Nueva Inglaterra. A ver, veamos el trailer y sigamos...

 

¿Pueden esas íntimas soledades que se encuentran casi exclusivamente a través de sus diferencias bordar una historia en la que quienes miramos la película vivamos una experiencia sobre la salud mental, las piramidales fuerzas del poder humano, el maltrato cotidiano, el racismo, la soledad y la incomunicación que crece en las crisis intergeneracionales?

La respuesta es: sí.

Alexander Payne sabe cómo. Y es más, tanto sabe que te lo va a contar con trazas de humor (ácido por momentos) y con muchísima ternura. Esto es algo que Payne sabe: contarte lo más rancio de nuestras existencias humanas con una sazón deliciosa, la sazón de la sensibilidad. Encima no lo hace con clichés, lo hace a través del mejor cine: encuadres, arte, luz, actuaciones, todo es fantásticamente Payne.

A las nuevas generaciones cinéfilas hay que decirles: entrar en el universo de don Alexander a través de esta preciosa película es lo mejor que les puede pasar. Pero no se queden aquí, salgan a ver el resto de sus films.

Por último, si no le van a dar el Oscar a la mejor película, al menos dénselo a Paul Giamati por la mejor actuación que se ha visto en cine en décadas y décadas y décadas.

 

2 “Ficción Estadounidense” de Cord Jefferson

De todas las películas candidatas a la estatuilla principal, ésta es la más contracultural. ¿Y qué significa contracultural en el contexto de la producción mega empresarial de entretenimiento que financia por lo general Hollywood en este siglo? Pues quizás signifique algo así como: molestias menores, pero sesudas y efectivas. ¿Con eso alcanza para vivir una buena experiencia cinéfila? Sí, claro que sí. Si abrimos la mente, disponemos la sensibilidad y nos sentamos a ver una comedia como ésta, la sorpresa es grata, constructiva. Suma mucho.

“Ficción estadounidense” (se llama “ficción americana”, pero se pueden ir al carajo con su manía de decirle América a EEUU) pone en tela de juicio varios presupuestos biempensantes que se pueden tener sobre la temática que aborda el film: la negritud en USA.

A ver, intentemos hacer una sinopsis del film sin pasarnos de corrección política:

Esta es la historia de un escritor negro que, tras escribir algunas novelas celebradas y ciertamente exitosas, tiene un bloqueo creativo. El tipo padece este estancamiento y no labura ya editando sus libros (¡que no puede escribirlos!), por eso vive como profesor de media.

Enojado todo el día, polémico y aguerrido toda vez que da su punto de vista socio político en clases nuestro protagonista va por la vida malhumorado.

Apremiado por la situación económica de su familia -de clase medios acomodada, pero venida a menos- un día decide bajar a la arena que detesta para sobrevivir: se va a sentar a escribir una historia con todos los estereotipos culturales y morales que el inconsciente colectivo de EEUU tiene acerca de la comunidad negra que vive en su país, y con esto construirá un best seller.

A saber: gente sufrida, drogas, violencia asumida y normalizada puertas adentro, desfachatez cool, etcétera (rellene usted el resto de este formulario con lo que usted ya sabe que es cliché del “black universe” para el biempensantismo yanqui). Bueno, el escritor publica con seudónimo y la pega. Mucho. Pero muchísimo. A partir de allí comienzan las contradicciones internas en la conciencia de nuestro protagonista y a esa calesita de sensaciones encontradas es a la que nos va a subir el director y dramaturgo Cord Jefferson, quien agarró la picantísima novela homónima de Percival Everett y la convirtió en una película la mar de bien narrada, con dosis deliciosas de espíritu combativo, cinismo, compasión inteligente y acidez.

 

El film posee excelentes actuaciones, una puesta estética clásica y bella y un clímax de rompimiento de cuarta pared que se celebra por lo creativo y filoso.

Si querés pensar un rato sobre los preconceptos de clase y de etnia (permítaseme usar ese término tan vapuleado), mirate esta película. Te va a servir el ejercicio de introspección en bandeja.

Nota al pie: la mayoría de las críticas que leí sobre el film hablan del colectivo afroamericano en EEUU como “minoría”, algunos lo complementan con la palabra “étnica” y otros directamente van al gastadísimo “racial”. Te dejo esta inquietud como un bonus track para pensar sobre todo lo que ya te hará pensar la película mientras la ves, te lleva, te trae, te pone a reflexionar y te divierte.

 

3 “Maestro” de Bradley Cooper

Es hora de hablar del único bodrio de esta lista de diez películas candidatas.

Ni bien caen los títulos del final de esta biografía cinematográfica sobre Leonard Bernstein que dirigió, co-escribió y protagonizó Bradley Cooper, te queda una certeza casi inapelable: ni Martin Scorsese, ni Todd Phillips, ni Steven Spielberg podrían haber dirigido esta edulcoradísima versión de la vida de una de las personalidades más briosas de la cultura popular norteamericana. Es más, de dos personalidades, porque ésta también es la (malograda por Cooper) historia de Felicia Montealegre, la compañera de vida de Bernstein, que también era una guerrera totl de la vida.

¿Será por este tono general complaciente y dietético que Phillips y Spielberg se corrieron del rol de directores de este guion y quedaron como meros productores ejecutivos? Muy probablemente sí.

No alcanza con las muy buenas actuaciones protagónicas (la de Cooper en la piel de Bernstein y la de Carey Mulligan como Felicia) ni con una fotografía impactante (blanco y negro o color) a cargo de un “mostro” de la luz como Matthew Libatique, ni con una dirección de arte cuidadísima o un montaje prolijísimo. La película igual es un bodrio hecho y derecho.

  

Cooper eligió el camino más fácil (hasta perezoso) de todos los que podía tomar para contar la riquísima vida del maestro Leonard: puso en la lente su excentricidad en la intimidad y su adicción al trabajo. Y poco más.

¿Pensó en contar la complejidad de su impronta socialista en una sociedad macartista que lo persiguió y lo puso en la picota durante décadas? No, ni por lejos.

¿Pensó en contar su abierto compromiso con el colectivo LGBT en una sociedad ultra evangelista como la de USA? No, ni por lejos.

¿Pensó en contar el compromiso conjunto de Berstein y Montealegre con la comunidad afroamericana y narrar en el film la famosa invitación que ambos le hicieron a la cúpula de las Panteras Negras para que visiten su hogar frente al escarnio del conservadurismo de la época? No, ni por lejos.

¿Pensó en hacer hincapié en la militancia pro latina que social, política y musicalmente desarrolló el maestro durante años y años? No, ni por lejos. Incluso “West Side Story” aparece en la trama casi de manera efímera, hasta publicitaria.

¿Pensó en profundizar sobre los aspectos de militancia activa por la cultura popular que el maestro realizó en foros salientes? No, ni por lejos. Por más que aseguró que Elvis "(…) es la más grande fuerza cultural del siglo XX”, que dijo taxativamente que el rey Presley “introdujo el ritmo en todo y lo cambió todo: música, lenguaje, ropa” y que “fue una nueva y total revolución social”. O que dijo en todos los estrados y medios de comunicación de la segunda mitad de los sesenta que los Beatles eran “los Schubert de nuestra época” y cuando impartía clases de teoría musical, solía poner ejemplos de sus canciones; o que en su última entrevista en vida dijo que los 4 fantásticos de Liverpool eran “los mejores compositores desde Gershwin”. No, no, no: nada de todo esto le pareció saliente a Bradley.

Esa poderosa catedral de simbolismos que fue esta bestia de la música, tejiendo permanentemente lazos entre lo académico y lo popular, quedó afuera casi por completo en la mirada de Bradley. Y todo lo que cuenta Cooper en esta película, por el contrario, es de una santidad por momentos irritantes. Un Bernstein impoluto y comprensible en sus flaquezas apenas delineadas. Casi un panfleto.

En fin: ¿es esta una película fea y no tenés que verla? No, para nada. Pero cuando pensás en todo lo que Cooper no muestra y en todo lo que no dice sobre alguien que se la dejó de taquito para que rompiera la red del arco clavándola al ángulo, te dan ganas de... ¡no volver a verla nunca más!

 

4 “Zona de interés” de Johnatan Glazer

La gran revelación de esta entrega de los Oscar y una de las películas más fuertes que la gran industria global del cine pueda filmar es esta. Y por más que la temática que aborda es devastadora, le cabe a este film la descripción de “cine puro y en estado de gracia”.

“Zona de interés” es el cuarto largometraje del director británico Johnatan Glazer, quien -aun siendo renombrado y laureado- en 25 años solo ha producido cuatro films.

Antes de dirigir ficción larga, fue director de algunos de los video clips que han quedado grabados en el inconsciente colectivo de una generación que creció en los 90: canciones de Jamiroquai, Nick Cave, Radiohead y Massive Attack, entre otros, han sido transformadas en audiovisuales memorables por este genio raro y talentoso.

Y cuando en el 2000 entró de lleno al cine de ficción le dio pura dinamita: un thriller de tono rarísimo como “Sexy Beast”, su debut. Luego una película sórdida y compleja sobre... ¿la salud mental o la reencarnación? En fin, lo que quieras que sea en “Birth”, su segundo título, haciendo que Nicole Kidman tuviera uno de los papeles más extraños de su propia historia como actriz. Casi una década y media después de haber debutado, se estrena su tercer film: “Under the skin”, el más sofocante y raro de su filmografía, aquel en el que Scarlett Johanson hace de una vampira extraterrestre que vacía los cuerpos de víctimas que atrapa como una viuda negra. Una película extraordinaria y perturbadora por donde la mires.

Ahora -diez años después de aquella lovecraftiana vampira del espacio exterior- el tipo nos arroja en la cara la película más original y quizás una de las más movilizantes sobre la temática “nacional socialismo alemán + campos de concentración” que se hayan filmado.

Con un híper realismo cinematográfico que puede ser comparado, por ejemplo, con la era de oro del cine italiano, Glazer nos cuenta esta “Zona de interés”, la historia ficcionada de un personaje que realmente existió: el joven jerarca nazi Rudolf Höss, director a cargo del campo de concentración de Auschwitz, quien vivía junto a su esposa y sus cinco hijos en una hermosísima casa con jardín, vivero y pileta justo al lado de uno de los campos de horror y exterminio más grandes que recuerde la humanidad.

Esta tensión entre la vida plena, sensible y hasta amable que la familia Höss vivió durante el brutal genocidio que el propio jerarca supervisaba, es el nudo sobre el cual se sostiene esta película que introduce una novedad de peso: en ninguna parte del metraje vemos una sola secuencia relacionada directamente con lo que sucede dentro del campo de concentración, que solo aparece como telón de fondo más allá del muro que lo separa de la casa de los Höss, allí donde de una manera “aislada” enseñan a sus hijos sobre flora y fauna, organizan cumpleaños y reciben visitas familiares.

 

Este escenario es perfecto para que Glazer trace una metáfora cinematográfica en la que podamos vivir como espectadores dos cosas: una, la realidad de que par que el horror nazi se lleve a cabo tuvo que darse una circunstancia de normalización del horror acometido, con todos los jerarcas nazis respaldados por la clase industrial y una parte importante del pueblo, todos actuando con casi nada de esa bestialidad monstruosa que el cine norteamericano eligió para mostrar al nazismo en el cine. Para que el horror suceda, probablemente las cosas hayan sido como Glazer las muestra. Eso es lo original y lo fuerte -fuertísimo- de esta película. Lo otro es un guion donde con muy pocos elementos dialógicos y visuales queda claro que la arquitectura del nazismo respondió a uno de los planes más pensados y planeados de la historia política de la humanidad.

Y para que aquel horror no quede soslayado, el británico se vale de dos o tres recursos cinematográficos de fuertísimo peso: las imágenes de las tristemente célebres chimeneas del campo de concentración de fondo, humeando todo el tiempo. Eso es lo primero. También recurre a algunos diálogos precisos y demostrativos, que se dicen con el tono de mesura -repitamos, que no redunda- que sobrevuela en todo el film sobre aquel verídico cuadro de espanto que allí ocurrió. Finalmente el tercer elemento que marca el horror es la gran (y espantosa) estrella magistral que es la edición de sonido realizada por Johnie Burn, quien compiló un documento de 600 páginas que contiene eventos relevantes en Auschwitz, testimonios de testigos y un gran mapa del campo para que esos sonidos del espanto que podemos escuchar a la distancia muy sutilmente por detrás de las escenas, puedan “mostrarnos sin mostrar” aquel espanto. Burn pasó un año construyendo una biblioteca de sonidos antes de que comenzara la filmación, que incluía sonidos de maquinaria de fabricación, crematorios, hornos, botas, disparos con precisión de época y sonidos humanos de dolor.

Así, con este complejo entramado artístico ensamblado con mucho talento, el excéntrico Glazer entrega una película tan atrapante como profunda y perturbadora. Y volvamos a este punto clave y de allí no nos corramos nada: Glazer no trabaja una ficción alegórica: va y mete los pies en el barro de uno de los episodios más horribles que la humanidad se a atrevido a ejecutar, con mesura, con bestialidad normalizada, así como Höss repara el techo del invernadero de su casa soñada mientras los gritos de al lado del muro se escuchan muy, pero muy de fondo.

 

5 “Barbie” de Greta Gerwig

En épocas en las que lamentablemente hay un forzado espíritu colectivo flotando que pide que se retroceda a paso firme en materia de conciencia colectiva acerca de los derechos de las mujeres, nada puede ser demeritorio ni “poca cosa” para analizar a este fenómeno de masas que fue esta película (y que quedará a futuro, claro está) un tanque del entretenimiento dirigido por Greta Gerwig que arrasó en taquilla y streaming. Y como para arrancar esta mini reseña, vale la pena destacar que más allá del boom empresarial de taquilla, en menos de un año el tamaño simbólico y el mensaje de la película continúan creciendo a paso firme.

Por derecha se le critica a “Barbie, la película” un supuesto “oportunismo de época”, resaltando que “está de moda” el feminismo (como si hubiera uno solo...) y se cargan las tintas críticamente con cuestiones puntuales, como que en la película van apareciendo Barbies que no son el estereotipo y eso está muy pero muy mal porque es “inclusión forzosa” (hay que ser ladinos para inventar ese término, eh). Lo cierto es que por sobre todas estas pavadas tan viralizadas en la cultura global se yergue esta película, cargada de fantasía cinematográfica, con una conducción artística que fue celebrada hasta por los directores de cine de autor más salientes de entre los que quedan vivos y detentan el título de próceres del cine actual (Tarantino, Scorsese, Luc Besson, la lista sigue).

Durante los días del estreno de la película, en este portal publicamos una crítica acerca del film y la repercusión cultural que le acompañó leer aquí. Quizás para terminar de semblantearla dentro de este especial de cinco candidatas se pueda mostrar este párrafo de aquel artículo:

 

“Barbie, la película, es un film que fue tejido con mucha precisión y pericia artística por Greta Gerwig y Noah Baumbach, un dúo de directores y guionistas que hasta aquí han traído películas muy interesantes y que han aportado -juntos y por separado- asuntos poco convencionales dentro del cada día más repetitivo esquema del cine norteamericano comercial. En este caso, aceptaron el desafío de abandonar “las comodidades” del cine independiente -libertad creativa y discursiva- para hacer junto a dos empresas trasnacionales gigantes una de las películas con mayor presupuesto (de producción y de difusión) de estos tiempos. El resultado final es atrevido desde lo discursivo, con un guion sólido que respeta lo esencial de cualquier historia que quiera convertirse en clásica: el viaje de su protagonista y su transformación. Estéticamente es potente, cumple, porque la vara está altísima y tuvo que animar cinematográficamente a uno de los íconos con imagen más clara y definida de la post-modernidad. Cinematográficamente brilla por momentos, toma referencias del cine clásico y las resignifica con mucho ingenio. La mítica secuencia de “2001, Odisea en el espacio” que recrea al comienzo del film, en plan de parodia, plano por plano, es realmente potente. Las referencias (también paródicas) a Matrix en las oficinas de Mattel, también funcionan con fuerza y los planos y luces que empardan los pasillos del edificio de Mattel con los del súper ministerio del “Brazil” de Terry Gilliam son -para qué negarlo- una auténtica delicia. El casting es sólido: Margot Robbie lleva a la Barbie estereotipo a sitios notables (la pequeña secuencia con la anciana en la parada del colectivo es teatralmente brillante), el Ken de Ryan Gosling la descose en la tierna y torpe sumatoria de sus peores ideas, Will Ferrel cumple una vez más y te hace reír mucho con el más pragmático y estúpido insensible CEO de Mattel que se pueda componer. También esta perfecto Michael Cera como Alan y Kate McKinnon hace una “Barbie Rarita” (SIC) con matices interesantes.”

 

A casi un año del estreno hay que volver a destacar que su mensaje feminista está vigente y necesario: tan necesario es que la Academia de Cine y Artes de Hollywood la nominó como mejor película, rubro en el que no tiene muchas chances de ganar, pero no nominó a su directora ni a su actriz principal, dos roles destacados dentro de esta obra que -más allá de lo que se diga o no se diga sobre los feminismos dependiendo cuan a la derecha se corra todo- se ha ganado un lugar en la historia del cine de este siglo.

 

6 Quedan pendientes para la próxima...

En quince días vuelve esta columna y será justo en el día en el que se realizará la ceremonia de entrega de los premios. Para ese entonces tendremos la segunda parte de este dossier en el que hablaremos sobre las otras cinco películas candidatas que son: “Oppenheimer” de Christopher Nolan (un film de bandera norteamericana), “Pobres criaturas” de Yorgos Lanthimos (el más desarrollado desde los estético, creativo y artístico de los 10 films), “Past Lives” de Celine Song (uno de los debuts más potentes de los últimos tiempos), “Anatomía de una caída” de Justine Triet (existencialismo como solo los franceses son capaces de dar) y “Los asesinos de la luna de las flores” de Martin Scorsese (el gran film industrial norteamericano que toca de manera apasionante y sin ambages el tema del genocidio a los pueblos originarios en norteamérica). Pero todo eso será en quince días. Hasta mientras tanto... ¡no pierdas la oportunidad de ir viendo estas películas!

29/07/2016

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