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En las próximas elecciones presidenciales, nuestro país se debate entre seruna colonia(ya no tan claramente de otro Estado, sino colonia de una conjunción de intereses económicos internacionales donde abrevan capitales trasnacionales asociados, asegurados por ejércitos regulares de Estados, principalmente de EEUU), o lograr una Nación soberana.
En toda América Latina, a pesar que han pasado más de 500 años del principio de la colonización europea, y más de 200, de emancipaciones y conformaciones de nuevos estados nacionales, existeuna conciencia colonizada muy vigente. Late la dependencia en categorizaciones, conceptualizaciones observables en las políticas públicas y en las relaciones cotidianas. No sólo los condicionamientos económicos determinan esta conciencia de dominación, también lo cultural y el campo del conocimiento.
La voluntad de servidumbre
El sistema colonial impuso categorizaciones raciales a partir de la hegemonía europea. Desde su inicio instaló una clasificación social que marcó hasta nuestros días nuestras formas de organizarnos y de relacionarnos. Todos los modos de control como la organización del trabajo, la producción y la distribución del producto y su renta, está estructurado sobre una visión colonial. La división de trabajo quedó estructuralmente organizada, desde lo socioeconómico, bajo una concepción racista. Las diversas culturas encorsetadas por la hegemonía europea fueron creando nuevas subjetividades, determinando desde 1492 un nuevo orden mundial. Ese nuevo orden creó nuevas relaciones intersubjetivas de dominación entre Europa, América latina y el mundo. Expropiaron a los pueblos colonizados aquello que les servía para su desarrollo capitalista. Reprimieron toda forma de producción de conocimiento e impusieron nuevos patrones de sentidos estéticos y éticos, y un nuevo universo simbólico. En el caso de Asia, gran parte de su historia y de su construcción y herencia cultural, fueron preservadas. Y fue esa característica lo que dio origen a la categoría de “oriente”, la otredad.A quien no se puede dominar. A partir de ello, como detalló Aníbal Quijano Obregón*, las relaciones intersubjetivas y culturales entre Europa y el resto del mundo tomaron la forma de nuevas categorías: Oriente- Occidente; primitivo-civilizado; irracional- racional. Oriente representa todo lo que No se quiere ser, y occidente, todo lo que Europa reconoce valioso. Así se impuso el etnocentrismo al resto de los dominados coloniales. La hegemonía eurocéntrica aplasta desde una creencia de superioridad racial, que garantiza la continuidad colonial hasta nuestros días, transmitido a todos los dominadores coloniales de la historia.
La ideología de la servidumbre
El ideario colonizante mejor desarrollado en este sentido es el plasmado por Domingo F. Sarmiento en su obra “Facundo - Civilización y Barbarie”. Con la excusa de narrar la vida del caudillo federal Facundo Quiroga, a quien lo identifica con la barbarie, y denunciar el gobierno de su archienemigo, Juan Manuel de Rosas, desarrolla en el ensayo sociológico la dicotomía entre lo que representa la civilización ( Europa; las grandes urbes; la ciencia positivista, los caballeros de bien, el liberalismo, la modernidad, los unitarios) y la barbarie (América Latina, el campo, el gaucho, el indio, el misticismo, el caudillismo, tradición, federales). El ideario liberal supremacista y eurocéntrico cooptó a la dirigencia política elitista de América Latina, quien transmitió hasta la actualidad la conciencia colonizada. La generación de 1880 argentina es la fiel representante de ese ideario colonial.
Oligarquías serviles
Cuando comenzaron a formarse los Estados-Nación en nuestro continente, se subsumieron distintas culturas en una totalidad única, homogeneizando lo diverso.
Institucionalizar un sistema político, implica cierto desarrollo democrático. Se construye una estructura de poder político centralizado sobre un territorio y una población. En nuestro país, como en Chile y en EEUU, los Pueblos Originarios no fueron parte del territorio ocupado, en un principio. El Martín Fierro, otra obra literaria importante de nuestro acervo cultural, pinta fielmente esta situación, sin ahorrar conceptos racistas hacia “los indios”. Es decir, “los indios” no fueron incluidos, no estaban colonizados. Posteriormente se los aplastó y se los despojó de sus territorios. Y aquí existe una gran diferencia entre el país del norte y el nuestro. Mientras en Estados Unidos la distribución de la tierra se produjo de una manera menos concentrada durante un importante período, en Argentina la apropiación de la tierra ocurrió de una manera rápida y con una extrema concentración en pocos dueños.Este arranque hizo imposible cualquier tipo de relaciones sociales verdaderamente democráticas hasta nuestros días. Así se formaron Estados oligárquicos en toda América Latina con una identidad europeísta y de espaldas a nuestro territorio y a nuestro Pueblo.
El problema político de nuestro país y de gran parte de los hermanos países de América Latina, no es que exista un sector antipopular (comúnmente llamada “derecha”). El gran obstáculo es que ese sector, que defiende los intereses económicos de una élite, tenga un ideario colonialista, una ausencia de identidad anclada en una conciencia nacional. Basta recordar las palabras del ex presidente Mauricio Macri en el acto por la Independencia en la ciudad de Tucumán, pidiéndole disculpas al Rey de España por habernos independizado, por poner un solo ejemplo de miles.
Las oligarquías locales en Latinoamérica son producto del régimen colonial. No introducen ninguna modificación en la estructura productiva. Permanecen en la producción primaria y especulando en el sistema financiero. Sostener la alienación cultural está a cargo ellas. Allí, donde la economía es oligopólica, su influencia social y comunicacional es mayor. En las capitales donde las oligarquías habitan físicamente, tenemos las mayores exponentes políticas de la degradación de la dependencia. No es casual que las y los votantes de CABA voten como votan.
En esta instancia, Colonialismo o Patria es la contradicción principal a superar. Pero sería una empresa fallida si no incluyera en esa superación al sistema económico dominante, el neoliberalismo. Es imposible trascender esta contradicción si no es en el contexto latinoamericano, mucho menos dejarlo en manos de un acto electoral. Sólo la unión de los dominados y las dominadas, la articulación de las luchas por la descolonización cultural de los Pueblos, nos puede llevar a una conciencia nacional, que “fertilice una conciencia política y social”, como decía Frantz Fanon**.
*(sociólogo y teórico político peruano)
**(revolucionario, psiquiatra, filósofo y escritor francés-caribeño, nacido en Martinica)
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