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Hoy asume un gobierno que antes de empezar ha dejado de lado sus alardes de “motosierra”, cierre del Banco Central y guerra a la “casta” (incluidos funcionarios del fracasado gobierno de Cambiemos) para asumir un plan neoliberal ortodoxo como el que ya fracasó con Macri, Menem y Martínez de Hoz. El establishment ya domesticó al “león”, nada de locuras, el libreto es el de siempre.
El nuevo presidente se propone hacerlo, además, con muchos de los funcionarios del fracasado gobierno de Macri y otros tantos del catastrófico gobierno de Menem. No hay nada nuevo en lo que amenaza con hacer Milei: brutal devaluación, liberación de los precios, quita de todos los subsidios, congelamiento de salarios… un amplio abanico de políticas antipopulares y antinacionales que apuntan a beneficiar a los poderosos y al capital concentrado vinculado a Estados Unidos.
El propio Milei, quien sólo muestra empatía con su hermana y con sus perros pero no con la gente, ya habló de ajuste y “estanflación” y ya se sabe cuáles serán los resultados e su promesa: desaparición de buena parte de la industria, fuerte desocupación y pérdida del poder adquisitivo de los salarios, miseria de amplios sectores de la clase baja y media. En el otro extremo, una feroz concentración de riqueza en manos de los privilegiados de siempre, avance irrefrenable del capital extranjero sobre los recursos naturales, liquidación del patrimonio nacional, fuerte pérdida de soberanía.
Si Milei hizo suyo rápidamente el plan neoliberal ortodoxo y obtuvo los cuadros para llevarlo a cabo en la mesa de saldos del macrismo y el menemismo, también “compró” el diagnóstico falso sobre el país que hereda. No es cierto que Argentina esté en la peor de sus crisis. Nada que ver con la catástrofe legada por la dictadura, el colapso del 2001 que provocó el menemismo o el endeudamiento sin límites de Macri.
Se podrá decir y con razón que el gobierno que se va no logró superar la herencia envenenada que le dejó Cambiemos, con su endeudamiento a cien años, la industria devastada y la falta casi total de divisas. Tampoco pudo resolver la inflación que le dejó su antecesor ni lograr una mejor distribución de la riqueza. Pero la economía creció, la ocupación creció hasta llegar a ser casi plena y la contención social siempre estuvo presente. Se avanzó en materia de derechos, se restableció la alianza regional del Mercosur y se practicó una política internacional favorable a los intereses del país.
Es falso que Milei y su gabinete macrista-menemista heredan una catástrofe, la verdad es que vienen a provocar una catástrofe.
El de Milei es un plan contra la industria, contra el trabajo, contra la soberanía, contra los derechos humanos, contra al desarrollo científico y tecnológico; contra la educación y la salud públicas, contra la moneda nacional, contra la soberanía energética y alimentaria, contra la integración sudamericana, contra los pueblos originarios. Contra derechos y garantías constitucionales y legales que amparan a los argentinos.
Es un plan que ni siquiera tiene consenso entre sus votantes: sus devotos no suman más del 30 por ciento del padrón, el resto se sumó al final por cuestiones ideológicas, por odio o por ceguera, para impedir que gobierne el peronismo y a sabiendas de que ponía en riesgo la democracia.
La segunda vuelta electoral fue introducida en la Argentina para impedir que gobierne el peronismo. Lo usó por primera vez la dictadura de Lanusse y lo institucionalizó el penoso Pacto de Olivos a través de la reforma constitucional de 1994. Cuando el peronismo gana -y gana a pesar de que su gobierno no convenza como ocurrió el 22 de octubre pasado- se juntan el resto de los partidos y le arrebatan el gobierno. Luego que pase lo que Dios quiera.
Nadie sabe si este señor que ahora asume desvaría o sobreactúa, lo que sí queda claro es que con una mayoría enclenque se propone ejecutar un plan contra el interés de las mayorías y contra la soberanía nacional.
Por el lado del campo popular, conviene tener presente que casi uno de cada dos argentinos está en contra del proyecto de saqueo que encarna el gobierno que asume. Acá no se trata de baboserías tales como “si al gobierno le va bien a los argentinos le irá bien”. Si a este gobierno le va bien al país y a su gente le va a ir muy mal. No se trata de un pronóstico, sino de la historia real y concreta: esto que se inicia hoy ya se hizo varias veces y terminó muy mal; con un país y un pueblo empobrecidos.
Ante esta perspectiva, Unión por la Patria fue votado para hacer todo lo contrario: más igualdad, más distribución, más soberanía, más educación, más ciencia y tecnología, mejores salarios, más ocupación. Sus diputados y senadores tienen la obligación de oponerse a todos y cada uno de los proyectos antipopulares y antinacionales que plantee la alianza neoliberal conservadora.
Los diputados del Frente de Todos - Unión por la Patria no fueron elegidos para que a este gobierno antipopular “le vaya bien” sino para que le vaya bien al pueblo argentino y por lo tanto no pueden dejar pasar ni un solo proyecto contrario al interés nacional y al bienestar del pueblo argentino.
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