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Según los resultados de las elecciones primarias del pasado domingo (13/08), habrá cinco fórmulas de presidente/a y vicepresidente/a que competirán en la elección general del 22 de octubre.
Además de los binomios integrados por Javier Milei y Victoria Villarruel (La Libertad Avanza), Sergio Massa y Agustín Rossi (Unión por la Patria) y Patricia Bullrich-Luis Petri (Juntos por el Cambio), también participarán Juan Schiaretti y Florencia Randazzo (Hacemos por Nuestro País) y Myriam Bregman-Nicolás del Caño (Frente de Izquierda y de los Trabajadores-Unidad). (Información del diario La Nación, nota del 14/08/23).
La Constitución Nacional, en sus artículos 97 y 98 determina los porcentajes de votos para definir si una elección presidencial se resuelve en primera vuelta, o si por el contrario se requiere una segunda y definitoria votación. La dice de esta manera:
Art. 97.- Cuando la fórmula que resultare más votada en la primera vuelta, hubiere obtenido más del cuarenta y cinco por ciento de los votos afirmativos válidamente emitidos, sus integrantes serán proclamados como Presidente y vicepresidente de la Nación.
Art. 98.- Cuando la fórmula que resultare más votada en la primera vuelta hubiere obtenido el cuarenta por ciento por lo menos de los votos afirmativos válidamente emitidos y, además, existiere una diferencia mayor de diez puntos porcentuales respecto del total de los votos afirmativos válidamente emitidos sobre la fórmula que le sigue en número de votos, sus integrantes serán proclamados como Presidente y vicepresidente de la Nación.
(El texto constitucional completo puede leerse en el sitio oficial de Información Legislativa, InfoLEG. Texto de la Constitución Nacional).
Debe tenerse muy presente que, como dice la letra de la Constitución aquí transcripta, todos los cálculos se realizan sobre “los votos afirmativos válidamente emitidos”.
El término “afirmativo” significa que el/la votante se pronunció explícitamente a favor de alguna de las opciones electorales. Que se “negó” a elegir entre las alternativas posibles y depositó en la urna un sobre vacío (“en blanco”). Quiere decir que para los cálculos porcentuales quedan excluidos los votos en blanco y los nulos, los cuales no se toman en cuenta y por lo tanto equivalen a no haber ido a votar.
Sobre esa base, y debido a que ninguna proyección del resultado de las PASO (primarias abiertas, simultáneas y obligatorias) permite anticipar que algún/a candidato/a pueda alcanzar el 45 % de los votos, el resultado obtenido el pasado domingo 13 abre cuatro escenarios posibles para la elección general del 22 de octubre. Y de lo que allí ocurra quedará definido si el/la futuro/a presidente/a de la Nación resulta elegido/a en esa jornada, o bien si la disputa deberá resolverse en una segunda vuelta (balotaje) el 19 de noviembre.
Una precisión: referirse unicamente al/a la candidato/a presidencial es una forma de abreviar y simplificar, debido a que en realidad la ciudadanía no vota solo a un/una postulante sino a una “fórmula”, es decir a un binomio integrado por un/una candidato/a a presidente/a y por un candidato/a a vicepresidente/a.
Hecha la aclaración, y simplificando, las cuatro posibilidades matemáticamente probables para la primera vuelta son las siguientes (la numeración es solo una forma de exponer la situación, no significa un orden de probabilidades):
1) Que Milei gane directamente. Para ello debería superar el 40 % de los votos válidos y además sacar una ventaja de más del 10 % sobre el segundo o segunda.
2) Que Milei y Massa pasen a segunda vuelta. (O, como se dicen comunmente, que “entren” al balotaje). Ello implicaría que Bullrich quedó afuera de la competencia.
3) Que Milei y Bullrich pasen a segunda vuelta. En ese caso, quien resultaría excluido de la competencia sería Massa.
4) Que Massa y Bullrich pasen a segunda vuelta. Lo cual, obviamente, significaría que Milei quedó afuera.
Gobernabilidad futura
El hecho de que Milei resultara el candidato más votado en las PASO fue, por lo inesperado y disruptivo, un “bombazo” para el sistema político argentino y para el futuro de la Nación.
El pronunciamiento electoral dejó abierta la posibilidad de que el peronismo y sus aliados sufran una derrota histórica. Independientemente de que ello ocurra o no, y aunque nadie lo recuerde en los discursos públicos, cabe destacar que los comicios se realizan en condiciones fraudulentas, porque así son las reglas que fijaron las mafias judiciales y mediáticas.
Ambas corporaciones, representantes de los poderes económicos locales y extranjeros y asimismo de la estrategia de Estados Unidos contra las fuerzas políticas y/o líderes populares de América Latina, proscribieron tanto a Cristina Kirchner como al ex vicepresidente Amado Boudou. (Puede verse la opinión publicada en con el título “Prohibido votar a la ex presidenta y a su vice”. Nota del 02/07/23).
En caso de que los candidatos de Unión por la Patria (UxP) fueran derrotados, lo que comenzará a regir los destinos de Argentina será una alianza entre la derecha y la ultraderecha. Es decir entre Juntos por el Cambio (JxC) y La Libertad Avanza (LLA), para decirlo de modo amplio y genérico, aunque la coalición antes llamada “Cambiemos” también incluye a sectores extremistas.
Ninguna de las tres opciones políticas tiene la más mínima posibilidad de obtener mayoría propia en el Congreso. Sin embargo, existe una altísima probabilidad de que, con la nueva composición que tendrán las cámaras de Diputados y de Senadores a partir del 10 de diciembre, entre JxC y LLA sumen sus legisladores/as y actúan coordinadamente.
Si Massa fuera el futuro jefe del Estado, la derecha y la ultraderecha se juntarán para sabotear a su gobierno. La gobernabilidad misma sería una condición extremadamente difícil de alcanzar.
Si en cambio el presidente o presidenta fueran Milei o Bullrich, sus respectivas fuerzas políticas también se juntarán para sancionar no solo las leyes, sino además los nombramientos de funcionarios judiciales o de otras áreas cuya designación requiere aprobación del Senado, y que son necesarios para poder gobernar (ejemplo, miembros de la Corte Suprema y jueces federales).
En tal caso se iniciará un proceso de resistencia y lucha popular que será necesariamente difícil y prolongado, y cuyas consecuencias y resultados no pueden predecirse.
Por otra parte, en estos días trascendieron versiones de que Mauricio Macri desea una alianza entre LLA y JxC antes de las elecciones. Ello implicaría que Milei o Bullrich -uno de los dos- abandone su candidatura, y que lo mismo hagan sus candidato/a a gobernador/a de la provincia de Buenos Aires, Néstor Grindetti (cambiemita) y Carolina Píparo (libertariana). Este “segundo movimiento” procuraría la derrota de Axel Kicillof en su intento para ser reelegido como mandatario bonaerense.
Todo ello asoma como altamente improbable pero por el momento no puede descartarse de forma completa.
“Tercios” y debates televisivos
Lo expuesto hasta aquí son perspectivas a futuro, que en ningún caso se pueden adivinar sino que surgen como proyección de los resultados electorales y de las informaciones actuales que son de público conocimiento.
De todos modos, un dato fundamental hacia la elección presidencial de octubre es que Milei y Bullrich deben eliminarse entre sí.
Ambos defienden los mismos intereses, postulan un modelo similar de capitalismo salvaje extremo y violento, representan el sometimiento de la Nación a los planes de Estados Unidos, enuncian discursos parecidos -que durante la campaña están modificando, justamente para diferenciarse ante los/las votantes- y se disputan una base social con amplias (aunque no absolutas) semejanzas.
El proceso de votaciones iniciado en las recientes PASO constituye una “elección de tercios”, tal como brillantemente Cristina Kirchner puso en la discusión pública en mayo pasado. (En la página web del canal de noticias TN, del conglomerado empresarial Clarín, pueden verse las interpretaciones realizadas en aquel momento por dos especialistas en sociología política y campañas electorales. Nota del 20/05/23)
En función de una situación absolutamente inédita, tendrán fuerte incidencia los dos debates televisivos entre candidatos/as que se realizarán obligatoriamente, por imperio de una ley sancionada en noviembre de 2016. (Ver posteo oficial del gobierno argentino sobre debates presidenciales obligatorios).
La influencia de esa controversia audiovisual en el voto ciudadano será considerable esta vez, más allá de la opinión que cada quien tenga acerca de ese formato comunicacional tendiente a reforzar el carácter de espectáculo y de entretenimiento otorgado por lo general a la política.
Intervendrán en la polémica televisada tanto Milei, Massa y Bullrich como Schiaretti y Bregman, es decir los/las cinco aspirantes a la presidencia de la Nación que en las primarias superaron el “piso” del 1,5 % de los votos, tal lo exigido legalmente para participar de la elección general.
El primero de los debates se realizará el 1 de octubre en la Universidad Nacional de Santiago del Estero, y el segundo tendrá lugar una semana después, el 8 del mismo mes, en la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires. (Artículo del diario Ámbito, nota del 14/08/23).
Milei, que es un desquiciado mental y un dirigente política y emocionalmente violento, hasta el momento siempre habló por radio y TV ante entrevistadores/as amables, condescendientes, cómplices o directamente propagandistas suyos. Por lo tanto está desacostumbrado a la argumentación frente a competidores/as que van a controvertirlo y a criticarlo.
En ese sentido, y aunque tenga una similar matriz ideológica, Bullrich posee un carácter “frío” y mucha experiencia y entrenamiento para la polémica mediática, y en similares condiciones se encuentra Massa.
La disputa “a tres bandas” para conseguir una mayoría electoral implica un desafío gigantesco para el candidato del actual oficialismo, que además lleva la mochila de ser el ministro de Economía que no logró dominar a la inflación.
A su vez, el candidato y la candidata de los sectores de derecha y ultraderecha tendrán que resolver una disputa recíproca a fin de captar votos. Excepto que hubiera un acuerdo para que él o ella abandonen sus aspiraciones presidenciales -lo cual es muy improbable-, la lógica indica que deberán eliminarse entre sí para poder derrotar el peronismo.
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