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No suele ser frecuente la presencia de poetas de la Patagonia en plena producción en revistas o antologías. Por lo general, los críticos apelan, como el sentido común orienta, a lo conocido, a lo bueno conocido y a lo malo también. Salvo por la presencia en algunos premios nacionales recientes o en sillones de la academia vacantes, todavía calientes por fallecimiento de sus ocupantes, hay un desconocimiento limítrofe con la ignorancia respecto de quiénes, cómo, cuando y por qué se escribe al sur del río Colorado.
Hay excepciones que no confirman la regla, pero que son siempre honrosas: es posible verificar la circulación de libros y obras entre las provincias de la Patagonia y ciudades o provincias del norte (por ejemplo Rosario, Tucumán, Córdoba, Bahía Blanca, Mendoza, San Juan; también Buenos Aires y La Plata) y el intercambio siempre enriquecedor entre latitudes diversas.
¿Cuál es la visión que se tiene de esa producción en esos centros dispersos? ¿Qué se escribe aquí diferente de otras regiones, cuál es su “voz”, si es que existe? ¿Hay conexión con poetas de Chile, se producen influjos recíprocos, quién predomina, quién se oye más? ¿Hay bilingüismo? ¿Qué pasa con los poetas de los pueblos mapuche y tehuelche?
Muchas de esas preguntas quedarán pendientes en este muestrario. Sin embargo, otras se responderán y generarán, seguramente, algún conflicto, alguna duda y, ojalá, algún rechazo y revulsión. No se trata de que la poesía haga descansar las mentes bien pensantes. Tampoco que conforme a todo público sediento de palabras, palabras, palabras. La distorsión, el error, la desviación son una marca en la poesía que se escribe por aquí. Hay coloquialismo, pero no es igual que en otras partes. Hay protesta social, pero tiene su característica; las influencias no son paternidades ni maternidades poéticas: se produce una muerte de los progenitores y una fagocitación de sus búsquedas y hallazgos. Es una poesía que golpea, que se equivoca y lo sabe, pero que alza su voz sin pedir permiso, sin disculparse.
En paralelo, desde hace unos años -pocas décadas- el proceso de escritura de poetas -jóvenes y no tanto- comenzó a ser acompañado por el surgimiento de editoriales en al menos dos categorías: independientes -Espacio Hudson, Con Doble Zeta, De la Grieta, Vela al Viento, Remitente Patagonia, Tanta Ceniza- y artesanales independientes -Kuruf, Paquidermo, Debo Palabras, Lo hago como puedo, la cebolla de vidrio, orcalumis, del Guenpin-, entre otros sellos.
Para este muestrario -no es otra cosa- se seleccionaron textos de poetas residentes en Neuquén, Río Negro y Chubut, la mayoría en un rango de edad que oscila entre los 40 y 50 años de edad. Viven en ciudades de diversa escala, y aquí está la primera característica común: sus paisajes son fundamentalmente urbanos, con una mirada y un panorama que no coincide con los de las grandes capitales o las ciudades más pobladas del país, pero con problemas que atraviesan sus comunidades con una crudeza común a todas. La visión que tienen de la ciudad patagónica refleja las crisis sociales y económicas, las desigualdades, el desempleo, la marginación, la discriminación y la concentración de la riqueza en élites cada vez más voraces, la exigencia de una regulación estatal de la marcha de la economía y de la provisión de servicios, la defensa de los derechos humanos, sociales y con una conciencia generalizada por la defensa del ambiente. Esos son los lugares comunes, con un rasgo determinante y característico: el feminismo como práctica que se expresa luego en ideas, teorías y, sobre todo, en poesía.
Otro rasgo de identidad es el componente migratorio de varios poetas. En efecto, muchos de ellos provienen de otras ciudades o provincias del país, en una corriente que tuvo -y tiene- varios factores: búsqueda de estabilidad laboral; mejor perspectiva para la vida familiar; búsqueda de una vida armónica con la naturaleza; exilios -internos y externos- por política o por situación económica o ambas.
Sus estéticas difieren: algunos poetas optan por el coloquialismo o leen la vida doméstica; hay feministas, hay políticos y sociales, hay quienes reflexionan sobre la literatura y la poesía (hacia adentro del poema, hacia la literatura por sí misma) y que incorporan ciencias duras en sus textos. Otros (otras) se suman a la protesta y defensa del ambiente, la pelea contra el capitalismo concentrado y al combate por mejoras sociales.
Los influjos también tienen algo en común: García Lorca y los españoles, Bignozzi, Gelman, Pizarnik, Vallejo, Bukowski conforman una suerte de Parnaso o canon no establecido ni expreso. O quizá estemos cerca de un anticanon. No olvidemos la presencia orientadora de los locales-regionales: Irma Cuña, Macky Corbalán, Mochi Leite, Bustriazo Ortiz -es de La Pampa, pero esa provincia también es patagónica-. Y también los que están en plena producción y generan círculos concéntricos: Raúl Mansilla, Jorge Spíndola, Graciela Cros, Raúl Artola, Liliana Ancalao entre otros y otras. Cada poeta busca su maestro o su maestra y establece su propia disciplina en la creación poética. Los cruces más allá de la cordillera, los vínculos con las lenguas originarias que se hablan en la región, la intersección con poéticas de otros países configuran una atmósfera donde -parece- todo es posible en poesía.
En esta selección hay textos de Cecilia Pérez, Romina Olivero, Daniela Catena, Claudia Sastre, Verónica Padín, Eugenia Cavallín, Gabriela Nemiña, Graciela Rendón, Miguel Sabatini, Laureano Huayquilaf, Washington Berón, Bruno Di Benedetto, Pablo Cazayous, Tomás Watkins, Cristian Aliaga. Se ordenan alfabéticamente y solamente se indican su fecha y lugar de nacimiento y residencia actual.
CRISTIAN ALIAGA (Tres Cuervos, Bs. As., 1962. Reside en Lago Puelo, Chubut)
La colección de lo roto
Lo perdido, lo roto, lo arrojado
coleccionamos.
Revisamos en la basura de todos
el diamante perdido,
el amuleto descartado por el capital.
Rastreamos la vergüenza de uno,
el secreto perdido, la foto descartada sin quemar
del último amor de aquellos.
Coleccionamos su dolor al tiempo
que nos alimentamos de su basura.
Aprendemos de su humanidad:
por nuestras manos pasan
los restos de sus arrugas
que no son cicatrices.
La secta del gatillo
El monte de
los suicidas
que guía mi destino
tiene una ermita
de santos de plástico.
Gatos chinos que no mueven la mano,
Budas gordos y flacos,
un Maruchito tallado en caldén
el hijo de la Difunta Correa en plastilina
y el Gauchito Gil de fierro
se ríe sin parar
de sus perseguidores.
Cristo no se asoma
del Nuevo Testamento.
Un graffiti recibe a los indecisos:
“Señor, Señor, por qué
me abandonaste
a las puertas de la salvación
con la Secta del Gatillo”.
(De La Secta del Gatillo)
**
WASHINGTON BERÓN (San Rafael, Mendoza, 1968. Vive en Puerto Madryn, Chubut)
Unicolor
El corazón
nada tiene que ver con el color de piel
sin embargo
existen corazones discriminados
(Del libro Ataque de corazón)
Fórmula
Mi fórmula de estar en vos cuando te has ido
Consiste en emplumar palabras
Y fabricarle alas al silencio.
(Del libro Ausencias y aproximaciones)
**
DANIELA CATENA (Buenos Aires, 1979. Reside en Puerto Madryn, Chubut)
no soy práctica con
las cosas humanas
me pierdo en ideas
simples rebusco en
pensamientos fríos
me atoro de pasado
para entender pero
no siempre es frágil
aquello que se rompe
entre sombreros
a donde crecen
palabras solas
bajo caracoles
que indican algo
de esa ex suerte
hondos espejos
señalan el aire
que debés tomar
no sé lo que pienso
tampoco si eso importa
ahora que mañana es ya
y que vos mirás a través de
otra ventana en otra ciudad
(Inéditos)
**
EUGENIA CAVALLÍN (Bahía Blanca, Bs. As., 1980. Reside en Cipolletti, Neuquén)
Una pequeña muerte
Lo que no nace se vuelve
ovillo seco. Cuando no llueve
se hace chiquito el tiempo de espera
el agua no cae. Hay que aprender a esperar.
¿Cómo describir las postura que adopta
el cuerpo cuando espera la lluvia?
¿Cómo nombrar lo que se ovilla seco?
¿Cómo decir esa muerte chiquita que
ensaya para mí una suerte de templanza?
El cuerpo cuando espera se hace ovillo
afina el oído queriendo escuchar
algún rastro de agua
por fin.
**
PABLO CAZAYOUS (Choele Choel, Río Negro, 1978. Vive en Neuquén)
Caigo
Caigo hoy sin heridas
náufrago en tierra.
Perdí una brújula
en el vértigo sin abismos.
Sopla el pasado
como huracán
revuelve escombros
tratando de tapar claridad.
Sustancia del ser
es el cinismo,
presente
incertidumbre del ahora.
La rosa crece
para marchitar
si es secada
se conserva para recordar.
Muero a cada instante,
porque sé que vivir
la no-utopía
es mi yo más real.
Se dibuja mi razón,
como la tinta
en los papeles mojados,
que adquieren nuevas formas.
La mancha de la indiferencia
es una célula
que se moldea
en el secar del papel.
Los colores se oxidaron
como clavos sin plomo…
(Inéditos)
**
BRUNO DI BENEDETTO (Avellaneda, Bs. As., 1955. Vive en Puerto Madryn, Chubut)
Escribir el mar
¿se podrá escribir el mar? No su extensión planetaria
ni su profundidad medida en fluorescencias
sino el mar mismo, ¿su agüita salada, la ondulación
del lomo, a veces bayo, a veces azulejo, su nervio
a contraluz, la transparencia después del naufragio,
la paz en la que se hunden los ahogados, el caballo
que corcovea bajo cien mil barcos, el resoplido azul
de donde nacen las ballenas, la carne sin fondo
en donde el tiburón hinca los dientes y desgarra,
el óxido que se come los fierros de la humanidad,
la suma de todos los ríos, la casa adonde la lluvia
llega desde el cielo, en donde la nieve se vuelve agua?
Una vez vi un pingüino cazando cornalitos: una flecha
ese animal, tan torpe en la tierra, tan certero en el mar.
El mar moldea los cuerpos de sus criaturas: una madre
amorosa y caníbal: come lo que nace de su vientre.
Esto no es tormenta, es el mar haciendo el amor
con el mar, esto no es horizonte, es el mar trazando
el límite, esto no es una ola: soy yo, soy yo, el mal hijo
agua viva
agua viva
te matamos porque tememos morir
pido perdón
Escribir la estepa
¿se podrá escribir la estepa? No su frialdad, sino eso
que te escupe el guanaco directo a los ojos, la ceguera
que viene de tanta luz, la lagartija, la culebra, el escorpión,
la estepa cría animales buenos, el puma, la codorniz, el ñandú:
el único animal que mata en la estepa es la misma estepa
en su bondad infinita te traga y te hace la salamanca:
de ahí salís diablo y tocando la guitarra como yimi jéndrix,
salís hablando en lenguas, endemoniado en el paraíso del desierto.
Quien no se haya perdido en el desierto no sabe qué es la sed.
¿Has visto la estepa en primavera?
¿Has caído de rodillas frente a esas flores chiquitas?
¿Has olido el tomillo salvaje?
¿Has tenido miedo del puma, el humilde, tímido y poderoso
primo del tigre y del león, has visto los huesos en su cueva?
¿Has encontrado cerca de un revolcadero de guanacos la flecha
y si no la flecha, el raspador, el cuchillo de piedra volcánica,
o lo que sobró de las piedras que talló esa gente antes que vos,
mucho antes que vos, que te bajaste de un barco cagado de miedo?
La estepa es todo estrato horizontal, escalera de luz, meseta de aluvión,
recuerdos de un mar que ya no existe pero volverá, la sequía,
un diente de tiburón gigante que muerde la memoria, esa otra luz.
(Inéditos)
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LAUREANO HUAYQUILAF (Trelew, Chubut, 1969. Allí vive)
Lloran los ojos
Unas lágrimas perdidas
Sangrientas de gas lacrimógeno
Corren al ritmo del corazón
Agitado en el llanto enloquecido
La sed
Anda en la lengua del mundo
Y acá en la calle
Se une la barriada
Pelea con dignidad
La pueblada tiene forma
Y nombre de río
Chubut
Nos miramos en esas lágrimas
De amor apretado
Andamos
Producto del mismo barro
Secado al sol
Y hace cuerpo el chubutazo
Los umbrales moldeados
Y la noche contra la ventana
Los cuerpos tejidos a mano
Las inquietudes
Se impregnan palabras
En las orillas de los días
Los desabrigos de la piel
Las flores de una sombra
El viento cruje una voz
Como retazos de la madrugada
La vieja costumbre
De la lluvia
Y los recursos de la lengua
Mojada
(Del libro Mundolor, inédito)
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GABRIELA NEMIÑA (Avellaneda, Bs.As., 1960. Vive en Neuquén desde 1986)
Tango
A Mariano Villegas
Ahí está
mi viejo
rodeado de fantasmas.
No son
mujeres sensuales y carnosas
no son
animales exóticos.
No es el alcohol
lo que alucina.
Es ese niño
triste y gris
que lleva dentro.
Es ese padre
obsceno y cruel
que lo persigue.
Es la verdad
suprema
que sostiene
como una bandera
de muerte y soledad.
Es la infancia robada
su terquedad en creerlo
en no desprenderse
nunca
del dolor.
Es su empecinamiento
en no ser feliz
aunque lo quiera.
Mi viejo es un tango
una canción desesperada
un desencuentro
una angustia una nostalgia
uno que ya no busca lleno de esperanza
un tiro del final
que no salió.
**
ROMINA OLIVERO (Bahía Blanca, Bs.As., 1979. Vive en Neuquén)
están llegando los aires de junio mi amor
vienen en grupos a vibrar los vidrios de la cocina
el cortapastas colgado del caño lo supo primero
las alacenas temblaron mi amor
trae frío este junio
trae agua escarcha
lo supo la persiana en saludo vaivén
¿qué aferra nuestros cuerpos a este curso de aguas grises?
están llegando los aires de junio mi amor
y se huelen diurnos
el sabor áspero delata que no son buenos
apagaron la vela rosada en pleno ritual
asusta tanta afrenta
nos vuela el pelo y las lenguas mi amor
separa definitivamente nuestros olfatos
¿qué aferra nuestros cuerpos a este curso de aguas grises?
lo único firme que tenemos es esa planta que enterré llorando sola
que no deja de crecer exuberante de rabia
¿la abrazamos de vuelta mi amor?
porque están llegando los aires de junio
(de dorado en sus puntas, la cebolla de vidrio ediciones, Neuquén, 2019)
**
VERÓNICA PADÍN (Neuquén, 1977. Reside en Neuquén)
poemas de este invierno (fragmento)
I
el sueño es una cura lenta aplazada por los años
y
una circunstancia repleta el invierno
nos resistimos por tantos años a marcas que igual siguen en la pared en la que te medías la altura, en la mancha de nacimiento del hueco de mi omóplato, en la quemadura de la mesa de los humos antiguos
no tengo nada
ni lo recibido ni lo ofrendado es nada.
II
para que lleves en el cuello cuando los animales lleguen los sueños te han tratado mal
vamos
estamos torpes cada vez en los finales el apremio
vamos
en el día rastros el agua que cae nunca tendrás
y
la sospecha
no es una de esas confesiones que se murmuran en las noches de frío que íbamos a perder el entusiasmo antes de tiempo.
(Inédito)
**
CECILIA PÉREZ (Catriel, Río Negro, 1978. Vive en Centenario, Neuquén)
Con alerta meteorológica se hace dulce de membrillo.
No se puede salir a buscar el fulgor, el rayo exclusivo
la luz fulminante.
Pero el membrillo tiene un deseo atenuado, es decir
una promesa
y el rescoldo picante de la espera.
Como fruta de otoño, aguarda.
El rojo es su cualidad intrínseca.
Anhelamos las nubes fuera de las órbitas.
Cae la pregunta con el rayo:
¿se ama siempre de la misma manera?
Por ahora se hace dulce de membrillo: es decir
de tierra, de hojas, de tormentas inminentes.
La jalea es a oscuras. Con apenas el fulgor de una vela.
Así la pectina espesa la sangre, con la acidez y la dulzura en justas proporciones.
¿Se ama siempre de la misma manera?
Se puede ver la sangre espesa, si tomamos cierta distancia
y si la piel se tornó lo bastante transparente
y si el rayo fue toda la luz requerida para tensar el cuero
y estaquearlo a la tierra. (inédito)
**
GRACIELA RENDÓN (Bs.As. Vive en San Martín de los Andes)
Las presas de los siete colores (fragmento)
En mi pueblo
hay un cerro y un sol detrás
y hay un cielo
pero no tiene color.
Y no hay más.
Casas de papel y humo
que se deshacen
en la primer lluvia,
y destiñe el color
de la risa. .
Y no hay más.
La mirada crujiente
cortada por la sed.
En mi pueblo
la voz de las abuelas
amasan chayas y tortas fritas.
Están Herminda, Casilda,
Elba, Jesusa y Auguria.
Y también está Milagro
detrás de las rejas.
Están presas,
por reclamar .
por hacer huelga.
porque no hay paga.
porque el pan se les quema todos los días,
porque el sol se les moja cada noche
porque la mentira
porque la vergüenza
porque son mujeres
porque son pobres
porque son indias.
En blanco y negro están presas.
Están presas por hacer política
Dicen las señoras que van a la Plaza Mayor.
¿Qué hizo mi mamá, abuelita?
Con las compañeras
se organizó.
Formaron una cooperativa
se organizó.
Con las compañeras,
se organizaron
En este pueblo nos falta color
hace tiempo no sale arcoiris
hace tiempo se nos llora el sol.
Y es que el aire se vuelve torpeza, m´hijita.
Y no dentra.
Se agolpa
Se quiebra
Es piedra
**
MIGUEL ANGEL (NINO) SABATINI (Plaza Huincul, Neuquén, 1944. Vivió en Buenos Aires y ahora reside en Cutral Co, Neuquén)
Señora de...
El jueves señora, le cubría la sombra
sus facciones no, era así la imagen
que nos creímos, el crear es dolor,
angustia que pesa y solapada
espera en el misterio de lo obscuro.
El jueves señora, estuvo poseída,
nosotros recreamos y creímos,
estuvimos contentos, estuvimos muertos.
El jueves señora, las sombras
describieron facciones desconocidas,
su secreto fue presa de las
miradas entusiastas y nosotros
creamos entre las sombras de
sus ojos, miles de lágrimas.
Obertura 1812
Mi sueño es escuchar la Obertura 1812
con los cañones de bronce que propuso Chaikovski,
pero en una sala de concierto,
pequeños cañones, instrumentos atípicos
pero instrumentos al fin, los estallidos,
una reverberación impresionante calculo,
asombro, sorpresa,
pero capaz que nunca,
nadie sabe sus días,
ni la orquesta en una marcha fúnebre,
nadie sabe, yo tampoco sé
los sueños que uno tiene
en un rincón nebuloso y salen
a veces o se olvidan para siempre.
Tan difícil como afinar un cañón.
(Inéditos)
**
CLAUDIA SASTRE (La Plata, Bs.As., 1965. Vive en Epuyén, Chubut)
¿Y si dios fuera una mujer mapuche juan?
¿Una mujer mapuche con sus pichis encarcelada por defender su territorio?
¿Una mujer wichi a la que le matan el hijo?
¿Una mujer qom violada?
¿Y si dios fuera ese ciprés prendido fuego o ese roble pellín?
¿Esa puma que baja al valle porque el fuego arrasó su territorio?
¿Y si dios no fuera dios o no fuera nada?
Dios no atiende siempre en el mismo mostrador
Perdón, no quiero con esto ofender a nadie.
Dios no está siempre alerta cuando violan un niño o una niña, me parece que mira hacia otro lado
Dios no estaba atento cuando me manosearon a mis cinco años
¿O era dios que me tocaba y yo no me enteré?
¿Será que en vez de sentirme una elegida, una tocada por dios me sentí sucia, avergonzada, asqueada?
Siempre grito. Siempre me enojo por estas y otras cosas.
No te quejes, no veas siempre lo malo
Siempre te quejas y te quejas
¿Por qué gritas? ¿Qué buscas con esa actitud?
Y no sé qué busco. Tal vez es mi modo de llorar con cincuenta años de retraso
Mi modo de gritar
¿Qué te importa? ¿Qué te importa dios, si es que existís, cuál es mi modo. Grito
Grito por la mujer mapuche, por la infancia abusada, por la niña qom
¿Vos sabes, dios, qué es el chineo?
¿Vos sabes, dios?
(Inédito)
**
TOMÁS WATKINS (Neuquén, 1978)
En la ruta, ves.
El límite donde comienza la lluvia,
flores amarillas y blancas invadiendo la banquina,
campos donde pastan Las Nubes Gigantes
que se tragan el sol.
Mar del cielo mar del cielo
las nubes trotan sobre vos.
Las nubes: de ellas todo es en las rutas del sur.
Nosotros somos apenas las cosas que pasan, Aristófanes.
Como los grandes herbívoros terrestres de todos los tiempos,
las poderosas nubes no se deciden a atacar. Imagino una,
fiera acumulación de incertidumbre y belleza,
inclinándose sobre el vehículo. Y luego
nada.
Mis ojos sangran blanco.
La sombra de la nube la sombra de la nube
(DeDesmesura,inédito)
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