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La dura represión en Jujuy contra docentes y pueblos originarios que se resisten a aceptar salarios de hambre y la entrega de los recursos naturales consagrados en la constitución anti derechos del gobernador Gerardo Morales, es una buena muestra de lo que le espera a los argentinos de imponerse en las elecciones de este año el modelo que encarna en sus diferentes versiones pero unidad conceptual Juntos por el Cambio.
La reforma de la Constitución sancionada por Morales y sus cómplices, incluido el impresentable Partido Justicialista jujeño, autoriza un avance sin precedentes sobre los territorios indígenas y una retroceso en general de los derechos garantizados por la Constitución Nacional y los Tratados Internacionales, a los que el país adhirió y forman parte del corpus de la Carta Magna.
Leal a la tradición de lucha de los argentinos, el pueblo jujeño no tardó en responder con masivas movilizaciones y cortes de ruta. Transcurridas cinco semanas del inicio de la ofensiva de Morales, el pueblo se mantiene unido en la resistencia al modelo depredador.
Lejos de reflexionar sobre sus felonías, Morales profundizó la violenta represión para instalar un clima de terror en toda la provincia. Palos, balas de goma, secuestros por patotas de civil y allanamientos ilegales son algunas de las especialidades de este gobernador de Juntos por el Cambio que guardan estrecha similitud con los métodos de la última dictadura cívico militar.
En este verdadero raid represor, inédito en estos 40 años de democracia, las fuerzas de Morales usan vehículos sin identificación, ingresan a los domicilios sin orden de allanamiento e infiltran policías entre los manifestantes.Todo a la usanza de las dictaduras que asolaron el país en el siglo XX y que culminaron con el Proceso.
Pero la respuesta defensiva de los jujeños, que cuenta con el respaldo de todas las organizaciones populares del país y de los argentinos de bien en general, lejos de espantar al sector de la clase media abonado a las recetas derechistas lo ha estimulado a reivindicar la ordalía represiva del gobierno jujeño.
Como si Jujuy fuera el banco de pruebas de un eventual gobierno de JxC, cuya receta es recorte de derechos, transferencia de ingresos a los más ricos y palos a los más pobres, todos los sectores de Juntos por el Cambio dieron unánime respaldo a la represión de Morales.
En ese contexto, el verdugo de Milagro Sala fue consagrado compañero de fórmula del candidato presidencial del Pro Horacio Rodríguez Larreta, quien en su puja con Patricia Bullrich y la ultraderecha, necesitaba incorporar a un “halcón” para desmentir cualquier sospecha de moderación.
Está claro que el plan de la derecha argentina es allanar el camino a la actividad extractiva del litio, el gas y otros recursos naturales para provecho de las multinacionales, en particular las estadounideneses, conforme a los dictados del Fondo Monetario Internacional, y no hay duda de que aplicarían este plan sin ningún remordimiento, como vienen anunciando, en el caso de ganar las elecciones de octubre.
No por nada hace poco la jefa del comando sur de Estados Unidos, Laura Richardson, en el marco de la puja que ese país sostiene con China, se refirió a los recursos naturales latinoamericanos como si fueran yanquis.
Contrariamente a lo que dictan la razón y los sentimientos humanitarios, no cabe duda de que el despliegue represivo y anti derechos de Morales formó parte de su campaña política para llegar hasta donde finalmente llegó.
Para los neuquinos, lo de Morales recuerda la triste aventura presidencial de Jorge Sobisch, que en su afán por presentarse como gobernador de mano firme, en abril de 2007 mandó a reprimir una protesta docente en Arroyito que derivó en el asesinato del maestro Carlos Fuentealba.
Era Semana Santa del 2007, Sobisch tenía entonces entre sus aliados a Mauricio Macri y el falso ingeniero Juan Carlos Bloomberg, otro preconizador de la mano dura, y en un intento de presentarse como la contrafigura del entonces presidente Néstor Kirchner, quiso mostrarse ante los turistas de todo el país que transitaban la ruta 22, como un hombre de orden.
Por lo pronto, y volviendo a Jujuy, es un hecho que de ganar las elecciones cualquiera de los candidatos de la derecha argentina, más allá de las diferencias entre ellos producto de la lucha por el poder, aplicarían la misma receta que Morales, ajuste económico y recorte drástico de derechos, todo en un marco de represión y terror que trate de impedir la resistencia de los sectores populares.
Democracia o palos, esa parece la opción en las próximas elecciones nacionales.
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