Pragmatismo por decir que opera sobre la realidad con criterio de afrontar los problemas de gobierno, en este caso para dar soluciones de extracción progresista. Para eso retuvo la cartera de Economía ampliada para que lo vean desde ahí, en un país en agonía financiera, como alguien que está dispuesto a tomar decisiones que muchos están esperando desde hace tiempo.

Ha hecho hasta ahora filigranas con pocos recursos, como derogar la cuarta categoría impositiva, devolver automáticamente las compras efectuadas con débito de los bienes de la canasta de higiene y alimentos y muchas otras intrincadas medidas ocultas en los vericuetos de las exenciones, los subsidios y las alícuotas. Muy pocas rompen el hielo de los anuncios espectaculares, pero la suma de todas muestran a un hombre que sabe de qué se trata. Ojalá mantenga este desprendimiento cuando las arcas del estado estén en mejor situación tal como lo anuncian para el 2024 algunos observadores.

Massa no es un progresista ni por currículum ni por vocación, pero en este momento, de instancia electoral, ha debido asumir ese rol que el gobierno de Fernández dilapidó en los años de su gestión.

Reivindica la necesidad del consumo en el mercado interno como dinámica esencial del movimiento económico. Y solo esa postura por atender la demanda de las mayorías populares del país.

También tiene el propósito de sacar al FMI de la gestión económica mediante el pago de lo que se le adeuda. No sabemos si lo logrará porque la suma de lo que se debe es enorme, pero creo que está pensando en un shock exportador de nuestros recursos naturales para los próximos años, de dónde podría provenir una parte sustancial de aquella gigantesca cantidad que se deuda.

Comparándolo con los otros dos candidatos su perfil se agranda. Tiene la templanza de los políticos con experiencia y tiene un arsenal de medidas eficaces en los resortes del estado que para hacer uso de las mismas no requiere preguntarle a ningún gurú de la City porque forman parte de su propio bagaje. Los otros tienen la motosierra y la oligarquía más codiciosa para decir que gobiernan.

Una vez más el electorado argentino, entre iracundo, fraccionado y desideologizado, esperemos elija según sus criterios racionales dejando de lado todo mesianismo y reiterar con aquellos que, provenientes de la derecha, ya gobernaron habiendo fracasado.

Y si quiere votar con el corazón tiene a su favor la historia de los movimientos populares que lo orientarán de qué sector de la sociedad proviene, donde encontrará los intereses propios que serán comunes a millones de electores.

Ése es el único lugar donde el hombre de a pie será mayoría.