Aplicado a la política, uno puede imaginar lo ideológico, como una muestra del contenido que respalda un discurso y de las promesas de transformación social de un programa de gobierno. Es la partitura que, con transparencia, anuncia su visión de la realidad y la agenda de sus decisiones para el caso de ser ungido.

El electorado no suele tener en cuenta esa coherencia, la de la política con los principios y de pronto se bandea por lo intuitivo o por su estado de ánimo, sin olvidar la publicidad, que según parece podría contribuir hasta en un 10% en la voluntad de la selección del candidato.

Grabois es un insólito caso en el contexto de estas PASO de agosto. Aparece como opción en el partido que suma la mayor tradición política de la argentina actual, cosa que la izquierda dogmática nunca ni siquiera intentó.

Grabois configura una actitud “entrista” en el peronismo, precedida por una militancia en los márgenes sociales que lo han dotado de un protagonismo a prueba de desafiar las formas de promoción tradicional en un partido político.

Su discurso tiene una convicción que lo hace creíble. Es un candidato que cuando menciona justicia social o un lenguaje nacionalista aplicado a los recursos naturales, no vacila. Pareciera que habla de un mundo más justo al que es posible acceder, además que con mayor empoderamiento patriótico.

Habla de Historia, cuando por doctrina, la derecha abomina la Historia Argentina y lo manifiesta sin vueltas hasta con expresiones soeces.

Últimamente y coincidiendo con una exposición exagerada, se lo ha criticado porque ha avalado la creación de un seguro de desocupación, de aparente origen patronal y no de la promoción del trabajo creado por la actividad económica.

En mi opinión no veo que sean comparables ambas situaciones. El seguro está en el proceso del devenir de la actividad. El beneficio a obtener es expeditivo. Esa ha de ser la razón por la que optó Grabois, pero eso no lo transforma en un neoliberal.

Creo que estas críticas revelan su crecimiento en la voluntad del votante de las PASO. Massa conforma y es garantía frente a sectores de la derecha. Grabois frena la migración del voto peronista de los sectores más desfavorecidos hacia los de derecha. Ambos candidatos complementan la oferta electoral del peronismo.

El dilema es que si el porcentaje de votos que saque Grabois es considerable, con todo derecho exigirá en la negociación previa a la segunda vuelta, posiciones en el eventual gobierno de UxP. Lo que se llama, una coalición bajo la misma bandera partidaria. Esto puede ocasionar roces internos o en el mejor de los casos, volcar al gobierno un poco más a la izquierda de lo pensado.

En estos momentos el mejor escenario que se puede presentar para el candidato favorito de UxP, Sergio Massa, es que el crecimiento de las preferencias por Grabois sea moderado, pero eso, nadie lo garantiza. Recordemos que de estas PASO surgirán la renovación de los bloques legislativos.

El peronismo de izquierda que tiene por lo que se ve total vigencia en la candidatura de Grabois, compite con un peronismo pragmático, a los que los une la afinidad ideológica de frenar a la derecha y a la ultraderecha dogmática, que desde la oposición aspira una vez más encaramarse en la cúspide del poder político a pesar de su tan recordada como lamentable gestión de 2015 al 2019.

En este momento los más informados viven con mucha angustia los anuncios amenazantes de esa derecha y el único modo de neutralizarlos es que el peronismo gane una vez más las elecciones generales en octubre próximo. Algo así como que el peronismo como lo fue ayer, nuevamente esté predestinado a resistir a una vigente oligarquía, a la que ha podido derrotar una y otra vez en el terreno de las urnas, pese a las proscripciones de sus líderes más reconocidos.