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El movimiento nacional y popular entró en coma. Cabe preguntarse ¿cómo se hace para sacarlo de ahí?
Entrar en coma significa que un golpe de nocaut lo tiró a la lona y le podrán contar hasta mil que no se levantará. Pero quizás en el momento en que el árbitro mencione el 1001 sacuda su cabeza y empiece a preguntarse, “Dónde estoy” o “¿qué me pasó?”.
No podremos explicar demasiado porque aún perdura su conciencia obnubilada pero algo podremos decirle para mantenerlo despierto y eventualmente se levante.
Descuidamos a nuestros propios compañeros que se fueron campo traviesa, cerrando los ojos, del lado de los verdugos. Fueron los sujetos del ajuste. Sí, cuando se hablaba del ajuste se pensaba en ellos pero también en nosotros y creyendo que nosotros, erróneamente, no estábamos incluidos, los abandonamos. Y así nos fue.
La discrecionalidad de nuestros gobiernos permitió que fuéramos expeditivos pero al mismo tiempo anti institucionales. La vida de la República dependía de la voluntad de algunos funcionarios. Y así las cosas se hicieron dando la impresión de una marginalidad de todos aquellos que carecían de “contactos” para obtener lo que necesitaban. Pero lo curioso es que esa modalidad fue también aumentada y corregida por los gobiernos de derecha que además gozaban de una impunidad que desbordaba las transgresiones de los gobiernos populares.
La derecha nos hacía creer que a ellos les asistía el derecho de una mayor discrecionalidad.
El coma de un peronismo no lo afecta solo a él. Afecta a toda la República. La derecha no ha venido para salvarla ha venido para entregarla o saquearla. ¿O alguien ha escuchado en el larguísimo prolegómeno de las elecciones alguna frase empática con el pueblo argentino por parte del personaje que resultó electo?
Una vez más asistimos a la mansedumbre de las mayorías que aceptan a quienes sin saber de cuanto daño son portadores. Y repiten a coro: “Yo quiero que les vaya bien”. “Si les va bien a ellos, nos va a ir bien a todos”. ¡Mentiras! Me pregunto por qué se pronuncian esas sandeces una y otra vez ante la misma situación. Algo de estereotipia que se generaliza con facilidad en estas situaciones, repetidas demasiadas veces en nuestra historia reciente.
La cuestión es que el peronismo está en coma y hay que despertarlo. De no hacerlo nos llevan puestos. No hay en estos tipos consideración alguna sino la euforia de los vengadores.
Tantos años de justicia social, tantos años de oligarquía identificada con el segundo plano, aunque con idéntica rapacidad, tantos años de negros de mierda, que han perdido toda compasión, por eso hablan de extinción, como antes, no hace mucho, hablaban de aniquilamiento.
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