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Columnistas
05/11/2023

Globalización en clave judeo-evangélica

Globalización en clave judeo-evangélica | VA CON FIRMA. Un plus sobre la información.
Gaza. Hospital Árabe al-Ahli, destruido tras un bombardeo.

Asumir el asesinato de opositores como política de Estado, o acusar al enemigo de crímenes sancionados incluso por organismos que crearon los que hoy acusan, abona la impresión de estar a las puertas del infierno. Es lo que ocurre en la Palestina ocupada, que la comunidad global ha acordado llamar "Israel".

Juan Chaneton *

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Se ha conjeturado que a nosotros, argentinos, vinieron las proas a fundarnos la patria, pero a los sionistas vinieron los anglosajones a fundarles un hogar allí donde ya había otro. Pues, al comienzo más cercano de las cosas, en 1948, la ONU había decidido crear un Estado binacional en Palestina. Lo que recibió el aval de Naciones Unidas no fue la declaración unilateral israelí de independencia sino aquel proyecto de creación de un Estado binacional. Saber estas cosas puede ser una buena base para la consecución de un estatus civilizado en la región, es decir, dos Estados en una tierra que generosamente, Palestina podría acceder a compatir.

Y de casualidad, aquella fundación liminar no ocurrió en la Patagonia. Aunque, en realidad, ello fue menos casualidad que cálculo geopolítico, pues un enclave pronorteamericano en el lejano e irrelevante sur, rendiría menos que uno en el corazón musulmán de Medio Oriente, que además estaba cercano a una patria genuinamente propia de sus eslavos habitantes como lo era la soviética, que los nazis no habían podido destruir y que, en su cosmovisión comunista tenía, presuntamente, esa patria, a occidente como el enemigo capitalista a derrotar. La alianza anglo con los bolcheviques, en la guerra, había sido de circunstancias, pues Hitler, a partir del 1° de septiembre de 1939 (invasión a Polonia) se constituyó en grave amenaza para toda Europa, incluso y tal vez principalmente, para Inglaterra.

En la formación económico social globalizada de hoy, destella crecientemente una superestructura cultural cuyo núcleo duro es la religiosidad judeo-evangélica, dominante en la ideología de las élites con domicilio en la estadounidense Casa Blanca y en el Whitehalllondinense. El electorado evangélico es muy fuerte en Estados Unidos y lo es menos en Gran Bretaña pero, en ambos casos, esos sendos liderazgos políticos cuentan con las iglesias pentecostales y con las afiliadas a cualquier forma de milenarismo, como interlocutores válidos, incluso a la hora de diseñar políticas y tomar decisiones.

Tal vez con Donald Trump, como con ningún otro presidente estadounidense, se verificó, con mayor claridad y alcance, la influencia confesional en la toma de decisiones de la Casa Blanca. No fue porque sí, que aquel Presidente arriesgara mucho cuando decidió reconocer a Jerusalén, en 2018, como capital de Israel, paso que ninguno de sus antecesores había osado dar.

Lo que dice la Biblia, tarde o temprano, ocurrirá en el mundo de los mortales, y esto es lo que creen o incentivan como creencia los evangélicos de todo signo y jerarquía en los EE.UU. Y lo que dice la Biblia, en esa ideologizada interpretación, es que el "Mesías" tiene en agenda una segunda visita a la Tierra, en la cual ya no será crucificado sino que vendrá a bendecir y legitimar la plena realización del "pueblo de Israel", que consistirá en el regreso de tal pueblo, en forma definitiva, a las comarcas de Samaria y Judea. El propio Netanyahu trilla este tortuoso sendero cuando exhibe públicamente el mapa de la "Nueva Israel" donde todo es Israel y ya no figuran allí, ni la Cisjordania ni la Franja de Gaza.

Hubo épocas, en la historia del capitalismo, en que éste no tenía que recurrir al mito para legitimarse como sentido común existencial de la humanidad.

Hoy, en cambio, recurrir a fantasmagorías en sustitución de razones que fundamenten las decisiones de política exterior...

Así como ...

hacerle concesiones a la superstición en aras de fidelizar a un electorado ...

No puede ser juzgado sino como formas de la corrupción moral de un sistema social global que se debate en lo atroz para no morir y que adquiere visos de especial crueldad que puede ejecutar, sin prisa y sin pausa, porque nada hay en el escenario histórico que permita vislumbrar con qué reemplazarlo.

Sin embargo, se observan unos límites que aquella lógica encuentra en su despliegue -ya bisecular-, que son los límites que siempre halla el irracionalismo cuando se autopropone como lógica interpretativa del discurrir humano. La apelación al mito de la Segunda Venida de Jesucristo a la Tierra se complementa con un destino especial y una función capital para los judíos de Israel y para Israel como tierra elegida por Dios para diseñarle un sentido a los asuntos humanos.

Esto nos enfrenta a la inquietante situación de que las medidas que se toman en Estados Unidos y que están llamadas a tener efectos sobre todo el planeta, persiguen la finalidad principal de cumplir con unas presuntas disposiciones de la Biblia y no con la obligación de buscar los mejores caminos para que la humanidad pueda acceder a una vida digna de tal nombre.

Estos fanatismos confesionales y sus voceros de todo tipo -conscientes o no de su función- tienen, en la escala universal, un único y mortal enemigo: el cristianismo católico con sede en Roma, y hacia allí apuntan su fuego cada vez que pueden, haciendo del Papa Francisco una cabal víctima propiciatoria de sus diatribas y calumnias. Este es el resultado buscado o producido cuando se ataca al Papa.

Es que, en el marco global, cuando las fuerzas productivas del "sistema-mundo" capitalista han requerido de una financiarización intensa para evitar su estancamiento crítico, el único límite deslegitimante con que se encuentra la racionalidad fundamentalizada del mercado, es el bienestarismo intervencionista estatalista que, en última instancia, halla su base filosófica en la comunitaria solidaridad del ágape cristiano en la que, por definición, participan centralmente "los más vulnerables". Y esto es, en la óptica del global conglomerado corporativo empresario-financiero que compite en poder de decisión con los Estados nacionales, una traba deletérea y, por ende, existencialmente inadmisible, pues instala obstáculos, con su prédica piadosa, a la plena realización de la única racionalidad digna de tal nombre: la prosperidad del negocio y la ganancia que el sistema total estaría llamado a garantizar para todos de manera creciente.

La apelación a lo irracional es propia de los estados civilizatorios atravesados por la incertidumbre y el desamparo como sensación persistente, y ahí nos hallamos. Asumir el asesinato de opositores como política de Estado propia, o acusar al enemigo de crímenes sancionados como tales incluso, por los organismos jurídicos que fueron creados por los mismos que hoy acusan, es un dato que abona la impresión de que nos hallamos a las puertas del infierno.

El párrafo anterior alude a lo que está ocurriendo a estas horas en la Palestina ocupada, que la comunidad global ha acordado llamar "Israel". El reciente bombardeo al hospital de Gaza, es un crimen de guerra en los términos del Tratado de Roma: «Art. 8.- Crímenes de guerra: "... ix) Dirigir intencionalmente ataques contra edificios dedicados a la religión, la instrucción, las artes, las ciencias o la beneficencia, los monumentos, los hospitales y los lugares en que se agrupa a enfermos y heridos, siempre que no sean objetivos militares ...;». El gueto de Gaza tiene 10 Km de ancho. Un disparo de obús que, en vez de recorrer esa distancia o un poco más, se desmorona sobre sí mismo a los 500 metros, no es creíble como "error" de unos militares experimentados como dijo siempre Netanyahu que eran los de Hamás.



(*) Abogado, periodista, escritor.
29/07/2016

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