-?
La gran excusa es la deuda, el objetivo el disciplinamiento social, la desperonización.
La desperonización significa el desamparo social, la anulación de la defensa de los derechos sociales, la postergación y retroceso en la escala social, el convencernos que como pueblo no merecemos aspirar a vivir bien o sea trabajando y produciendo.
Pasó tantas veces en la historia reciente que en la etapa actual los dichos de los que asumen el poder político ya nos orientan a una situación similar que ha traído hambre, miseria y estancamiento socio económico.
El verdadero propósito es entonces hacer que la población acepte que en la distribución del ingreso su participación será muy menor, que lo que corresponde a lo cultural el pueblo será excluido de movida y no lo tendrán en cuenta.
Lo cultural servirá para afianzar, en el presente, el estilo de un presidente delirante que de lejos se observan sus dificultades de conducción, la carencia de empatía por su propio pueblo y el escaso respeto por la palabra oficial.
Entramos todos en una era de recio disciplinamiento, de amenazas aparentemente fundadas en nuestros propios errores que, cuando nos tocó, con errores y todo, hemos vivido menos amenazados por una pobreza inexorable o una segura represión.
Esa perspectiva no se terminó, vuelve a repetirse en estos tiempos. Ahora, llega la penitencia y habrá que arrodillarse sobre el maíz un buen rato para sufrir físicamente por aquello donde nuestro lugar en la vida, sin guerras ni escasez de alimentos, era el objetivo de aspirar al bienestar.
El desafío histórico es una vez más desarticular, minimizar y cooptar al peronismo en su esencia plural. El desafío histórico es evitar que una vez más la oligarquía deje al país peor de lo que lo recibió. La oligarquía no tiene justamente vocación de arreglar los desvíos que eventualmente se producen en un país cuyo devenir histórico está tironeado por la adhesión a modelos contrapuestos: el modelo elitista que acaba de ser elegido y el modelo popular, atacado por el antiperonismo.
Nuestro país nunca mejoró después de cada dictadura militar, no mejoró con proscripciones que tenían un solo objetivo evitar que democráticamente el pueblo votara por su candidato preferido. No mejoró con gobiernos con consenso pero que aplicaron las recetas neoliberales y las del ajuste.
Es inútil decir “Ojalá que a este le vaya bien, porque si le va bien a él nos irá bien a todos”. La historia demostró que ese deseo resultó siempre una quimera inalcanzable.
El antiperonismo hace también a una deformación para su extinción, del mismo modo que las fuerzas de la reacción terminaron en Europa con la socialdemocracia. Socavar una y otra vez al peronismo logrará extraerle su estirpe revolucionaria y acondicionarlo a legitimar las formas del estancamiento. Así se ataca su nacionalismo soberano y su popularidad democrática.
En la mente de la oligarquía vive el desprecio de nuestro humanismo y el valor comercial de nuestros recursos naturales. Se persigue la presencia testimonial del primero y se busca la rentabilidad para el privilegio de unos pocos de lo segundo.
El control de precios no tendrá la eficiencia que suponen la existencia de límites en los valores relativos, porque suelen, subrepticiamente, ser violados, pero al menos evita que el famoso mercado se transforme en una ley de la selva. En ese ámbito desatado donde se desconocen parámetros comparativos, los abusos son más frecuentes y el que los paga es siempre el pueblo llano. Si a eso le sumamos que en la estructura comercial de los alimentos existen proveedores monopólicos e intermediarios parasitarios, una vez más la distorsión del sistema caerá sobre los hombros de los consumidores.
Esta liberación fracasará seguramente y la capacidad de los ingresos de la población al cabo de la experiencia habrá descendido un peldaño más en su posibilidades de consumir.
Por eso decimos que no creemos que logren que les vaya bien por más apoyo que reciban. El pueblo no se resignará una vez más en ver cercenado su nivel de vida.
Va con firma | 2016 | Todos los derechos reservados
Director: Héctor Mauriño |
Neuquén, Argentina |Propiedad Intelectual: En trámite