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Si nuestro país continúa la escalada de agresividad para las disputas de poder que –después de la última dictadura- comenzó a insinuarse en el conflicto ruralista de 2008, y que fue potenciada durante una década y media por las cadenas mediáticas hegemónicas y por la fracción dominante del Poder Judicial hasta llegar al intento de asesinato contra Cristina Kirchner y posterior encubrimiento del atentado, ahora con la elección de Javier Milei como presidente de la Nación todo puede agravarse hasta el infinito.
En el peor de los casos -que no es seguro pero es probable- Argentina podría sufrir de aquí en adelante una forma de violencia distinta de la que ejercieron las dictaduras y que llevó a sus extremos el terrorismo de Estado aplicado en la segunda mitad de los años ’70 del siglo pasado.
La nueva modalidad de ataque desde estructuras de poder para reprimir las protestas populares y, en sentido más amplio, derrotar a las resistencias que eventualmente se organicen contra la acción devastadora que insinúa el gobierno electo, sería la violencia en las calles entre sectores de la sociedad políticamente enfrentados.
La novedad sería, entonces, que además de la violencia “vertical” –o sea la perpetrada desde la represión estatal hacia el pueblo que se encuentre en actitud movilizada y manifestante-, habría paralelamente una violencia “horizontal” de bandas civiles conformadas como grupos de choque, para atacar a ciudadanos/as y organizaciones que se opongan a las decisiones del oficialismo que asumirá el 10 de diciembre.
El anuncio, disfrazado por una retórica amenazante pero no totalmente explícita, fue realizado por Mauricio Macri al día siguiente del balotaje en el que Milei derrotó a su rival Sergio Massa.
Entrevistado en el canal TN del Grupo Clarín por Joaquín Morales Solá, uno de los tradicionales propagandistas ideológicos de la derecha y la ultraderecha, Macri dijo: “…Este señor (refiriéndose a Milei) dijo que venía con una motosierra. Hay que acompañarlo en las cosas que él crea que con su forma y estilo van a llevar a un presupuesto equilibrado. Va a ser una experiencia que va a requerir madurez. Hoy hay un mandato popular muy profundo, y encima liderado por los jóvenes".
El ex presidente de la Nación agregó: "Los jóvenes no se van a quedar en casa si estos señores, van a ir a defender su oportunidad. Entonces ellos, los orcos como los llamo, van a tener que medir muy bien cuando quieran salir a la calle a hacer desmanes", advirtió el fundador del Pro, y finalmente completó: "El núcleo revolucionario de Javier Milei son jóvenes que trabajan y reclaman una oportunidad de poder trabajar y ahorrar, no trabajar y estar por debajo de la línea de pobreza. Ellos están muy firmes”.
(Las declaraciones del jefe del macrismo, con un resumen de sus conceptos y también en video, pueden recuperarse en el portal Perfil. Nota del 21/11/23).
Argentina, Italia, Bolivia, Venezuela
Macri vive un momento de gloria. Sus ideas más extremas, ultra-capitalistas y pro-estadounidenses, han triunfado. Eso provoca cierto resarcimiento a su gigantesca vanidad y al rencor que le produjo haber sido derrotado en primera vuelta cuando en 2019 intentó ser reelegido como presidente, y luego haber quedado vencido otra vez cuando no pudo volver a postularse este año porque las encuestas le auguraban un desastre electoral.
Sin embargo, encontró en Milei a un sujeto con profundas afinidades ideológicas, y además con un estado personal de desquicio mental, perversión moral y aptitud para desplegar la violencia emocional, que resultan apropiados al propósito de intentar la implantación de un capitalismo mucho más cruel y despiadado que el conocido hasta el momento en nuestro país.
Para sostener semejante plan con cualquier instrumento de fuerza y poder que fuese necesario, Macri quiere que jóvenes violentos fanatizados con el futuro gobierno salgan a las calles y se enfrenten allí mismo, en el espacio público que es un bien común de toda la Nación, contra las personas que protesten.
Con un agregado fundamental: los grupos juveniles extremistas contarían con apoyo de la Policía, asimismo de agentes secretos, también con acceso a comunicaciones del sistema clandestino de inteligencia del Estado (ya bajo control del milei-macrismo), y encima de todo con el respaldo del aparato político gobernante y de las cadenas de comunicación porteñas con discursos ideológicos de derecha que contaminan a la opinión pública de todo el país.
Se trataría, en definitiva, de bandas con potencialidad para intimidar, amenazar, atacar y eventualmente cometer asesinatos u otros crímenes contra ciudadanos y ciudadanas que se constituyan en opositores/as activos/as al régimen de ultraderecha que Milei encabezará a partir del cambio de gobierno.
En realidad, ese tipo de organizaciones extremistas empezaron a mostrarse desde inicios de la pandemia, a mediados de 2020. Un año más tarde, para la misma época de 2021, realizaron manifestaciones con teas encendidas frente a la sede del gobierno argentino, amenazando con desatar un incendio.
Una de las marchas tuvo lugar el 18 de agosto del último año mencionado, bajo la consigna “Al kirchnerismo, cárcel o bala”. Al menos en una ocasión participó de tales acciones Brenda Uliarte, una de las –pocas- personas detenidas por el intento de asesinato contra Cristina Kirchner. (Información de Página 12, días después del atentado. Nota del 11/09/2022).
La foto principal que ilustra esta columna de opinión, fue tomada en esa oportunidad (el 18/08/21). A continuación se publica nuevamente la imagen:
Las características que pueden apreciarse visualmente de los extremistas que proliferaron en Buenos Aires antes del ataque contra Cristina, son similares a las de grupos de violencia callejera que resurgieron últimamente en Europa. Ejemplo de ello son las bandas neofascistas que apoyan en Italia a la primera ministra de ultraderecha Georgia Meloni. (Es el caso que muestra la siguiente imagen):
En Italia la gestualidad, actitud pública y vestimenta –rasgos externos y visibles que son, ante todo, la expresión de algo invisible que es la ideología- de los neofascistas, evocan a las bandas criminales conocidas como “camisas negras” que hace un siglo sostuvieron al dictador Benito Mussolini y fueron una de las estructuras ejecutoras de violencia contra el pueblo y sus expresiones democráticas.
(La plataforma BBC-Mundo, tradicional cadena informativa pública británica, analizó hace poco más de un año las relaciones históricas entre el ascenso de Mussolini en 1922, y la elección de la primera ministra Meloni un siglo después. Nota del 28/09/2022).
Mientras tanto, en nuestro propio vecindario suramericano la ultraderecha ha formado desde hace muchos años bandas criminales para defender al capitalismo extremo, a las clases sociales privilegiadas y a la dominación de Estados Unidos, es decir los mismos intereses que Mieli viene a defender en Argentina desde el gobierno.
En Bolivia funcionaron grupos violentos durante el gobierno de Evo Morales, y lograron su cometido cuando el presidente fue derrocado en octubre de 2019. Tiempo después, el Comité Contra la Tortura de Naciones Unidas clasificó a dichos grupo como “paramilitares” que actuaron con financiación y cooperación de las fuerzas de seguridad. (Publicado por la agencia Télam, reporte del 27/11/2021).
En Venezuela, las bandas criminales civiles han sido un poder fundamental para intentar derrocar a la Revolución Bolivariana, tanto durante la etapa del presidente Hugo Chávez como en la de su sucesor y actual mandatario, Nicolás Maduro. Hasta el momento no lo han conseguido. Y desde hace una década, las autoridades han denunciado que los grupos violentos están financiados desde Estados Unidos. (Apenas un ejemplo de ello puede constatarse en un reporte de Clarín, nota del 18/02/2014).
Los antecedentes en nuestro país son graves, y los de otros países (como los comentados en este artículo solo a modo de referencias internacionales destacables) son trágicos y atroces.
La victoria electoral de Milei ha dejado perpleja a casi la mitad de la población, a sus expresiones democráticas políticas, sociales, culturales, etc., y a gran parte de la sociedad civil en general.
Los momentos dramáticos y terribles que muy probablemente tenga que sufrir Argentina de aquí en adelante, pueden imaginarse –por ejemplo- a partir de la instigación de Macri para que jóvenes partidarios del futuro oficialismo salgan a la calle a enfrentar a quienes protesten.
El régimen político milei-macrista que se prepara para asumir el poder, está creando las condiciones para la generalización de la violencia en las bases de la sociedad.
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