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De todas las definiciones que la incansable Tamara Padrón ha dejado en la entrevista que estás a punto de leer, la que quizás mejor la define es la del título de esta nota: “la poesía siempre encuentra un camino colectivo”, dice ella, y tira la frase casi como al pasar, mientras está hablando -aparentemente- de otra cosa; como suelen hacer las personas que están aquí, pero a la vez están en varias cosas más. Con esa efectividad activa suele moverse esta mujer que pareciera no cansarse de proponer cosas para hacer.
Tamara Padrón Abreu nació en Miraflores, ese mítico barrio que besa al mar, allá, en la ciudad de Lima, en Perú. Vivió veinticinco años en Buenos Aires y desde hace doce en San Martín de los Andes. Es Profesora en Letras, docente, editora, militante, trabajadora de la cultura. Publicó estos libros: “Esquina sin ochava” (1999), “Andenes” (2003), “Los días en la Selva” (2016), “Migraciones, la vida se desliza con facilidad” (2018), “Es tiempo de soltar la lengua/ poemas despenalizantes” (2019) y este que nos trae hasta aquí hoy, para mirarlo con peculiar atención: “Tilda o los animales saciados” (2021, segunda edición 2023). También ha participado de un número interesante de antologías poéticas y proyectos literarios colectivos.
Desde hace un tiempo, tres años y medio para hablar con exactitud, Tamara formó alianza con colegas escritoras de nuestra región y juntas crearon “Las Guachas”, una editorial independiente y feminista que ya ha puesto en librerías, ferias y sitios vinculados a la literatura un número importante de libros escritos por mujeres. En las descripciones oficiales de la editorial en redes sociales y artículos de prensa, suele aparecer una suerte de pequeño manifiesto que ellas mismas han redactado y en él se describen a sí mismas:
¡Somos Ediciones Las Guachas! Una editorial independiente, feminista y cooperativa, radicada en Patagonia.
Formamos parte del territorio literario que se extiende a ambos lados de la cordillera, nos reconocemos desde la Suralidad, habitamos el Wallmapu y desde ahí pensamos nuestro trabajo.
Creemos firmemente que el proceso edición de un libro necesita un acompañamiento amoroso y cuidado. Nos gusta ser editoras.
Tenemos dos colecciones: #ProsaGuacha y #DerivasPoéticas
Más adelante, en el transcurso de la entrevista que estamos a punto de compartir, Padrón Abreu nos brindará más detalles al respecto.
Ahora es tiempo de conocerla a ella a través de este ecléctico cuestionario en el que nos contará su obra como autora y editora y, en ese juego indagatorio, cuasi chusma, podremos ver al menos un poco de la madera con la que está hecha esta mujer escribiente:
: La primera pregunta es pura curiosidad. Tilda, el libro todo, pareciera -por su amplitud- un recorrido a través de muchos años de escritura, pero después de la pandemia hemos aprendido que muchas de las creaciones artísticas que se produjeron durante ese periodo de introspección o a la salida de él no llevaron tanto tiempo como el que sugieren. ¿De cuánto tiempo de escritura estamos hablando aquí?
Es muy difícil reconstruir un proceso de escritura porque va sucediendo en etapas y su camino, por lo menos en mi caso no es lineal. Quienes disfrutamos de la corrección, aunque a veces sea una tortura, perdemos un poco la cuenta, porque escribís, borrás, volvés, reescribís versiones finales tienen mucha distancia con los textos iniciales, y sobre todo, hay algo del descuido y la falta de organización de los archivos digitales que hace que una termine perdiendo texto. Construimos un castillo que se deshace. En Tilda, una serie de textos es anterior a la pandemia, 2017 y 2018, pero de esos llegaron algunos rastros o capas, el decir se fue acomodando con el tiempo, el libro empezó hablando desde otro lugar más lateral hasta que lentamente fue girando y entendiendo lo que quería decir (ponele).
La idea de armar un poemario a partir de esta figura fantástica, apropiada, inspirada en Tilda Swinton, estuvo dando mucho tiempo a vueltas en mi cabeza. Generalmente las cosas se construyen ahí y pasan a papel cuando ya hay algunas ideas resueltas. En este caso fue fundamental una beca de clínica de obra que me otorgó la enorme poeta chilena Malú Urriola. Si pienso a los 80 en Chile, ella resulta una figura ineludible, y gracias a este espacio compartido desde la virtualidad en plena pandemia pude cerrar el proceso de escritura. La poesía siempre encuentra un camino colectivo.
: Es un poco difícil y tal vez un poco canalla pedirle a un autor o autora que explique cómo sale el conejo de la galera, pero ¿Cómo se apareció en vos Tilda Swinton como posibilidad de personaje poético, así, tan concreta?
Creo que Tilda siempre estuvo ahí, no aparece. En mi cabeza funciona como cara y seca con David Bowie. Son esos marcianos hermosos que atraviesan nuestro amor por el cine y la música. Por ejemplo, en “Tenemos que hablar con Kevin”, una película que vi hace unos años y que si digo que es magistral me quedo corta, la actuación de Tilda es perturbadora por la distancia que logra, igual que la de Ezra Miller. Me fascina encontrarla en “Solo los amantes sobreviven” de Jim Jarmush como esa vampira atemporal que corre por los callejones de Tánger con pelo de cabra en la cabeza mientras discute con el ignorado y genuino autor de Hamlet y espía al otro lado del océano la ciudad de Detroit o en una película de Wes Anderson personificando a una exigente huésped octogenaria. Hay algo de esa metamorfosis que no tiene que ver sólo con la producción de vestuario o lo visual, sino con ser materia informe, capaz de toda potencia y posibilidad. Como las partículas subatómicas que flotan entre galaxias.
No sé quién es Tilda Swinton, no necesito saberlo, no importa; es esa falta de bordes, su esa materialidad líquida, lo que me hizo escribir. Algo que no conozco como para poder explicarlo. Entonces a Tilda la imagino yendo a la costa de Quilmes o juntando arenita del Huechulafquen, le armo su propia familia disfuncional.
: Es tan redondo y perfecto el concepto de "la parte Tilda" de tu libro que surge la pregunta de si no dudaste en que esa parte fuera todo el libro ¿cómo tomaste la decisión de "agregar" todo el resto?
Yo no sé si hablaría de agregar. Como dije, Tilda siempre fue ese libro de varias partes, de hecho empezó por los textos casi finales, ese fue su núcleo y a partir de ahí, creció. Por ejemplo, cuando Malú me hizo las últimas devoluciones, para ella en todos los textos se hablaba desde o sobre Tilda, aunque no se la nombrara, aunque la referencia fuera tangencial, incluso inexistente. Vio una unidad distinta, un mismo universo construido desde diferentes ángulos. También abrió el sentido de tildar, de lo que se queda tildado, porque no avanza o porque tacha y sigue.
Recién ahora en esta nueva edición creo que entiendo un poco más el libro. Explicar la propia escritura no tiene mucho sentido, pero en este proceso de quitar, modificar, agregar poemas, entendí otros sentidos. Tilda, los recuerdos de la infancia, la familia, los amantes ausentes o las partículas distantes cambian porque en un punto se desintegran, la transformación implica una disolución de las cosas, una permeabilidad. Como si cambiando los átomos de lugar pudiéramos cambiar la identidad de la sustancia, algo así.
: El libro, a pesar de presentar formalmente una reedición ahora, tiene un buen recorrido ya ¿Estás produciendo otros textos tuyos ahora, se puede contar?
Tal como decís, Tilda tiene un recorrido previo. En un principio se trataba de una reedición de la versión que salió en pandemia en la colección de Les Desatormentades, de Ediciones La Grieta, y la verdad que fue un honor y una generosidad por parte de Daniel Tórtora en aquel momento, que apareciera junto con otros poetas neuqinxs admiradxs como Carlos Blasco, Romina Olivero, Cecilia Fresco y Tomás Watkins.
Afortunadamente la edición se agotó hace tiempo y nos dieron ganas desde Las Guachas armar otra versión. No se trató de un proceso rápido, estuve meses y meses corrigiendo, hasta que la diseñadora, Florencia Nobre, me apuró como solo ella sabe hacerlo. En esta oportunidad ella se encargó no solo del arte de tapa como en la versión anterior, sino de la producción visual integral del libro, con libertad absoluta. Armó unas imágenes que son un delirio hermoso y ahí traté de tener el menor control y la menor intervención posible porque para que sea una obra conjunta ella desde las imágenes y del cuidado estético kitsch (yo a veces le digo retropoppunk) y yo desde textos armando un diálogo
Respecto a lo que estoy produciendo ahora (produzco poco y en procesos lentos), escribo cuando tengo ideas más o menos acabadas en la cabeza, la producción es más mental que otra cosa. Tengo un libro nuevo bastante avanzado que nació en el taller “El cielo protector” que armó Graciela Cros durante la pandemia y del que salieron unos frutos hermosos. Repito, siempre hay algo colectivo en la poesía. Tengo un libro cuya cuarta parte no puedo resolver, entonces como estamos hablando de un par de años por lo menos y hasta que no esté resuelta de una manera digna y que me cierre, no va a salir.
El proyecto juega a reconstruir como una ruta Panamericana de casas a través del tiempo. No hay apuro por publicar, lo importante es estar conforme con lo que uno escribe, eso es muy difícil y en mi caso nunca lo estoy del todo. Pero es muy importante esto, no apurarse para publicar, no todo lo que escribimos es publicable, hay cosas que son pasos necesarios también para quitarse una voz y encontrar otra. Me gusta pensar que cada libro es distinto, que hay una búsqueda, que hay otra cosa para decir y esto lleva tiempo.
: Contanos cinco libros (del estilo y género que sea) que hayas leído en los últimos dos años y creas que la gente debe leer porque son buenísimos.
Ay, qué difícil. No sé si voy a poder cumplir con la consigna, ya lo estoy avisando. El primero, hay que leer a Alejandro Zambra. No importa qué, pero hay que leer a Alejandro Zambra. Empecé por “Facsímil”, que es una novela súper experimental y acabo de terminar “Un cuento de Navidad”, un diálogo entrañable publicado por Gris Tormenta, un texto híbrido donde Zambra se pone en manos de su editor (el mismo que lo acompañó en sus últimos libros) y toda esa cocina y esos diálogos sobre la escritura están expuestos entre el texto principal y unas notas al pie que son para morirse. Creo que Alejandro Zambra es un autor que puede devolverle a cualquiera el amor por la literatura, porque ese mismo está en sus libros. También “Poeta Chileno” como la gran novela, la colección de cuentos de “Mis documentos”, las pequeñas “Formas de volver a casa”, “Bonsai”, en definitiva, leerlo todo. De alguna manera me hace pensar en Bolaño, no por el estilo, aunque ambos sean escritores chilenos fuera de su país y con una mirada total sobre la literatura. No sé si todo eso cuenta como un libro. Hagamos que sí.
Otro libro que leo permanentemente es “Mi ojo tiene sus razones”, una antología de poemas del peruano José Watanabe (de ese juego intertextual nació el nombre del ciclo La poesía tiene sus razones). Cada poema es una pieza magistral, pone en juego elementos simples para llegar a honduras inesperadas. Al final es mucho más fácil hablar de libros ajenos.
Sumaría “Comarcas” de Bernardo Colipán, me llegó hace unos días y es un libro de poemas que tengo ganas de llevarlo por todos lados. Necesario. Un western fronterizo tal como lo define su autor) que lograr hablar con lenguaje poético sobre cuestiones históricas concretas, heridas abiertas y que no ser un panfleto o un texto bien intencionado con dudoso valor literario. No sé si he leído algo así.
Voy a completar estos cinco libros con una relación de amor-odio con María Negroni (a veces le pongo los libros en penitencia en la biblioteca), pero creo que “El corazón del daño” es genial, tan genial como muchas de sus obras.
: Una de actualidad: en vísperas de estas elecciones generales la mayoría de la gente opina sobre el futuro ¿vos que ves? o mejor dicho cómo lo ves.
Bueno, me siento como a los 15 años cuando no entendía nada. Me pasó que el resultado de las elecciones de las PASO me sorprendió muchísimo. Más allá de que me descorazonó, no quiero decir lo obvio. Si pensamos el rol de lo público y lo determinante que ha sido la presencia del Estado, no solo construirnos como individuos, sino para llevar adelante proyectos de vida. O sea, pienso en mi generación, pibas y pibes, que crecimos en Buenos Aires o en el conurbano, en lo que fue el desguace de los 90 y que si sobrevivimos fue porque pudimos armar un proyecto de vida a partir de lo que nos ofreció la educación pública. Y es así.
Y no solo eso, también la salud pública, muchos de nosotrxs estamos acá o nuestros seres queridos están vivos gracias al trabajo de médicos/as del Hospital Público. Entonces no me imagino qué tan grande puede ser la bronca, la frustración como para avalar ir contra eso. Entonces, evidentemente, estamos leyendo las cosas mal, estamos teniendo acciones que no son las que se esperan, evaluamos mal las estrategias de la derecha, el poder de fragmentación de las redes sociales…
Tenemos que volver a pensar y construir escenarios que asuman las situaciones visibilizadas por las PASO y a partir de ahí volver a organizarnos, sostener espacios, resistencias, pero también utopías y esperanzas. Como dice Bernardo Colipan, vienen a privatizarnos también las emociones (como si se gestionaran como una pyme), quizás haya que empezar a trabajar desde ahí, porque sabemos que para comunicarse con quien tengo al lado no hacen falta toneladas de argumentos ni retórica, quizás primero haya que estar sensibles a lo que nos está queriendo decir. Aunque no nos guste. Entonces me parece que nos queda muchísimo trabajo, y que si el escenario que se viene es de un mal que ni podemos terminar de dimensionar, habrá que pensar estrategias para resistir y estar fuertes.
: Por último, contanos qué es Ediciones Las Guachas, que hicieron y en que andan
Ediciones Las Guachas inicia en enero de 2020 (espectacular año para comenzar proyectos editoriales) y está integrado por Julieta Santos (Bariloche), y Florencia Nobre (de momento en Menorca y otras Islas Baleares) y yo ( SMA), además de compañerxs que están ahí siempre dispuestos a poner manos y trabajo para sacar adelante los libros. Nuestra mirada tiene que ver con ofrecer un lugar para las voces de mujeres y colectivo LGBT+, un lugar que recibiera amorosamente los textos. Y amorosamente no es editar cualquier cosa, sino me refiero a entender que el libro además de ser un objeto cultural, lúdico, industrial, es un objeto afectivo porque ahí hay todo un proceso de construcción que pone en juego experiencias, subjetividades, identidades. Hacer un alto en nuestra cotidianidad avasallante y escribir es un acto de rebeldía; mostrarlo es ponerse vulnerable, quedar expuesto frente a ese mundo que aliena, entonces decidimos acompañar esos procesos.
Quisimos armar un lugar donde los libros sean tratados como nosotras queremos que sean tratados nuestros libros, con la atención, la dedicación y la honestidad que merecen y desde ahí salen Las Guachas. A todo esto sumamos que nosotras editamos desde el sur, así acordilleradamente, situadas en este territorio que además de ser patagónico es Wallmapu, no como una limitación regional, sino que a partir de nuestro lugar de enunciación queremos construir un territorio literario más amplio. Cuando abrís un libro de Guachas, queremos que se vea todo esto.
Tenemos dos colecciones, Prosa Guacha y Derivas Poéticas. En la primera publicamos “Intersticios (notas de voz)” de Guadalupe Colombo Paz, libro trabajado durante la pandemia, un relato en primera persona honesto e íntimo sobre lo que puede bordar la experiencia de la maternidad. Publicamos los poemarios “Muérdago” de Ludmila Cabana Crozza y “Todas quisimos ser el sol” de Daniela Catrileo (editada en Argentina por primera vez), una antología que reúne sus cuatro libros y que tiene un posfacio generoso y enorme de Silvia Mellado y cianotipos de Melissa Fort, una artista de San Martín de los Andes que admiramos.
¿En qué andamos con Guachas ahora mismo? ¡Es un lío! Estamos cerrando dos nuevos libros que serán parte Prosa Guacha. Muy orgullosas de editar una colección de cuentos de (¡te lo doy en primicia!) Natalia Belenger, gran poeta y narradora de Villa La Angostura: “La Mataperros y otros quiebres”. También de Neuquén, vamos a publicar “Cartas a Casiopea”, una novela valiente y necesaria de Andra Akaal (Beca Creación- Fondo Nacional de las Artes). En Derivas Poéticas también hay novedades, en unos días sale la preventa de “Cuerpas en riesgo” (instantáneas entre el afuera y el adentro) de Virginia Schuvab (Bariloche) con ilustraciones de Alicia Pez, un libro que costó mucho trabajo por el desafío que presentaba, un cruce visual entre poesía e imágenes. Muy felices de poder editar este tipo de proyectos. Y con un 2024 cargado de más redes, más trabajo y más libros.
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