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Columnistas
05/11/2023

Muchos balotajes se definen por un margen mínimo

Muchos balotajes se definen por un margen mínimo | VA CON FIRMA. Un plus sobre la información.

La segunda vuelta para elegir presidente/a ha registrado en diversas naciones desde diferencias muy grandes hasta escasas o ínfimas. En países de Suramérica predominaron en los últimos años resultados extremadamente reñidos. El único antecedente argentino fue cuando Macri le ganó a Scioli por el 2,68 %.

Miguel Croceri

Argentina tiene un solo antecedente de balotaje para definir una elección presidencial. Fue el que tuvo lugar en 2015, cuando Mauricio Macri venció a Daniel Scioli por una diferencia del 2,68 % de los “votos afirmativos válidamente emitidos”, según el criterio que establece la Constitución Nacional vigente tras su reforma en 1994.

Las palabras del texto constitucional dejan afuera, para determinar los puntos porcentuales, a los votos en blanco. Ese es el significado del término “afirmativos”: quiere decir que solo se tienen en cuenta los sufragios de electores/as que se pronuncian explícitamente -afirmativamente- por alguna de las opciones disponibles, al contrario de quienes evitan hacerlo y depositan en la urna un sobre vacío (“en blanco”).

Por lo tanto, para ser considerado dentro de los porcentajes que determinan el resultado, cada voto, además de válido -o sea, además de no tener defectos en la boleta ni contener en el sobre objetos extraños, etc.- tiene que ser a favor de algún/a de los/las candidatos/as. En este sentido, el sufragio en blanco equivale a no haber ido a votar.

La segunda vuelta electoral, o balotaje, que disputarán Sergio Massa y Javier Milei el domingo 19 de este mes, será mucho más crucial que el acontecido ocho años atrás. Aquella vez el fundador del Pro ocultó su ideología y sus intenciones detrás de una imagen marketinera convenientemente adaptada al clima de época, mientras que en esta ocasión tanto Milei como sus nuevos/as aliados/as -Macri y Bullrich, para citar solo el/la más destacado/da- expresan impunemente sus planes para “dinamitar” o hacer “explotar” a la Nación.

Diferencias grandes o exiguas

En los países europeos o suramericanos donde rige un mecanismo similar para resolver cuál candidato/ta gana una elección, hay experiencias de ventajas amplias o directamente abrumadoras para el/la vencedor/a, como también de diferencias muy menores e inclusive exiguas.

En Francia, donde tuvo origen el balotaje -llamado, en el idioma local, “ballotage”-, hace un año y medio el actual presidente Emmanuel Macron derrotó a su rival Marine Le Pen por una gran distancia: 58,5 % de los votos contra el 41,4 %. (Datos publicados por la plataforma periodística británica BBC-Mundo, edición en castellano. Nota del 24/04/2022). 

Pero cuatro décadas atrás, en el mismo país un candidato de izquierda le ganó al mandatario liberal en funciones, que buscaba su reelección, por una diferencia mínima. Fue cuando el socialista Francois Miterrand superó al entonces presidente Valéry Giscard d’Estaing por 51,75 % contra 49,24 %. Esa ventaja exigua del vencedor implicaba un cambio histórico en una potencia capitalista europea. (Informe del diario El País, de España. Nota del 11/05/1981). 

En la nación más grande y poderosa de Suramérica, es decir Brasil, en 2006 el entonces (y actual) presidente Lula Da Silva fue reelegido con un triunfo aplastante superior a los 20 puntos porcentuales. Consiguió el 60,8 % de los sufragios frente al 39,2 % de su rival Geraldo Alckmin. (Resultados de elecciones 2006 en Brasil). 

Transcurrida más de una década y media, y debido al dinamismo absolutamente complejo y contradictorio de los sucesos políticos y sociales, hace un año ambos se unieron en un mismo binomio de presidente y vice para enfrentar al entonces jefe del Estado y candidato a la reelección, el ultraderechista Jair Bolsonaro. Y en esa ocasión la victoria de la fórmula Lula-Alckmin fue dramática, por menos de dos puntos. Lograron el 50,9 % mientras el bolsonarismo conseguía el 49,1 %. (Información del portal web de Radio y Televisión Española, RTVE. Nota del 31/10/2022).

Al ampliar la observación sobre otros pronunciamientos electorales ciudadanos que no fueron votaciones presidenciales sino plebiscitos o referendos (o “referéndum”), pero que igualmente se resolvieron por márgenes ínfimos, se destacan dos que casualmente tuvieron lugar en 2016, a uno y otro lado del Atlántico.

En junio de ese año se realizó el referendo para decidir si el Reino Unido (de Gran Bretaña e Irlanda del Norte) permanecía o no en la Unión Europea. El 51,9 % de las/los participantes en la consulta votó por el “No” -no permanecer- y el 48,1 % lo hizo por el “Sí”. (Crónica del diario El Mundo, de España. Nota del 24/06/2016. El discurso público mundial denominó a ese resultado mediante el neologismo “Brexit”, por la unión de las dos primeras letras de “Britain”, o sea “Bretaña”, y luego la palabra “exit”: salida).

Meses después en Colombia tuvo lugar el plebiscito para aprobar o rechazar el acuerdo de paz negociado entre el gobierno del presidente conservador Juan Manuel Santos y la guerrilla de las FARC (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia). Se impuso el “No” -la negativa a aprobar el acuerdo- por apenas el 50,23 %. El “Sí” obtuvo el 49,76 %. Votó solo el 37 % del padrón, en un país donde tradicionalmente la participación ciudadana es muy baja. (Información de la edición en castellano del diario New York Times. Nota del 02/10/2016). 

Años recientes en Suramérica

Varios países vecinos al nuestro resolvieron en segunda vuelta sus elecciones presidenciales de los años recientes. Tienden a prevalecer los resultados ajustados al extremo, aunque también hubo otros donde el ganador lo hizo de forma contundente.

Este último fue el caso, al finalizar 2021, del actual mandatario de Chile y representante del progresismo, Gabriel Boric. Resultó elegido en segunda vuelta por el 55,8 % de las/los votantes, al tiempo que su contrincante de ultraderecha José Antonio Katz, llegaba al 44,1 %. (Reporte de la cadena BBC-Mundo,nota del 19/12/2021).

La situación exactamente opuesta se registró el mismo año en Perú. Allí ocurrió uno de los balotajes más reñidos de la historia mundial. Pedro Castillo, quien se presentaba como una alternativa de izquierda, alcanzó el 50,126 % de los sufragios, y su rival de ultraderecha Keiko Fujimori se quedó con el 49,874 %. El ganador consiguió la ínfima ventaja de 0,252 %. Un cuarto de punto porcentual. (Datos tomados del portal de RPP, Radio Programas Perú. Nota del 19/07/2021). 

Por porcentajes casi idénticos, la misma candidata había perdido cinco años antes frente a un postulante con el que mantenía amplias coincidencias ideológicas pero que sin embargo construyeron perfiles electorales muy distintos. El vencedor en 2016 fue el conservador Pedro Pablo Kuczynski, quien sacó el 50,12 %, mientras que la hija del ex dictador Alberto Fujimori obtuvo el 49,88 %. (Publicado en el diario español El País. Nota del 10/06/2016).

Otro antecedente de una nación vecina es el de Uruguay en 2019, cuando también hubo una segunda vuelta que se definió por un margen exiguo. El actual presidente Luis Lacalle Pou (gracias a una alianza de derecha entre los partidos tradicionales Blanco y Colorado más otras fuerzas de menor peso), derrotó al candidato Daniel Martínez (de la coalición progresista Frente Amplio). Fue por una diferencia del 1,55 %. Hubo un 50,79 % para el ganador y 49,21 para el perdedor, sin contar los votos en blanco. (Crónica de Montevideo Portal, nota del 30/11/2019). 

En Colombia, a mediados del año pasado y por primera vez en más de dos siglos de vida independiente del país, llegó a la presidencia un representante la izquierda: Gustavo Petro. El actual mandatario alcanzó en el balotaje el 50,44 % de los sufragios, frente al 47,31 % del postulante de derecha Rodolfo Hernández. El resto fueron votos en blanco. (Información del diario catalán La Vanguardia, nota del 20/06/2022).

El ejemplo más reciente de un país suramericano que eligió a su presidente en segunda vuelta fue Ecuador, el pasado 16 de octubre. Ganó el candidato de derecha Daniel Noboa con el 52,28 %, en tanto que Luisa González logró el 47,72 %. (Publicado por la agencia de noticias Nodal, nota del 16/10/23). González fue la candidata de Revolución Ciudadana, el espacio fundado y liderado por Rafael Correa, quien sufre persecución judicial, no pudo ser candidato por estar proscripto y vive exiliado en Bélgica (lugar donde estudió un posgrado en economía siendo joven y del cual es oriunda su esposa).

Los antecedentes aquí citados de naciones de Suramérica que votaron en segunda vuelta para elegir presidente en los últimos años, ponen de manifiesto que muchas veces los balotajes se ganan y pierden por un margen exiguo.

Argentina cayó bajo un régimen de derecha en 2015 por apenas el 2,68 % de distancia entre el 51,34 % de los votos -”votos afirmativos válidamente emitidos”, como dice la Constitución- que consiguió el binomio conformado por Mauricio Macri y Gabriela Michetti, contra el 48,66 % de la fórmula que integraron Daniel Scioli y Carlos Zannini. Esa vez concurrió a las urnas el 80,77% del padrón. (Información oficial del gobierno argentino, resultados electorales de 2015). 

Hasta que se haya realizado el escrutinio -incluso, eventualmente, el escrutinio definitivo-, nadie puede saber cómo saldrá la disputa que mantendrán, el 19 de este mes, por un lado Sergio Massa y Agustín Rossi (Unión por la Patria), y por otro Javier Milei y Victoria Villarruel (La Libertad Avanza).

Un triunfo electoral es el exacto -y obvio- reverso de una derrota, por más que la diferencia matemática entre ganadores y perdedores fuera muy escasa o increíblemente mínima.

29/07/2016

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