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10/12/2023

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Entramos a una era de ultraderecha, motivada por la ofensiva yanqui y facilitada por los cambios en nuestra propia conciencia colectiva.

Luis Grisolía

El capitalismo tiende a deshumanizar todas las sociedades que toca: lo que acontece hoy en Palestina aconteció en la Indonesia de 1965, en Chile del 1973, en El Salvador de los 80, Bosnia del 95 o Ucrania del 2020, como algunos ejemplos aislados del grado de deshumanización a los que el ordenamiento económico imperialista ha sometido y somete a los pueblos.

Esa deshumanización transforma en mercancía todos los aspectos de la vida cotidiana, incluyendo a los seres humanos, donde los trabajadores son vistos como máquina que se alquilan o desechan según la necesidad de la producción capitalista y los derechos sociales y humanos existen solo como “servicios” siempre y cuando no afecten demasiado las tasas de ganancia y la acumulación del capital.

En estos días la deshumanización fascista aparece cuando las crisis económicas delvcapitalismo son inminentes y devastadoras y sobre todo cuando las ganancias que acumulan los ricachones en la producción y venta de mercancías no les son suficientes para mantenerse en el juego de la competencia intercapitalista. Las burguesías que temen a la quiebra urgidas por sobrevivir a como dé lugar, deshumanizan con formas extremas y argumentos irracionales a grupos enteros de población, ya sea para conseguir márgenes más amplios de riqueza con los cuales mantenerse a flote o bien para dividir y debilitar las fuerzas que amenazan su dominio.

Esta fragmentación la consiguen instalando un sistema gubernamental donde los trabajadores no desobedecen al régimen fascista, sino que más bien colaboran con él, ayudando a aplastar los «elementos no deseados» a cambio de mínimas dosis de poder.

Frente a esta deshumanización mercantilista las sociedades de todo el globo lastimosamente se han venido domesticando casi sin darse cuenta.

La pulseada en América latina es que los programas de la derecha aparentan ser compatibles con la democracia y la izquierda absorbida por el capitalismo, se alejó del pueblo, pero en la escala planetaria, el neoliberalismo liderado por yanquilandia tiene sus días contados porque está destruyendo el mundo.

Cuando la tasa de ganancia se contrae, vienen las guerras. El problema, por lo tanto, no es la humanidad sino el imperialismo capitalista.

Cambios en la conciencia colectiva

Los sectores progresistas (que vienen practicando el juego de participar cordialmente de las democracias burguesas) finalmente han terminado mimetizados, transformando a las izquierdas en anacrónicos aliados de la burguesía por lo cual la ciudadanía los está abandonando para refugiarse en el discurso contestatario de las ultraderechas que proponen romper todo.

Así avanzan las derechas locales generando vacíos de debate, reflexión y frenando la organización popular, apoyadas principalmente en:

  • Aumento del Poder del FMI y los rentistas empresariales internos
  • La debilidad y el silencio de los sectores sindicalistas y grupos políticos
  • El vaciamiento de las economías regionales y el éxodo campo-ciudad

Pero por sobre todas las cosas, progresan gracias a la alienación urbana y su capacidad para generar un nuevo sentido común donde la ausencia de opinión sobre temas cruciales de la vida de los trabajadores y sectores populares se ha venido profundizando en la última década, achicando al mínimo su protagonismo social

Para salir de este mundo delirante y contradictorio, corporizado en la mentalidad de los sectores más enriquecidos del país, se requiere una confrontación político-ideológica que llame a las cosas por su nombre y resuelva con determinación la “alienación” absurda que está degradando seriamente nuestras sociedades.

Esta bendita Alienaciónes un proceso por el cual la sociedad pierde autonomía al ser controlada o inducida por fuerzas ajenas, tales como los instrumentos de influencia ideológica de los medios, las redes, el mercado, el trabajo, etc. una verdadera deformación de conciencia de la que es víctima nuestra sociedad al permitir que sus relaciones sociales sean conducidas por actores ajenos; un doloroso proceso mediante el cual los individuos se convierten en ajenos a sí mismos, perdiendo el control como comunidad organizada, comportándose de manera contraria a lo que se esperaba de ellos.

La sociedad alienada no tiene conciencia de su propio existir, su pensamiento no está comprometido consigo mismo, no es responsable, no mira su entorno con criterio personal sino con una óptica ajena, por eso vive una realidad imaginaria y no su propia realidad objetiva.

En el sentir de las clases trabajadoras de esta parte del mundo las brechas y contradicciones entre las fuerzas populares y las burguesías gobernantes ponen al descubierto la decadencia del sistema económico y su respectivo régimen político. No es una situación ideal, porque en el medio hay muchos matices retardatarios y negativos, pero sin duda pronto tendremos un ambiente propicio para producir cambios con un horizonte mejor: estamos necesitando ni más ni menos que la lucha de una humanidad unida contra un Estado capitalista fascista y las burguesías internacionales que lo apoyan,

Aunque la furia popular organizada es mucho más eficiente que las vías institucionales burguesas (cuando de la emancipación de la humanidad se trata) el verdadero problema de la alternativa actual sigue siendo: el silencio, la desarticulación y la desorientación de los movimientos sociales y las agrupaciones políticas de las clases trabajadoras, tanto en los ámbitos nacionales como internacionales

En nuestro país, no hay ninguna duda que se está reconfigurando la política nacional y el bicoalicionismoque predominó en los últimos 20 años dejó de ser el eje sobre el cual se acomodaron las principales fuerzas políticas.

Las fuerzas que aglutinan el amplio campo nacional, popular y progresista, dejaron de ser las opciones electorales prioritarias para el mayoritario conjunto de la sociedad que sufre los vaivenes de las crisis económicas y la única acumulación, que tienen hasta el momento, es el hartazgo y cansancio de una política que no los representani les resuelve los problemas más urgentes, del día a día.

De todas maneras, la coyuntura actual busca una fuerza social de carácter internacional desde la cual se genere un movimiento mundial e internacionalista, que a la vez que luche por erradicar el fascismo de la Tierra (incluyendo el sionismo israelí y las nuevas versiones que están surgiendo con Milei, Zelenski, Bolsonaro y otros líderes de la ultraderecha) pueda proyectarse consciente y enérgicamente a superar el capitalismo decadente.

Solo derrotando a los que imponen este nefasto sistema económico y resolviendo la manera despiadada en que han desorganizado la sociedad, es que la humanidad de hoy podrá lograr un nuevo equilibrio sociopolítico.

29/07/2016

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