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En los escasos 21 días que restan hasta la segunda vuelta es preciso que la sociedad local reflexione sobre las consecuencias que tendría para la provincia y para su gente un nuevo embate privatista, antifederal y antipopular.
En los hechos hay un voto objetivamente contrario a los intereses de Neuquén y de su gente. Es el que, a sabiendas o no de sus protagonistas, allana el camino al despojo de los recursos de la provincia, como la “venta” de Vaca Muerta, la “remake” de la privatización de YPF o la eliminación de la coparticipación federal de impuestos, un cóctel explosivo que en lo sustancial ya se experimentó, fracasó, y abriría el camino a una nueva oleada de desocupación, empobrecimiento y conflicto social en la provincia.
No es tremendismo, se trata lisa y llanamente de recordar la historia reciente para que no se vuelva a repetir. Quienes en medio de la confusión por la crisis recurrente del país asumen por bronca o desilusión, con motivos valederos pero desconociendo la experiencia recorrida, la receta que plantea la ultraderecha de Javier Milei y su socio Mauricio Macri, deben saber que votarán contra Neuquén y contra su gente, y desde luego contra sus propios intereses.
Para no volver a cometer los mismos errores, es preciso tener presente lo ocurrido en los 90, una década en la cual la provincia retrocedió y su gente se empobreció al compás del credo privatizador, la exaltación del mercado como ordenador de la economía y la demonización del Estado; la exaltación de la salida individual y el cuentapropismo moral.
Tras las privatizaciones de YPF y de Gas del Estado la desocupación en Cutral Co y Plaza Huincul trepó al 27% o más, sus habitantes se sumieron en la pobreza y el enorme malestar terminó en las puebladas de 1996 y 1997, cuando las dos ciudades enteras salieron a la ruta a decir basta.
Los resultados todavía están frescos en la memoria y constituyeron un duro aprendizaje histórico para el pueblo neuquino. Solamente los muy jóvenes o los llegados hace muy poco de otros puntos del país pueden ignorar lo que aquello significó. La secuela fueron décadas de atraso y una legión de desocupados encuadrados en los planes sociales surgidos en aquella época, muchos de los cuales nunca llegaron a conocer un trabajo genuino.
Llama la atención que localidades como Rincón de los Sauces o Añelo, que viven de la actividad petrolera producto de la explotación de Vaca Muerta y de la renacionalización de YPF hayan votado en las últimas dos elecciones por las propuestas que prometen volver a aquel infierno.
La prosperidad de la provincia está atada a la explotación hidrocarburífera. Un horizonte diferente y más próspero depende de la oportunidad que representa la formación geológica Vaca Muerta. Sólo un extraviado podría proponer su enajenación, primero porque sería tan necio e inimaginable como desprenderse de la Cordillera de los Andes o del mar, pero además porque es parte del patrimonio de neuquinos y argentinos y puede hacer de esta provincia y este país un nación próspera y desarrollada.
Hablar de reprivatizar YPF es ignorar que ya estuvo en manos privadas y que fue vaciada, agotó sus reservas y sus activos fueron desnacionalizados. Con su última dueña privada -Repsol-, una distribuidora de combustibles metida al negocio financiero, había que importar la energía porque YPF producía cada vez menos y las reservas se habían achicado, entre otras cosas porque a la empresa sólo le interesaba transferir ganancias a su casa matriz extranjera.
Gracias a la nacionalización de YPF en 2012 y con políticas correctas como el Plan Gas, la construcción del gasoducto Néstor Kirchner o el plan de desarrollo del gas natural licuado (GNL), todas políticas de este gobierno, la petrolera estatal lidera el proceso de explotación de Vaca Muerta que promete convertirse en una palanca del desarrollo nacional.
La dirigencia política en general -oficialismo (actual y venidero) y oposición- en mayor medida la de los partidos que lograron una más amplia representación, tiene al igual que el gremialismo la enorme responsabilidad de informar a la población sobre las consecuencias que entrañan ciertos proyectos políticos. No pueden permanecer de brazos cruzados mientras muchos neuquinos caminan hacia una nueva gran frustración.
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