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La gran novedad que ofrece JxC es el anuncio que hizo Patricia Bullrich (“Pato”), cuando afirma que nuestra solvencia futura comienza con nuevo endeudamiento y termina en un blindaje bancario, del que la sociedad argentina tiene buena memoria. ¿Hay algo más absurdo?
Los mensajes amenazantes de la coalición JxC han llegado a un nivel de saturación que parecen pertenecer a un extremismo sin posibilidad alguna de acceder al poder por lo que siguiendo el teorema de Baglini, arriesga hasta lo imposible para seguir llamando la atención con nulas posibilidades de concretar lo dicho.
¿Acaso no recuerda el cierre de los bancos que se apoderaron de los depósitos de miles de personas?
La derecha mira para atrás. Unos por una nueva convertibilidad que cambian por dolarización. Otros, privatización de las empresas públicas, sobre todo Aerolíneas Argentinas, que justo en estos momentos está saneando sus cuentas y demostrando que se puede administrar bien una aerolínea de bandera, en contraste de cuando fue privatizada en que, malamente, fue vaciada.
Pareciera que el daño social y económico es el objetivo de esta gente, que se maneja como ricos, dicho de otro modo, que se siente personalmente salvada y vive despreciando lo que es de todos.
Por suerte el documentalismo histórico habrá guardado en los archivos la realidad que algunos de nosotros aún conserva en su memoria, del caos desatado en la vía pública del país por quienes reclamaban los fondos atesorados por los bancos y por quienes se morían de hambre. A ese destino nos conduce el original retorno al infierno que nos propone JxC en la persona de una de sus candidatas a las PASO.
Patricia Bullrich por lo que se ve a lo largo de su prolongada trayectoria por distintos gobiernos y partidos políticos de la más diversa laya, ha desplegado un amor por la expeditividad. Todo rápido antes de que las víctimas puedan advertir cuál es la maniobra, antes de que se movilice el pueblo en reclamo por medidas en contra de sus legítimos intereses. Es el mecanismo sigiloso y sorpresivo de los saboteadores, que para que no se puedan descubrir sus maniobras y menos en el momento de ser urdidas, apuestan a que el aviso para todos sea el de la detonación, el hecho consumado.
Para volver al blindaje hay que haber olvidado los más de 35 muertos ocurridos en las jornadas de diciembre de 2001, las muertes de Kosteki y Santillán, la represión en las calles de Buenos Aires y la gentes golpeando con cacerolas las puertas de los bancos herméticamente cerrados. ¿A qué aquelarre nos quiere llevar la “Pato”?
Si hasta en su forma de expresarse denota falta de idoneidad. Habla como una improvisada. Vacilante, insegura, sin el aplomo del que sabe.
No solo el contenido de lo que dice sino cómo lo dice da lugar a falta de confianza, a decisión arrebatada a su locura autoritaria, que no admite reflexión ni debate. Subraya que lo dice ella y solo ella, como alguien que improvisa una medida atroz. Confunde autoridad con autoridad profesional, de la que ella carece, para tomar una decisión racional.
El motivo de este anuncio, suena a desesperado mensaje de alguien que se ve a sí misma como perdedora en su última y definitiva batalla de una trayectoria política plena de saltos en capillas minoritarias y que ahora llega a su fin.
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